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Detrás de desalojos en el Centro, especuladores inmobiliarios

El auge en zonas y locales de moda ocasiona que dueños de edificios vendan al mejor postor, aunque inquilinos incluso sean adultos mayores

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Escrito en METRÓPOLI el

La señora Daniela, a quien se le cambió el nombre debido a amenazas para ella y su familia, tiene 75 años de edad y 55 de vivir en uno de los departamentos del edificio 99 de Isabela Católica, casi esquina con San Jerónimo, en el Centro Histórico. En esas paredes antiguas crecieron sus cinco hijos. Cada muro y escalón guarda los recuerdos de varias generaciones. 


Este lunes, sin previo aviso, fue desalojada al igual que otros dos vecinos, también de la tercera edad. Con lágrimas en los ojos les pedía a las personas que la sacaron que le permitieran retirar sus pertenencias, con cuidado, para que no se dañaran o perdieran. “Ellos no quisieron. Todo nos lo echaron a la calle”. 

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Daniela comenta que de soltera vivía en Mixcoac y al casarse a los 19 años llegó a ese edificio, que data aproximadamente de 1910. “Supuestamente vine aquí para que mi suegra me cuidara de mi primer hijo y aquí ya me quedé”. 


Relata que ella y su familia siempre habían pagado una renta al dueño originario. Sin embargo, éste falleció hace 10 años. “Nadie nos notificó de su muerte ni nos dijeron dónde teníamos que hacer el depósito, por lo que dejamos de pagar la renta”. De pronto, surgieron los apoderados legales y desde ese tiempo emprendieron un juicio que duró años hasta que todo culminó en su desalojo.

José, un vecino y amigo de la familia de la señora Daniela, explica que después de los sismos de septiembre de 1985, el gobierno de la ciudad -en ese entonces Departamento del Distrito Federal- expropió los edificios que quedaron dañados y que no fueron reclamados por ningún dueño. Ese caso ocurrió con el inmueble de la calle Isabela Católica número 99. 


A pesar de ello, los inquilinos continuaron pagando la renta hasta hace 10 años que se enteraron que el dueño original falleció y en ese momento nadie reclamó. Sin embargo, en 2016 aparecieron los hijos y familiares que se acreditaron como apoderados legales. 

En ese año comenzó el juicio para el desalojo, y al mismo tiempo se hizo todo lo posible para que los habitantes del edificio conservaran el inmueble, ya que por ley les podía pertenecer.  


“También se inició el juicio para poder adquirir el inmueble, ya como propio de que se había pagado lo que se considera derecho: luz, agua, predial. Todo lo que concierne a los requisitos. Los antiguos dueños (los familiares del propietario y que se acreditaron como tal) comenzaron a mover para revocar la expropiación y que se les regresara la acreditación de la propiedad”.

José detalla que el dueño original falleció intestado y los hijos, al enterarse que los habitantes querían adquirir el inmueble se movieron para revocar la expropiación, aunque ya lo habían perdido. 

“Movieron sus influencias y seguro soltaron mucho dinero para la revocación, sin embargo no está legítima. Lo que están haciendo es sacar a la gente de este edificio para que no argumenten la posesión del mismo”. 

El desalojo por parte de los apoderados legales lo están haciendo por partes. Primero con las tres familias que ya se quedaron sin su vivienda el pasado lunes y después irán por el resto. En total son 12 departamentos y en uno de ellos, hay un señor de la tercera edad que vive solo y está ciego. 

La razones y consecuencias de los desalojos

Carlos Acuña es vecino e integrante de la 06000 Plataforma Vecinal y Observatorio del Centro Histórico, un proyecto que se dedica a documentar procesos de desalojo, despojo y vida cultural del primer y segundo cuadro de la ciudad. 

“El punto en los desalojos es que casi nunca se siguen los protocolos adecuados. No se presenta el acta, ni el actuario, a veces incurren en violencia por parte de los granaderos o de lanzadores ilegales, o con la orden de desalojar a un vecino, vacían todo el edificio. Me parece que tienen que existir tres avisos previos al desalojo. Aún cuando sean invasores, de lo contrario se violentan derechos”. 

“Hemos contado dos por mes en lo que va del año y además lo curioso en en qué se convierten estos inmuebles. Está el caso de Isabela Católica esquina San Jerónimo que ahí vivía gente y ahora ha sido maquillado, le decimos blanqueado, porque le han quitado su pátina y carácter histórico, se limpió y se pintó la fachada de colores fluorescentes y se puso un mural de algún artista para ocultar la brutalidad que representan los desalojos y despojos”. 

Por ende, incrementan las rentas y se redensifica; es decir, los departamentos los achican para que quepan más inquilinos. 

“Al final es violento, no sólo porque llegan personas de otro nivel económico a desplazar toda la vida de barrio, cultural y vecinal que se desarrolla ahí, sino porque estos edificios los vuelven hoteles disfrazados. Se vuelven espacios para turistas y lo rentan mediante la plataforma Airbnb; luego quien compró o renta lo subarrenda a turistas que pueden pagar entre 100 ó 200 dólares la noche”. 

Para Alejandro Garrido “El Residente”, vecino, cronista y restaurador explica que siempre ha habido desalojos. Sólo que ahora les están poniendo más atención y “curiosamente” están pasando en el área del Centro que registra el mayor crecimiento en plusvalía.

Indica que los desalojos se dan por varios factores, ya sea si los inquilinos no quieren pagar renta, deben luz, agua, deterioran el edificio. O si pagaban, tenían todo en orden y el casero los sacó para remodelar y rentar más caro. 

“También es cierto que un departamento que rentabas en 3 mil pesos puede llegar hasta 12 mil, triplica el valor si lo remodelas y rentas. De una renta que ya a veces tenías que corretear a la gente para que te pagara, o ya de plano no pagaban. Se puede convertir en algo que te vuelve adinerado”, dice. 

mlmt / ams