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Chimalpopoca, de monumento a basurero

El predio donde colapsó el edificio de Bolívar fallecieron nueve personas, entre ellos María Teresa Lira Infante y María Elena Sánchez, madre y hermana de Fernando, su familia

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Escrito en ESPECIALES LSR el

A un año del sismo del 19 de septiembre, el predio donde colapsó el edificio de Bolívar 168 casi esquina Chimalpopoca, colonia Centro, donde fue montado un memorial para recordar a las nueve personas que perdieron la vida, se convirtió en un basurero.

La maleza creció y en el sitio donde había oficinas, antes del sismo que cimbró a la Ciudad de México, ahora hay bolsas de basura abiertas. Lucen como si alguien hubiera buscado en ellas algo que rescatar.

Plásticos, partes de muebles inservibles, muñecos de peluche, hueso de animal, ropa y pañales usados son de los residuos que están dispersos en el sitio.

 

A días de la tragedia, un grupo de mujeres organizó un memorial para recordar a las víctimas, que en su mayoría eran costureras que laboraban en el inmueble. Hicieron pintas en los muros que quedaron en pie, “Ni una más sepultada por la corrupción”, es una de las frases que aún se puede leer. Colocaron cruces, veladoras y objetos que hacían referencia a su labor. Ahora eso dejó de tener el mismo significado.

Al acercarse o simplemente pasar por la banqueta, un olor fétido impregna la nariz, viene de los residuos orgánicos e inorgánicos que tiran en el predio. Incluso hace un tiempo el aroma alertó a los vecinos. Pensaron que quizá habían arrojado algún cuerpo.

Víctor, el vendedor de dulces que está aún lado de la escuela primaria Simón Bolívar y a unos metros del predio, declara en entrevista con LA SILLA ROTA que durante los primeros seis meses después de la tragedia, las ventas bajaron de manera sustantiva, ya que durante ese tiempo permaneció cerrado el plantel y muchas de las oficinas gubernamentales que había en la zona se mudaron.

El predio permaneció acordonado debido a que la Procuraduría General de Justicia de la ciudad (PGJ) realizaba peritajes. Una vez concluidos, personal de esa dependencia retiró los sellos y cintas.

El sitio quedó sin protección y a la intemperie. Alguien que pase por el lugar y no sepa que ocurrió se queda con la impresión de que es un terreno baldío. Los vecinos, padres de familia y maestros de la escuela Simón Bolívar se han ofrecido para limpiar de manera voluntaria el predio.

Sin embargo, la respuesta de la autoridad es que no pueden intervenir ni permitir que alguien ingrese a limpiar, bajo el argumento de que está en litigio.

“El terreno está abandonado sin que nadie haga nada por la limpieza y lo único que ha prevalecido es la falta de higiene y que ninguna autoridad haga caso lo que pasa con él”.

El vecino Javier Martínez, quien ayudó a rescatar a algunos sobrevivientes, señala que es lamentable el estado actual del predio.

“Se encuentra abandonado, la gente tira basura. He traído maderas para tratar de tapar, pero las quitan. Se han olvidado de la tragedia que pasó aquí”, lamenta.

“Un año sin mi mamá y hermana”

A un año del sismo, Fernando Sánchez Lira luce con el cabello un poco más largo, bajó de peso, aprendió a cocinar, va a terapia cada día, pelea contra la ausencia de su mamá y acepta su soledad. Su dolor le da fuerza para seguir reclamando justicia, por eso hace meses emprendió dos demandas, una laboral y otra penal. 

El movimiento telúrico de 7.1 grados Richter con epicentro en  Axochiapan, Morelos, dejó en la Ciudad de México un saldo mortal de 228 personas, María Teresa Lira Infante y María Elena Sánchez Lira, madre y hermana de Fernando, son parte de esa estadística, ellas fallecieron en Bolívar 168 casi esquina Chimalpopoca, en uno de los 38 edificios que colapsaron.

Ambas trabajaban en la empresa SEO Young Internacional S.A de C.V, que se dedicaba a la habilitación de bisutería en el tercer piso del inmueble. María Elena tenía 50 años, estaba casada y tenía dos hijos. María Teresa, su mamá, quedó viuda desde hace varios años y vivía con su hijo Fernando.

