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Las 24 horas sin Andrés Manuel y otras vicisitudes

Por primera vez en 70 días de campaña y en vísperas del tercer y último debate presidencial, parecía que Andrés Manuel escapaba del mundo

Escrito en NACIÓN el

Mérida, Yucatán.- A las 20:30 horas del lunes 11 de junio con portafolio en mano, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) bajó del avión que lo trasladó de Tuxtla a Mérida, enfiló hacia una camioneta acompañado por Beatriz Gutiérrez Müller y Jesús Ernesto, su esposa y su hijo menor. “Este arroz ya se coció”, dijo con romance a una multitud de 50 lopezobradoristas que lo vitoreaban y abordó.

Con prisa de cronómetro el automóvil enfiló por la carretera 261, viró en el periférico “Licenciado Manuel Berzunza” y se le perdió a los reporteros y simpatizantes que lo seguían en medio de la oscuridad meridiana. Por primera vez en 70 días de campaña y en vísperas del tercer y último debate presidencial, parecía que Andrés Manuel escapaba del mundo.

Como sumergida en el inframundo de un cenote, la camioneta del tabasqueño escapó con destino desconocido. La prensa lo supo, con alarma, cuando observaron que César Yáñez, incondicional del tabasqueño, se quedó en Mérida recibiendo una lluvia de mensajes de Whatsapp: “¿A dónde fue el candidato?”, le preguntaron en mayúscula más de una docena de contactos.

Los celulares de Julio Scherer y Yeidckol Polevnsky compartieron el castigo chacalero; pese a la insistencia no hubo respuesta. Avanzada la noche, la reportera de un medio nacional tomó el teléfono y con tono derrotista informó a alguien que estaba del otro lado de la bocina y a más de mil kilómetros del caribe: “¡No sabemos dónde está el peje!”.

Samuel Pech, un indígena maya que pedalea un triciclo atiborrado de troncos que vende como leña entre Muna y Ticul –al sur de Yucatán–, contó a muy temprana hora:

“Yo vi que pasó una camioneta, era Andrés Manuel”.

De huaraches, pantalón negro y gorra con logo de Superman que intenta distraer el hecho de que no usa camisa, Pech explica que por la zona hay haciendas “enormes” que se rentan los fines de semana.

A las 10:15 de la mañana, desde el círculo cercano del candidato se responde a la insistencia whatsapera:

“Andrés está fuera de Mérida con su esposa y su hijo visitando haciendas, museos y cenotes, seguramente… está de relax (sic)”.

Juanita, otra indígena que vende piñas, mangos y sandías sobre la carretera 184, cuenta que desde muy temprano circulan rumores de que Andrés está por la zona. “Pero ya se sabría”, agrega con el característico y cantarín acento maya.

Mientras José Antonio Meade, Ricardo Anaya y “El Bronco” se pasean por la tierra blanca, alguien le ha puesto mute al romance AMLO-simpatizantes: las arengas no retumban, ni hay discursos maratónicos de 45 minutos; se han callado las promesas de campaña. López está desaparecido.  

A cuentagotas, el primer círculo del tabasqueño se asoma. Como protegidos por un bloqueador solar de fin de campaña en medio de los 37 grados de la península al mediodía, Yeidckol y Marcelo Ebrard aparecen volanteando en el centro de Mérida antes de declarar que Andrés llegará a tiempo a la cita en el Gran Museo del Mundo Maya.

“El peje no es de los que desaparecen ni una hora”, concluyen colectivamente quienes lo siguen. Los medios que lo acompañan desde aquella tarde soleada de Ciudad Juárez, Chihuahua, ponen sus esperanzas y sus micrófonos en las escalinatas del Museo Maya.

Por fin, Andrés aparece 24 horas después, a las 20:10 de la noche, ataviado en una filipina de lino que le ha recomendado, seguramente, un asesor antisistema de los códigos de vestimenta impuesto por el INE una semana antes.

“Es una camisa yucateca pero voy a cumplir con el compromiso que se hizo con los candidatos: tres de los candidatos optaron por traje, yo plantee a través de mi representante que usáramos guayabera, no se aceptó, me mayoritearon”, recita y los reporteros transcriben con las uñas carcomidas.

En su ausencia, Andrés Manuel no se enteró que, pese a la prohibición de usar guayabera en el debate impuesta por los consejeros del órgano electoral, los fabricantes reportaron ventas similares a los fines de semana.

“Hace rato un grupo de muchachos, parecían guardaespaldas, me compraron 10 guayaberas ‘presidenciables’ –estilo que se confeccionó especialmente para Luis Echeverría–“, presumió Santiago Che, mayorista del centro.

“Vinieron los del INE, todos se compraron una… una muchacha me pidió una rosa y otra morada”, agregó la tendera de la fábrica de enfrente.

“Parece 21 de marzo, día de la guayabera”, agregó otro comerciante alejado del primer que las oferta a precio del fin del mundo: 300 pesos cada una.

López Obrador no se enteró que en su ausencia el Estado Mayor Presidencial cerró la carretera 261 que va del centro de Mérida a Puerto Progreso por la cantidad, “inédita” como la llamó un taxista, de simpatizantes del PRI y el PAN. Y tampoco supo que apenas una pequeña minoría compuesta por no más de 50 lopezobradoristas corearon su nombre previo al debate.

A minutos de empezar el debate, el candidato por la vía independiente, Jaime Rodríguez Calderón, "El Bronco", fue el primero en llegar al recinto. Ahí advirtió que buscará que sus adversarios se den un beso. "Voy a ver si al rato le da el beso ‘Ricky Riquin Canallín´ a los otros", ironizó el gobernador con licencia de Nuevo León.

"Les adelanto que voy relajado estoy bien. Esta es la tercera caída, los debates son como lucha libre. Vengo porque es obligación de estar aquí, pero voy a ver si no se pelean los otros tres. Creo que ya traen pleito voy a ver si le da un beso ‘Ricky Ricky Canallín’ a Andrés Manuel", dijo.

Acompañado por su esposa Juana Cuevas y por miembros de su equipo de campaña, José Antonio Meade llegó confiado de ganar el debate y la elección. "No tengan absolutamente ninguna duda esta elección la vamos a ganar con contundencia y siempre apegados a derecho", aseveró.

Ricardo Anaya, en cambio, ingresó al Gran Museo del Mundo Maya sin decir una palabra. Sobre el candidato del Frente pesan acusaciones y señalamientos de lavado de dinero y ahora una demanda formal ante la PGR que ya atraerá la SEIDO.

Con guayabera, contrario a lo estipulado por el INE, Andrés Manuel llegó a la sede acompañado de su esposa, Beatriz Müller.

“Vengo con guayabera porque estoy en Mérida, pero voy a ser escrupuloso con todas las reglas”, y durante el debate, lució con traje y corbata.

Después, el tabasqueño se volverá a internar en la selva maya. Este miércoles promete estar a las 10:30 de la mañana en un mitin. Se ausentará apenas 12 horas.




AJ