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Así conquista el paladar mundial el aguacate mexicano

La violencia en Michoacán no ha frenado la meta de la industria del aguacate de aumentar las exportaciones

Escrito en DINERO el

El aguacate mexicano ha tomado relevancia en el comercio internacional, pese a que la producción en México se centra en territorios controlados por el crimen organizado y la ola de violencia, publicó el diario The New York Times.

En marzo, un grupo armado conocido como los Viagras —al parecer así nombrados por la manera como luce el cabello engomado hacia arriba de su líder— sembró el caos al incendiar decenas de vehículos y cerrar con éxito la principal carretera del estado. Un incendio tuvo lugar no muy lejos de donde un hombre de negocios estadounidense llamado Steve Barnard tiene una planta empacadora en Uruapan. “Conducir por las carreteras es demasiado peligroso”, dice Barnard. Los dueños de las granjas “deben tener mucho cuidado para que no los secuestren”.

Esta fruta que impulsa la economía michoacana y alimenta una obsesión estadounidense no es ni la marihuana ni las metanfetaminas, sino el aguacate, que los habitantes han comenzado a llamar “oro verde”.

México produce más aguacates que ningún otro país del mundo —cerca de un tercio del total mundial— y la mayoría de los cultivos se ubican en Michoacán. Un milagro del comercio moderno es que en 2017, el año con mayor violencia registrada en México, este estado agobiado por los cárteles haya exportado más de 771 millones de kilogramos de aguacate hass a Estados Unidos, lo que ayudó a que el aguacate superara a los plátanos como la fruta de importación con mayor valor en Estados Unidos.

Nueve de cada diez aguacates importados a Estados Unidos provienen de Michoacán.

El reportaje del New York Times destaca que “la verdadera maravilla del comercio mexicano del aguacate no es tanto su volumen, sino la velocidad de su crecimiento repentino”.

En aguacate se ha cultivado en México durante cerca de 9 mil años (se dice que cuando los conquistadores españoles vieron por primera vez esta fruta alargada a principios del siglo XVI, lo llamaron “aguacate” a partir de la palabra en náhuatl ahuacatl, que significa testículo). A pesar de esta historia antigua, México exportó muy pocos aguacates. No obstante, en 1994, a raíz de la firman del TLCAN empezó el auge. En aquel año, los estadounidenses consumían un poco más de medio kilo por persona al año, casi todo proveniente de agricultores californianos, cuya cosecha se da solo en el verano. Hoy en día, esa cifra ha aumentado a 3.2 kilogramos por persona al año.

En las semanas previas al Supertazón se consumió un estimado de 61 millones de kilogramos de aguacate (el día del campeonato de la NFL es cuando más aguacate se consume en Estados Unidos, seguido del 5 de mayo).

“El auge nos tomó a todos por sorpresa”, dijo Barnard, cuya compañía es la mayor distribuidora mundial de aguacate. “En verdad estamos batallando. Crecemos entre un 10 y un 15 por ciento al año, pero ni así podemos seguir el ritmo de la demanda”.

A menudo Donald Trump ha despotricado en contra del TLCAN, llamándolo “el peor acuerdo comercial jamás firmado”. Sin embargo, su enfoque en la pérdida de empleos de manufactura en EU —que se ha sentido de manera marcada en las industrias textil y automotriz— soslaya uno de los beneficios a largo plazo del tratado: la gran alza que ha provocado en el comercio agrícola y la satisfacción de los consumidores en los tres países. Con el TLCAN, el flujo de este producto mexicano a lo largo de todo el año ha llenado los huecos estacionales en los supermercados de Estados Unidos y ha modificado la forma de comer de los estadounidenses.

El auge del aguacate ha generado daño ambiental —algunos de los bosques de coníferas de Michoacán se han remplazado con huertos de aguacate—, pero ha sido bueno para los agricultores mexicanos que, gracias a esto, han podido resistir la tentación de unirse al narcotráfico o migrar a EU y para los estadounidenses que han podido atracarse de guacamole durante el invierno.

De acuerdo con un estudio de 2016 encargado por un grupo de mercadotecnia para compradores y productores de aguacates mexicanos, la cadena de suministro de esta fruta también ha creado cerca de 19 mil empleos en Estados Unidos y ha añadido más de 2200 millones de dólares al producto interno bruto.

“Los aguacates son la estrella del TLCAN”, dice Monica Ganley, experta en comercio para América Latina y fundadora de Quarterra, una consultora con sede en Buenos Aires.

“Pero es importante recordar que los beneficios fluyen en ambas direcciones”. Con el TLCAN, las exportaciones agrícolas de EU a México casi se han quintuplicado, hasta alcanzar los 18 mil millones de dólares por el auge de las ventas de maíz, soya y lácteos estadounidenses al sur de la frontera de Estados Unidos.

Trump aún no ha matado al TLCAN, pero mientras las negociaciones sobre un acuerdo renovado se dirigen a su octava ronda, una guerra comercial se cierne en el horizonte.

Sin embargo, el aguacate parece casi inmune a las turbulencias en casa y el extranjero, pues la demanda global sigue aumentando. La violencia en Michoacán, por ejemplo, no ha frenado la meta de la industria del aguacate de aumentar las exportaciones a Estados Unidos un 15 por ciento este año. Tampoco es que los nuevos aranceles vayan necesariamente a detener las importaciones mexicanas: Estados Unidos no puede saciar su apetito de aguacates en ningún otro lugar (ningún otro productor es tan grande) y los mexicanos no tienen ningún otro mercado tan grande tan cerca. El mayor efecto podría ser que los productores de aguacate ampliaran sus esfuerzos en otros mercados en desarrollo, en especial en el de mayor potencial: China.

NUEVOS MERCADOS

Hace una década, los aguacates eran prácticamente desconocidos en China. El país importó solo dos toneladas de ellos en 2010; el año pasado, fueron 32 mil 100 toneladas. La tendencia se aceleró en 2017, cuando KFC condujo una campaña publicitaria para sus envueltos de aguacate, que decía “El verde se pone rojo” (por lo picante) y presentaba a una estrella del pop con bigotes de aguacate.

México era el mayor proveedor de aguacate de China hasta el año pasado, cuando lo superó Chile (Perú también se está moviendo rápido). En el futuro, la competencia podría provenir de la misma China. Con el respaldo del gobierno, algunos hombres de negocios chinos están desarrollando plantaciones de aguacate en la provincia sureña de Guangxi. Si pueden conseguir un aguacate equivalente a la variedad latinoamericana a un precio más bajo, el mercado global podría cambiar.

No obstante, por ahora China está ajustándose. “Si pudiera poner cuatro trozos de aguacate en cada tazón de sopa de fideos en China”, piensa, “no tendríamos suficientes aguacates en el mundo”. Solo la producción mexicana se acercaría a tal demanda. Si la política comercial estadounidense se cierra, los agricultores de Michoacán podrían estar listos para enviar sus cosechas a China.

AJ