Ha sido un año muy difícil, muy aleccionador en muchos sentidos. Mi mamá y yo vivíamos solos en la casa que construyó mi papá. No me casé ni tuve hijos. La vida me llevó a decidir que iba a estar con mi mamá, pero nunca pensé que la misma vida me la iba a quitar de esta forma”, relata Fernando a La Silla Rota.

Su madre era muy jovial, no representaba su edad. “Era una mujer muy bella, coqueta e independiente” y con una gran fuerza, a pesar de sus 70 años. Se sentía todavía útil con ganas de vivir y muchos proyectos en puerta. “Convivíamos mucho, nos llevábamos excelente, éramos amigos, viajábamos mucho, íbamos seguido a Los Ángeles a visitar a mi otra hermana, teníamos una vida tranquila y en paz”. 

La señora María Teresa aceptó la invitación de una coreana a trabajar a esa empresa. Estaba bajo contrato temporal y no tenía seguro. Iba al edificio cada vez que le llamaban y ese 19 de septiembre le tocó ir después de dos semanas en las que no era requerida.

Fernando vive ahora solo en su casa. Todo le recuerda a su mamá. El desprendimiento ha sido muy complicado para él. Aunque sus amigos y familiares le recomiendan buscar otro lado, él se rehúsa. Prefirió remodelar, desde hace seis meses le hace arreglos.

La cocina se quedó como ella la dejó. Sus trastes, su mandil. En un inicio era muy difícil ver sus cosas. Mi mamá era una persona que sabía coser, entonces estaban los trapos que ella hizo para agarrar las cosas calientes. Ya estoy remodelando la casa, primero para distraerme y no pensar en recuerdos dolorosos y también porque le faltaba una arreglada. Lo hago en mis ratos libres”.


También a un año, su economía ha mermado. Primero porque su casa dejó de recibir la aportación de su madre, que, aunque ganaba poco por ser temporal, era un dinero que completaba los gastos y, en segundo lugar, porque Fernando ha tenido que utilizar sus ahorros y recursos para llevar las dos demandas. Es comerciante y trabaja de manera independiente, eso le permite dedicarles mucho tiempo a los procesos legales.

Vivo al día. Ha sido difícil el desprendimiento, el acostumbrarme. Ahora tengo un apoyo psicológico por parte de la Procuraduría. Me ha estado sirviendo mucho. Lo acepté porque sabía que me hacía falta y aunque cuando empecé no estaba en un cuadro depresivo fuerte sí tenía problemas para adaptarme a la nueva situación. Nunca caí en cuenta lo importante que era para mí mi madre en situaciones cotidianas de la vida”.

Nos hemos tenido que acostumbrar a los silencios, a los espacios, a la falta de cariños, a las bromas de mamá, a la dulzura de mi hermana. Esto es parte de la habilidad de acostumbrarse a cosas bien duras para seguir viviendo y que la depresión no nos hunda”.

 Busca justicia para honrar el nombre de las víctimas

A semanas de la tragedia, Fernando emprendió una batalla para honrar los nombres de su mamá y hermana, y llevar ante la justicia a las personas que de alguna manera fueron responsables por el colapso del edificio, ya sea por omisión o corrupción.

Pudiera dedicarme a otra cosa y darle carpetazo al asunto, pero por ahora mi prioridad es el tema legal y aquí sigo. No hubiera podido dejar esto a un lado, tenía que estar pendiente, investigando, insistiendo que el caso no se olvidara. Si yo no hubiera hecho eso quizá sí hubiera caído en un cuadro depresivo. Una de las apreciaciones del psicólogo es que eso me ha mantenido activo”.

La primera demanda que interpuso fue la laboral, ya que como su mamá no contaba con seguro social en el momento del sismo, el gobierno no estaba obligado a indemnizar a la familia, sin embargo, se llegó a un acuerdo para que la empresa lo hiciera. El caso de su hermana fue diferente, porque ella sí tenía las prestaciones de ley.

