Pensar en los cuidados inmediatamente nos remonta al vínculo afectivo que involucra el cuidar a una persona, a varias o incluso a animales de compañía; los lazos familiares muchas veces son centrales en este tipo de actividad.

También podemos tratar de indagar lo que significa el cuidado de las personas en los ámbitos relacionados con el sector salud, ocupaciones tales como la enfermería o la medicina no sólo incluyen un componente de adiestramiento laboral, sino también un elemento de empatía que en ciertas ocasiones nos remite al tema de la calidez humana o la falta de ella. Además, las actividades de cuidados también nos pueden remitir a diferentes ámbitos o momentos, por ejemplo, lo que acontecía en las escuelas en nuestros años infantiles, a algunas maestras que nos ayudaron a incursionar en el mundo del conocimiento con esmero.

En fin, una primera pregunta sería ¿hay alguna manera de medir la importancia de esta actividad humana, la cual es sustancial para nuestra existencia?

LOS NÚMEROS Y LOS CUIDADOS

Para responder a esta pregunta los números pueden ser de gran ayuda. Un primer aspecto por conocer es la magnitud del cuidado o más bien de los cuidados, un segundo aspecto se refiere a la diferencia de esa magnitud para distintos grupos poblacionales y, un tercer aspecto, sería dimensionar cómo a lo largo del tiempo las características de los cuidados han cambiado o si han permanecido prácticamente inamovibles.

Pensemos en una actividad concreta de cuidado como es la de ayudar en las tareas escolares. Los datos más recientes, según la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT) 2019, nos permiten enterarnos de que cerca del 45% de la población de 12 años y más realiza este tipo de cuidado sin remuneración alguna, pero ¿el involucramiento de esta actividad es similar entre mujeres y hombres? La respuesta es negativa; la mitad de las mujeres de 12 años y más realiza esta actividad, mientras solo el 35% de los hombres lo hace. Además, mientras ellos sólo destinan 2.7 horas promedio a la semana, ellas dedican 4.3 horas.

Con este ejemplo podemos darnos cuenta de que un simple número puede ayudarnos a visibilizar aquellas actividades que muchas veces son ignoradas. Al contar con el dato distinguiendo el grado de involucramiento de mujeres y hombres, no sólo estamos mostrando diferencias, sino que también estamos dando elementos sustantivos para comprender por qué esas diferencias devienen en desigualdades, es decir, es la división sexual del trabajo el entramado que reproduce una de las desigualdades sustantivas en nuestra sociedad. Las actividades domésticas y de cuidados que realizan fundamentalmente las mujeres en sus casas representan trabajo no pagado, a pesar de que son esas actividades las que permiten sostener la vida de los seres humanos.

Regresemos a los números, ¿de dónde salen? De la información captada en las encuestas de uso del tiempo. En estas encuestas se pregunta cuántas horas se dedican a un conjunto diverso de actividades, entre ellas, preparación y servicio de alimentos, limpieza de la casa, de la ropa y calzado, mantenimiento y reparación en la vivienda, compras, trámites, gestión y administración del hogar, pero también el cuidado a integrantes del hogar menores de seis años, o bien, a mayores de 59 años de edad, o a aquellos integrantes del hogar que necesitan apoyo.

Si sumamos todos los tiempos de estas actividades encontramos que, en 2019, mientras las mujeres destinan 50.4 horas promedio a la semana, los hombres sólo destinan 19.6 horas promedio. Además, si comparamos con lo que ocurría hace 10 años (utilizando la encuesta de uso del tiempo de 2009) esa división sexual del trabajo prácticamente no ha cambiado.

Por ello, para cerrar esta reflexión, nos preguntamos ¿cómo transformar esa gran desigualdad? No hay otra forma que propiciar cambios en la sociedad que impliquen un reparto del trabajo no remunerado absolutamente diferente. La propuesta que hacemos es la de las 6R: reconocimiento, reducción, redistribución, representación, remuneración digna y relaciones afectivas para analizar en los diferentes espacios y trazar rutas de incidencia en la distribución de los cuidados.

Luz Galindo

Twitter: @Luzapelusita

Actualmente docente de la UNAM. Realizó su estancia postdoctoral en el CEDUA-COLMEX. Sus líneas de investigación son la perspectiva de género, políticas públicas, usos del tiempo, corresponsabilidad socialvida cotidiana y trabajo de cuidados, diversidad familiar y diversidad sexual, nuevas experiencias de ser hombres (masculinidades).

Edith Pacheco

Doctorado en Ciencias Sociales con especialidad en Estudios de Población, Centro de Estudios Demográficos y Urbanos de El Colegio de México. Maestría en Demografía, Centro de Estudios Demográficos y Urbanos de El Colegio de México. Licenciatura en Actuaría, Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México. Investigadora Nacional, Nivel III. Profesora-Investigadora en el Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales de El Colegio de México desde 1994. Líneas de investigación: 1) Género, familia y trabajo; 2) Trabajo agropecuario. Integrante de la Red de Cuidados en México.