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Bety Cariño, a seis años del asesinato de la activista

Fue asesinada por un grupo paramilitar, y su caso se ha mantenido en la impunidad, pues hasta el momento sólo se han capturado cuatro responsables

Escrito en ESPECIALES LSR el

CIUDAD DE MÉXICO (La Silla Rota).- El palacio de Gobierno de Oaxaca amaneció cubierto con mantas rojinegras: “Castigo a los culpables del asesinato”, se podía leer en las oficinas de Gabino Cué, desde el pasado lunes por la mañana.

 

“Aquí mi casa, mi trabajo y mi vida después del desplazamiento 2010-2016”, recuerda otra de las lonas instaladas por mujeres y hombres originarios del poblado de San Juan Copala, quienes mantienen un campamento para recordar la expulsión de sus tierras y del asesinato de la única que ha velado por sus derechos: la activista Bety Cariño, quien fue asesinada por un grupo paramilitar, y cuyo caso se ha mantenido en la impunidad, pues hasta el momento sólo se han capturado cuatro de los 14 responsables, y se desconoce las verdaderas razones de su homicidio.

 

¿Quién fue Bety Cariño?

 

Alberta Cariño Trujillo, mejor conocida como ‘Bety’, se trasladaba por el paraje de Los Pinos, en el camino de la Agencia Municipal de la Sabana a San Juan Copala, Juxtlahuaca, Oaxaca, a bordo de una camioneta tipo Suburban, acompañada del finlandés Jyri Antero Jaakkola, integrante de la organización Unión Uusi Tunli ry (Nuevo viento).

 

La tarde del martes 27 de abril de 2010, la carretera fue bloqueada con piedras. Al descender del vehículo, ambos activistas fueron baleados, ocasionándoles la muerte.

 

La historia es recordada, para La Silla Rota, por Ivette Lacaba, amiga y compañera de lucha en San Juan Copala y en la lucha contra mega proyectos de minería en la defensa del territorio.

 

“Ella representaba muchas luchas y estaba en varias campañas sociales por todo el país, había viajado hasta la ONU en defensa de las mujeres indígenas entre tantas cosas”, dice la también activista, quien recuerda con orgullo a Cariño.

 

Sus orígenes mixtecos llevaron a Bety Cariño a marcar una tajante línea siempre a favor de la ecología, la resistencia a la construcción de grandes presas y proyectos mineros, la autodeterminación de los pueblos, la promoción de radios comunitarias y el apoyo al municipio autónomo de San Juan Copala.

 

Inició su lucha combatiendo a la granjas avícolas y fábricas de mezclilla en las comunidades del valle de Tehuacán, Puebla, que contaminaban el agua. Y es recordada en la comunidad por haber organizado a las mujeres vendedoras de tortillas, haber desarrollado proyectos de economía solidaria, así como la fundación de diversos centros de apoyo a migrantes.

 

Bety Cariño, acompañada de su esposo Omar Esparza, fundó el Centro de Apoyo Comunitario Trabajando Unidos (Cactus), asociación civil dedicada a desarrollar proyectos de educación popular alternativos, derechos indígenas y derechos de la mujer.

 

Beatriz Cariño formó parte de una generación de activistas de izquierda alejada de la clase política.

 

 

La emboscada de San Juan Copala

 

Hablar de San Juan Copala es complicado, reconoce, Ivette, pero recuerda que en aquel conflicto, los grupos paramilitares tenían encerradas a las mujeres y “si salían, las asesinaban”.

 

“La mujeres estaban encerradas, faltaban medicinas y alimentos, y Bety organizó una caravana internacional, con diversas organizaciones para llevar seis, siete camionetas”, recuerda la activista.

 

El 27 de abril de 2010 la prensa nacional e internacional se percató de la existencia de San Juan Copala, poblado triqui que durante décadas previas, y hasta la fecha, padece conflictos por el control de la comunidad, por la existencia de grupos paramilitares, por la falta de recursos gubernamentales o por la pobreza extrema en la que viven sus habitantes.

 

Aquel día, partió la denominada ‘Caravana de Observación por la Paz’, conformada por al menos 50 personas, entre periodistas, activistas y observadores internacionales, quienes se dirigían a la región triqui.

 

La Caravana partió de la Plaza de la Libertad de Expresión, ubicada en el centro de Parque Independencia de Huajuapan de León y llegaría hasta el poblado a fin de romper el cerco que mantenían los grupos paramilitares, llevar alimentos y servicios a la comunidad.

 

El ataque ocurrió en la tarde. Fueron emboscados  y con fusiles tipo AK-47 dispararon contra los activistas.

 

En el ataque murieron Alberta Cariño Trujillo y el finlandés Jyri Antero Jaakkola. También resultaron heridos los activistas Mónica Citlalli Santiago Ortiz, Noé Bautista Jiménez y el periodista David Cilia.

 

El resto, fueron capturados, encañonados, despojados de sus pertenencias y liberados posteriormente.

 

El ataque se lo adjudicaron los grupos denominados Unidad de Bienestar Social de la Región Triqui (Ubisort) y el Movimiento de Unificación y Lucha Triqui (Mult), grupos que supuestamente mantenían la custodia de la tierra desde 2007.

 

El territorio, controlado por los grupos paramilitares mantenía disputas históricas por la autoridad municipal derivadas de conflictos de tierras y pugnas familiares.

 

“Asesinaron a más indígenas triquis ahí, pero no se tiene el registro, y las camionetas desaparecieron, nosotras organizamos tres caravanas más y nunca pudimos llegar, nos habían sitiado”, rememora la activista.

 

Así, el gobierno de Oaxaca decidido dejar el territorio a manos de los grupos organizados de la región.

 

Lo cierto es que, a seis años de la emboscada paramilitar, aún se desconocen las verdaderas causas del ataque.

 

“Ahora, estamos recordando el asesinato de Bety Cariño, una defensora de los derechos de las mujeres y de los hombres, un 27 de abril fue asesinada impunemente”, recuerda Ivette.

 maaz