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Así cuidan su predio de “paracaidistas” damnificados del sismo

“Estamos peor que hace un año”, consideran adultos mayores que han sufrido hasta asaltos en el campamento, a la espera de reconstruir sus departamentos

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Escrito en METRÓPOLI el

Para Jorge Martínez Mendoza, de 77 años de edad, en estos 12 meses después del sismo del 19 de septiembre de 2017 ha tenido que empezar de cero. Se quedó sin casa, ropa y muebles. Todo el esfuerzo de una vida se enterró entre los escombros del edificio que estaba en Concepción Béistegui, en el número 1503 de la colonia Narvarte Poniente.

“Estamos peor de cuando empezamos porque en un año no trabajamos, somos mayores de edad, nos quedamos sin casa. ¿Quién nos ayuda? No tenemos apoyo, y no pudimos sacar nada de pertenencias, ni siquiera algo de ropa. Todo se fue a la basura”. 

Gastos millonarios en consultorías de imagen e inversiones opacas, la ineficiencia de la Reconstrucción

Después del temblor, sus habitantes instalaron un campamento para resguardar los restos del edificio y evitar el saqueo. A un año, las casas de campaña continúan sobre la banqueta. Lo que quedó del inmueble fue demolido por el gobierno capitalino y, a pesar de que está el espacio vacío y permanece tapado el predio, los vecinos continúan vigilando, ahora por miedo a que sea invadido. 

“Hemos estado aquí para cuidarlo. Ha venido mucha gente que se quiere meter como los de Antorcha Campesina o Los Panchos Villa, nada más nos andan viendo para que en cuanto lo dejemos solo, ellos se puedan meter”. 

En el edificio de la delegación Benito Juárez, que tenía 70 años de antigüedad había ocho departamentos y cinco accesorias. Estaba en la esquina de Concepción Béistegui y Yácatas. El temblor de 7.1 grados Ricther ocasionó que se cayera la mitad del lado poniente. Se partió a la mitad; una quedó en pie y la otra colapsó.  

El derrumbe no causó ninguna víctima mortal. La mayoría de sus habitantes son adultos mayores y, a la hora del sismo, hubo quienes lograron salir antes de que se desgajara y otros no estaban en su vivienda, como el señor Jorge. 

“Yo estaba en el hospital cuando tembló, había ido a mi cita mensual y mi esposa salió a la 1 por mis nietos al kínder, aquí cerca, y cuando ya estaban con ella en la banqueta fue el sismo. Todos nos asustamos mucho, pero lo bueno fue que no nos pasó nada”. 

Relata que se tardó mucho en llegar a la colonia y cuando quiso entrar a la calle ya estaba cerrada. No sabía lo que había ocurrido y nunca pensó que su edificio se había colapsado. 

“No me querían dejar pasar y les dije que yo vivía en Concepción, me contestaron que se había caído un edificio, les pregunté cuál y cuando me dijeron que fue el que estaba en la esquina, supe que era el mío y en eso sentí como si me hubieran llenado de clavos el cuerpo, casi me desmayo”. 

El edificio fue el primero de la lista para demolición, la cual inició el 14 de octubre de 2017 y duró unos días. También será el primero en reconstruir, aunque no con el apoyo de los gobiernos central ni delegacional.

“Ellos no nos apoyaron en nada para la reconstrucción, sólo el gobierno de la ciudad nos está dando una ayuda de 4 mil pesos, que pues la verdad no nos alcanza mucho, pero algo es algo. En todo este año hemos vivido con mi suegro, aunque ya nos sentimos arrimados, no hay como tener su propia casa”. 

¿CÓMO SERÁ LA RECONSTRUCCIÓN?

Debido a que los vecinos no aceptaron la opción de las autoridades para obtener un préstamo del Instituto de Vivienda (INVI), pues no están en condiciones de endeudarse 30 años ni tampoco optaron por la vía de la lucha como la organización Damnificados Unidos, la reconstrucción será de manera externa. 

Explica que la reconstrucción la realizarán por medio de un “préstamo puente”, es decir, una compañía particular conseguirá la financiación de 20 millones de pesos para levantar el edificio. Se construirán dos niveles más de departamentos, los cuales serán vendidos por la empresa y con ese dinero se pagará la obra. Mientras tanto, el predio se queda hipotecado. 

En diciembre oficializarán el contrato y, si todo sale bien, a partir de enero comenzará la construcción. Durante esos meses seguirán en el campamento para vigilar que nadie lo invada. 

“Como el préstamo puente dilata entre dos y tres meses, estamos esperando a que lo otorguen y pues el terreno lo vale, no lo queremos perder, además de que es nuestra única propiedad”. 

El señor Jorge comenta que su familia adquirió el departamento después de 1985. “Un pariente me lo vendió. Estaba en muy buenas condiciones y grande, medía más de 120 metros cuadrados. Aquí estuvimos 30 años hasta que se cayó. No pensamos que se iba a caer porque le dábamos mantenimiento”.

En este año, después del sismo los vecinos han pasado de todo en el campamento: lluvia, calor, vientos e incluso seis asaltos. 

“Se han metido a robar a punta de pistola y se han llevado lo que tenemos aquí para todos: un refrigerador, un hornito, dinero y otras cosas. Los asaltos han sido en la noche, porque aquí esta muy solo y como la delegación nos dejó de mandar patrullas, los delincuentes lo aprovechan”. 

Después del sismo, el apoyo no se hizo esperar al igual que en otros edificios colapsados. Durante las primeras horas llegaron muchos voluntarios a ayudarlos o gente que les llevaba víveres. 

“Perdimos todo, como quedó muy dañado el edificio no pudimos entrar a rescatar nada, nos quedamos solo con lo que traíamos puesto y pues al principio aceptamos todo lo que nos traían. Después, al pasar los meses nos fueron olvidando, aún así aquí seguimos”.  

ams