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90 años del PRI: el declive de la dictadura perfecta

El “partido inamovible” se encuentra muchos pasos atrás del poder a tal grado que sus dirigentes han pensado en cambiarle el nombre por tercera ocasión en su historia

Escrito en NACIÓN el

"México es la dictadura perfecta. La dictadura perfecta no es el comunismo. No es la URSS. No es Fidel Castro. Es México. Tiene las características de la dictadura: la permanencia, no de un hombre, pero sí de un partido (el PRI) que es inamovible".

Esas fueron las palabras que el escritor peruano y premio nobel de literatura, Mario Vargas Llosa, dijo en 1990, hace casi tres décadas, en un programa transmitido por Televisa.

Tan solo 10 años después de las palabras de Vargas Llosa, el partido tricolor perdía por primera vez una elección presidencial. Francisco Labastida fue vencido por el panista Vicente Fox. La alternancia duró apenas otro sexenio más, tras la polémica victoria de Felipe Calderón, también blanquiazul, en 2006. 

Fue entonces, en 2012, cuando el PRI regresó al poder de la mano de Enrique Peña Nieto. La nueva generación de priistas devolvía la silla al partido predominante. Lo que parecía un retorno irreversible se convirtió en un sexenio de innumerables señalamientos por corrupción y violencia histórica, lo que quitó al PRI de nuevo del camino. 

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Hoy, a 90 años de la creación del PRI, esta “dictadura perfecta” se mira lejos. El “partido inamovible” se encuentra muchos pasos atrás del poder a tal grado que sus dirigentes han pensado en cambiarle el nombre por tercera ocasión en su historia.

En las elecciones del 2018, Andrés Manuel López Obrador se convirtió en el presidente más votado en la historia democrática del país, 30 millones 113 mil 483 sufragios, es decir, el 53.19% de los votos.

En contraste, el candidato del PRI, José Antonio Meade, fue el priista con menos votos de su historia, al alcanzar apenas 9 millones 289 mil 120 sufragios, lo que representa el 16.40% de los votantes.

Por si fuera poco, el PRI fue prácticamente borrado en el Congreso. En el Senado de la República obtuvieron 13 de los 128 escaños, mientras que en la Cámara de Diputados 45 de 500 curules.

En la Cámara Alta son la tercera fuerza política y en San Lázaro son apenas la quinta, debajo de partidos como el PT y el PES, este último que perdió su registro en las pasadas elecciones.

CORRUPCIÓN, LA LOSA FINAL

La Casa Blanca fue el emblema de la corrupción en el sexenio de Peña Nieto. Un inmueble valuado en 7 millones de dólares, ubicado en Lomas de Chapultepec, una zona exclusiva en la Ciudad de México y adquirido a través de Grupo Higa, constructora favorita del mexiquense.

Angélica Rivera, entonces primera dama, salió a decir que esa casa era suya, no de su esposo y que la había pagado con todos sus ahorros que obtuvo de trabajar, desde muy joven, en Televisa. Nadie lo creyó.

Sin embargo, el golpe final vendría unas semanas después, cuando 43 normalistas de la Escuela Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa fueron desaparecidos en Iguala, Guerrero, por Policías Municipales en contubernio con el crimen organizado.

Estos dos hechos marcaron un antes y un después en la imagen del gobierno de Enrique Peña Nieto. Al inicio de su gobierno el mexiquense era mostrado como un trasformador, el Pacto por México y las Reformas Estructurales le ganaron el mote del “reformador”, así como una portada en la revista Time con el título “Saving Mexico [Salvando México]”.

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Las tibias respuestas en el caso Ayotzinapa y la Casa Blanca provocaron una caída en su popularidad, misma que nunca se detuvo.

Por si fuera poco, a unas semanas de dejar la presidencia, Enrique Peña Nieto fue acusado en una corte de Brooklyn, Nueva York, de haber recibido 100 millones de dólares del Cártel de Sinaloa.

Alex Cifuentes, narcotraficante colombiano, mencionó al priista en el litigio contra Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, donde aseguró que en una primera instancia el mexiquense pidió 250 millones de dólares, pero el acurdo llegó solo a 100.

El soborno, según el capo colombiano, se consumó en octubre de 2012, unas semanas antes de tomar posesión como presidente. El dinero era para protección al Cártel de Sinaloa. Peña Nieto negó los señalamientos, asegurando que su gobierno capturó dos veces y extraditó a su máximo líder, el propio Guzmán Loera. 

Pero el mérito no sólo es de Peña Nieto, junto con él una camada de gobernadores enfundados en la idea de un nuevo PRI fueron acusados de corrupción, muchos de ellos pisaron la cárcel.

Los Duarte fueron los casos más sonados. Javier Duarte de Ochoa, exgobernador de Veracruz, acusado por la Auditoria Superior de la Federación (ASF) de desviar 60 mil millones de pesos del erario. Detenido en Guatemala y extraditado a México, fue sentenciado a 9 años de prisión.

César Duarte, exgobernador de Chihuahua, habría desfalcado al estado por 6 mil millones de pesos, según acusó su predecesor Javier Corral. Actualmente sigue prófugo.

Roberto Borge, exmandatario de Quintana Roo, acusado de lavado de dinero y de rematar propiedades del estado a precios subvalorados a prestanombres y familiares. El daño al erario en su mandato habría sido de 16 mil millones de pesos.

Rodrigo Medina, exgobernador de Nuevo León, acusado de peculado, daños patrimoniales y ejercicio indebido de funciones, pisó la cárcel pero un juez lo dejó ir bajo fianza.

Roberto Sandoval, exmandatario de Nayarit, acusado de desviar 2 mil 700 millones de pesos y de tener nexos con el crimen organizado. Continúa libre.

Por si fuera poco, el PRI le dio la espalda a sus militantes cuando cambio sus estatutos para que cualquier ciudadano, priista o no, pudiera contender por la candidatura la presidencia, así fue como Meade, respaldado por Peña Nieto, llegó a ocupar el puesto.

Actualmente, la crisis ha llegado a la cúpula priista. En un año han pasado tres personas en su dirigencia: Enrique Ochoa, René Juárez y Claudia Ruiz Massieu.

Por si fuera poco, se renovará una vez más la dirigencia con Ivonne Ortega, exgobernadora de Yucatán, como la, hasta ahora, única que se ha postulado públicamente para el cargo. Alejada del grupo Atlacomulco liderado por Peña Nieto, un nuevo aire llegaría al PRI.

djh