El dueño de SEO Young Internacional S.A de C.V, donde trabajaba como temporal, le ofreció a Fernando una cantidad irrisoria como indemnización. Otros de los familiares de personas que estaban en la misma situación que su mamá sí aceptaron, debido a que sus condiciones eran distintas y no tenían otra opción.

Aclara que decidió demandar, no por el dinero, ya que la vida de su mamá es invaluable e irreparable, sino porque la memoria de ella se lo merece. Al principio encontró algo de disposición por parte del dueño, después el discurso cambió por su cerrazón a negociar.

Lo último que ha pasado es que en las cuatro audiencias que se han convocado para el juicio a ninguna ha asistido. Incluso ya está en calidad de “fugado”. Lo buscan varias dependencias, involucradas en el caso.

El coreano está perdido. El 25 de septiembre estamos emplazados para la quinta audiencia y esperamos que se presente él o alguien que lo represente para seguirle dando cauce a la demanda. Hicimos varios pedimentos de búsqueda a diferentes dependencias como el SAT, la Procuraduría capitalina, Secretaría del Trabajo, Relaciones Exteriores. Contestaron de que no tienen datos de él, que no lo encuentran”.

El hecho de que no encuentran al dueño y no se ha presentado a las audiencias ha retrasado al juicio y en caso de que llegue el 25 de septiembre casi se estaría dando por concluida esta fase y el juez estaría en condiciones de emitir un fallo que sería a favor de Fernando. El problema es que no habría nadie a quién cobrarle.

Luego de interponer la demanda laboral, también presentó una penal en contra de quien resulte responsable por el colapso del edificio. Este proceso continúa en la etapa de integración de pruebas y en la realización de peritajes. 

Los avances reveladores en las investigaciones

Hace 15 días que el Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, asociación civil que le da acompañamiento en la defensa de la demanda penal, pudo obtener una copia del expediente de la carpeta de investigación.

Ya le hicimos una revisión. Lo que pudimos ver es que la parte acusada ha presentado pruebas, así como el gobierno de la ciudad ha aportado algunos peritajes, que arrojan que el dueño del inmueble es culpable. A nosotros todavía nos faltan integrar algunas pruebas, una muy importante es la de arquitectura forense”.

Fernando comenta que se han rescatado documentos importantes e históricos de ese edificio que data de 1942. Todavía falta comprobar que hay contradicciones en cuanto a su estructura. En algún momento aparece que se le construyó una planta extra y hay otros datos que indican que originalmente era de siete niveles y luego del sismo del 85 le quitaron tres. “Todo eso está documentado, pero no sabemos cuáles son los documentos reales”.

Agregó que también hay confusión en cuanto al uso de suelo del edificio ubicado en Bolívar 168. Han detectado procesos turbios como que pareciera que el inmueble no tenía uso de suelo para lo que se le estaba dando. Era un uso mixto: habitacional y comercial, no obstante, había puros negocios.

Otro dato revelador es algo que encontró la Comisión de Derechos Humanos de la ciudad, organismo donde Fernando también interpuso una queja. A raíz de ello, se detectó que la antena de telecomunicaciones que tenía el edificio fue determinante para su colapso por el peso que implicaba. Estos resultados ya forman parte de la carpeta de investigación.

Resulta que, a la antena, para que funcionara en algún momento, le construyeron una subestación eléctrica y en los videos, que circularon en redes sociales cuando el edificio colapsa, se observa cómo el inmueble cae del lado de esa obra. 

La Comisión rastreó la documentación de la subestación y emitió un dictamen donde dice que no encontraron los documentos. En la carpeta de investigación están los permisos que emitieron tres dependencias. Derechos Humanos pidió el soporte de esas autorizaciones y no existen. Lo que nos hace concluir es que se tratan de documentos apócrifos y así lo dictaminó la CDHCDMX”.

Además, la Comisión averiguó si el uso de suelo permitía que se colocara esa antena de radiocomunicación. A las dependencias que solicitó información contestaron que no había permisos en esa zona para poner ese tipo de artefactos en las construcciones.

También otra de las revelaciones es que el actual dueño del edificio ocultó los daños que habría sufrido luego del sismo del 7 de septiembre de 2017.

jamp