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Washington vs Bruselas

Una cosa que me impresionó fue la similitud que tiene la capital europea con Washington en materia de política.

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Escrito en OPINIÓN el

La semana anterior estuve visitando Bruselas. Como todos sabemos, esta ciudad es la capital de Bélgica, y también la sede de las instituciones de la Unión Europea. Es una urbe por demás interesante y desde mi punto de vista, profundamente similar a Washington, DC, en los Estados Unidos –claro, en algunas cosas sí, como las políticas, y en otras no, como las costumbres– pero me gustaría contar un poco de mis impresiones.

 

Para comenzar, Bruselas, capital de Bélgica, es un país que está situado entre Holanda, Francia y Alemania (por esta razón, los idiomas oficiales belgas son el francés, el alemán y el neerlandés). Todo mundo habla inglés (unos mejor que otros, pero en general bastante bien todos) y se puede uno comunicar perfectamente en este idioma. Inclusive en español, pero en muchos casos, hay muchos españoles que están trabajando por acá, y por supuesto que la comunicación en nuestro idioma es más sencilla. Pero más allá de todo, Bruselas me parece –como ciudad– enorme.

 

Tiene grandes suburbios (de clase media y media baja) y el centro de la ciudad es precioso, pero pequeño. La plaza central (conocida como “Grand Place”) une a todos los turistas y locales en esta época navideña para tomar un vino caliente o un hot-dog (llamado “Bratwurst” que es lo mismo, pero  en un “bolillo”). En fin, la primera gran diferencia que encuentro entre Bruselas y Washington DC es el tema de la venta de alcohol. Mientras que nadie me pidió una identificación para saber si soy mayor de 21 años, todo mundo me vendió una cerveza o un vino caliente para el frío invernal; y mucho menos hubo restricciones de donde podía tomármelo, pues los puestos estaban en la calle.

 

En Washington esto sería impensable. Nadie vende alcohol sin que se haya identificado como mayor de 21 años y mucho menos en la calle (a menos que esté perfectamente delineado hasta donde se puede beber, y sacar las bebidas de allí es un crimen). Por supuesto que si uno tiene la mala suerte de ser extranjero y no traer consigo su pasaporte en el Distrito de Columbia, por más que la credencial para votar sea una identificación oficial, en Washington probablemente lo único que van a venderle a uno sea un refresco. Y hablando de eso, otra gran diferencia es la espontaneidad con que algunas cosas pasan: Por ejemplo, en esto de la venta de productos lácteos y embutidos en plena calle, nadie se fija si el tendero cobró sus euros con la misma mano con que partió el queso: esta es otra cosa que sería impensable en Washington, bajo pena que el cliente le exija al mesero o al despachador que se lave las manos en su presencia (hay una norma que así lo permite).

 

Pero más allá de la vida cotidiana europea (lejos de las posturas restrictivas y normativas que suele haber en los Estados Unidos), una cosa que me impresionó fue la similitud que tiene la capital europea con Washington en materia de política. Como decía al principio, las grandes instituciones de la Unión Europea como el Parlamento Europeo, la Comisión Europea o el Consejo de la Unión Europea se encuentran en la capital belga. Y desde aquí se toman las grandes decisiones políticas para Europa. Por ejemplo, no es casualidad que haya más de 14,000 “lobbyistas” o cabilderos registrados en Bruselas. ¿Y esos qué hacen? Pues ni más ni menos que promueven sus intereses y los de las empresas que representan en el Parlamento Europeo y en las distintas comisiones que están aquí. Igual que en Washington.

 

El ambiente de trabajo en Bruselas es similar al de la capital estadunidense. La gente que trabaja y se dedica a la política es mucha. Casi todos aquellos que uno observa en las mañanas comprando café, o marchando a su trabajo, van discutiendo temas de seguridad, economía o integración. La gente tiene claro que Bruselas es una ciudad de instituciones, más que de monumentos. Si alguien quiere pasear y conocer poblados de “cuento de hadas”, tendría que ir a Brujas o Gante, pero no a Bruselas, porque en general, es una ciudad altamente dinámica para todo aquel que quiere hacer carrera profesional.

 

Por último, quiero decir que Bruselas y las instituciones de la capital europea no están exentas de problemas y desde mi punto de vista veo dos: la falta de creación auténtica de una “identidad europea” real entre todos los países (son todos tan diferentes) y en segundo lugar, la verdadera integración económica, pues un euro no es lo mismo para un español que para un alemán y así de grandes son las diferencias. Pero en materia política, hay otras cosas que también necesitan mejorar su funcionamiento: por ejemplo, el Parlamento Europeo. De pronto, todo esto me recordó el famoso “Shutdown” del año pasado en Washington, y aunque aquí no llegan a eso, también hay retos importantes en materia de consenso.

 

Al final del día me quedo con un buen sabor de boca de la visita a Bruselas y de haber conocido más de cerca el funcionamiento de las instituciones de ese lado del mundo. La pregunta que tengo ahora es: ¿Sería posible una “Unión Americana”? Pero no me refiero a Estados Unidos, sino al continente. Pero una unión real y un parlamento americano real. Aunque el europeo tiene muchos problemas, al menos tiene clara la visión para dónde quisiera ir y lo que le gustaría ser.

 

¿Nosotros podemos decir lo mismo?

 

@fedeling