Main logo

Y no fueron felices para siempre

Dinsey está pasando por un interesante proceso, junto con su brazo más creativo, Pixar Animation Studios.

Por
Escrito en OPINIÓN el

¿Final Feliz?

 

Para mi generación, y para muchas personas a lo largo del siglo XX, ése era el gran regalo o la recompensa que nos ganaríamos por seguir las reglas, digo por ser buenos chicos y buenas personas. Cualquiera que hubiera visto una película de Disney lo sabía, si te portas mal te vuelves un burro como Pinocho, o al menos ves aterrorizantes elefantes de colores como le pasa a Dumbo. Pero si te portas bien y no dejas de luchar al final estarás con alguien que te amará para siempre y los chicos malos serán castigados de formas ejemplares, casi siempre con su muerte accidental.

 

Sin embargo, esta idea tan romántica y maniquea no corresponde en realidad a la gran mayoría de las historias tradicionales europeas -nos guste o no de ahí provienen la gran mayoría de nuestros cuentos de hadas- que sirvieron como base para las películas y tenían muchos tipos de moralejas. El que podríamos llamar protagonista de la historia moría ignorado por el objeto de sus afectos, sufría indeciblemente sin lograr su objetivo, cometía actos terribles antes de redimirse y encontrar el amor, etcétera.

En muchos sentidos los cuentos de hadas (Caperucita Roja, la Sirenita, Cenicienta, Hansel y Gretel, por mencionar algunos) eran originalmente historias para educar a través del miedo a los jóvenes y mostrar los extremos a los que la gente era capaz de llegar con tal de lograr lo que querían, quizá era la influencia de la dramaturgia clásica donde hasta los dioses tenían límites y defectos que eran capaces de violar o matar si así lograban lo que deseaban.

 

Esto duró, como ya apunté arriba, hasta el pasado siglo cuando Walt Disney le dio un giro de inocencia y maniqueísmo a esas historias y el final siempre era feliz. El amor lo logra todo, parecía decir a través de sus películas animadas.

 

Sin embargo, eso tampoco me parece una buena forma de educar. La vida no es un camino de rosas, pero tampoco es un sendero de brasas, ninguna de las dos opciones dura para siempre y muchas veces las circunstancias que atravesamos son responsabilidad nuestra, de nuestras decisiones.

Por eso, a pesar de que yo adoro muchas de las historias del período clásico de Disney, aun me da cierta preocupación que mis hijos de tres años sean tan fanáticos de la versión de Walt de Blanca Nieves, La Cenicienta o incluso de La Sirenita o La Bella y La Bestia.

 

Por fortuna, y como he apuntado en varias ocasiones en este espacio, la compañía del Mickey Mouse está pasando por un interesante proceso de aggiornamento y junto con su brazo más creativo, Pixar Animation Studios, nos ha traído historias que no se van hacia ningún extremo de este espectro sino que intentan mostrarnos narrativas un poco más cercanas a la realidad con las que tenemos que lidiar en nuestra vida diaria, sin por ello tener que renunciar a la fantasía y la creatividad.

 

Con esta forma de contar historias los dos gigantes de la animación estadounidense nos  entregan ahora una de las mejores películas de este año y muy probablemente  un “clásico instantáneo”, como a muchos les gusta decir: Inside Out (Docter y Del Carmen, 2015).

Intensa Mente, como titularon a esta producción en nuestro país, sigue fielmente algunas de las premisas de Docter en sus dos filmes anteriores con Pixar: Romper esquemas de nuestra visión tradicional del mundo y crear personajes altamente empáticos envueltos en fantásticos escenarios.

 

Basta recordar que en sus dos entregas anteriores Docter nos llevó a jugar con la cuarta dimensión con las puertas de Monsters Inc. Y la posibilidad de hacer volar de forma eficaz una casa, desafiando todas las leyes de la física, para entender el por qué de un cuarto del pensamiento abstracto  que deben atravesar Alegría y Tristeza o la existencia de un amigo imaginario que es más inteligente emocionalmente que las propias emociones de la niña  alrededor de la cual gira la trama.

 

En cuanto a los personajes, Alegría, Bing Bong y Tristeza ya tienen asegurados sus lugares en el panteón de Pixar, al lado de Sully, Mate o Buzz. ´Nuff Said.

Aunado a esto, en esta entrega Docter también pone de manifiesto su interés por presentarnos tramas que NO son exclusivas para niños, sino historias mucho más complejas que entretengan  a chicos y grandes mientras tocan temáticas profundas que nos llevan a reflexionar, hasta llevarnos a sufrir un poco sus historias.

 

La historia de la transición de Riley de niña a adolescente nos enfrenta al hecho de que nuestro mundo no está formado de emociones puras y absolutas como muchos quisiéramos, característica en muchos sentidos de la infancia, sino de una amalgama emotiva que refleja la complejidad de ser adultos en el mundo que nos ha tocado vivir.

 

¿Mi momento favorito? Cuando Riley se da cuenta que sus papás sienten lo mismo que ella y tienen que lidiar con ello, como adultos. Sin finales felices y falaces, sino posibilidades frente a nosotros de decidir quiénes somos y vamos a ser.

 

Final cut

 

¿Alguien puede decirme en qué persona de la vida real se basaron para crear el piloto brasileño de helicóptero?, tengo una propuesta de negocios que hacerle si lo averiguo.

 

eduardohiguerabonfil@gmail.com   @HigueraB