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Un presupuesto mal orientado

El gasto público destinado a la función de desarrollo económico ha disminuido en los últimos años.

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Escrito en OPINIÓN el

En pasadas entregas hemos insistido, a partir del análisis del paquete económico[1] y de los ingresos presupuestarios,[2] en los temas relacionados con la responsabilidad hacendaria y la sostenibilidad de las finanzas públicas.

 

En este contexto, ante la próxima aprobación del Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF) por parte de la Cámara de Diputados, adquiere especial relevancia analizar el destino del gasto público y cuáles son las prioridades al que éste se asigna.

 

Diversos economistas, financieros y analistas coinciden en que la orientación del gasto público tiene un papel fundamental en la dinámica de la economía de cualquier país; es decir, se trata del conocido efecto multiplicador[3] pues por el lado de la demanda agregada,[4] sirve para inyectar recursos monetarios a la economía con la adquisición de bienes y servicios y de la inversión en proyectos de infraestructura, lo cual genera una buena cantidad de empleos formales.

 

Por tales razones consideramos que, en el caso de México, un gasto público bien orientado puede funcionar como una herramienta fundamental tanto para el crecimiento económico como para hacerle frente a las recesiones financieras. A pesar de que existe evidencia que lo demuestra plenamente, la gestión del presidente Peña Nieto se ha encargado de anular, por medio de los recortes al gasto público, la dinámica interna de la economía mexicana y el bienestar social de los mexicanos.

 

En efecto, al analizar en forma comparativa y retrospectiva el PPEF para 2016, pareciera que el Gobierno Federal pretende anular el bienestar económico de los hogares mexicanos, a través de recortes en áreas sumamente sensibles como son el desarrollo social y económico.

 

Para arribar a tales conclusiones, partimos de analizar el gasto público conforme a una de sus dimensiones básicas:[5] la clasificación funcional en la que se agrupan las erogaciones del Presupuesto de Egresos de acuerdo al destino que éstas tengan en la prestación y oferta de bienes públicos, ya sea que se trate de funciones de Desarrollo Social, Desarrollo Económico, de Gobierno o bien, otras no consideradas en las anteriores.

 

Consideramos que la reingeniería del gasto público a través de una metodología de enfoque base cero restó importancia al gasto que es necesario para detonar el crecimiento económico del país, pues al comparar los Presupuestos de Egresos de la Federación de 2013, 2014 y 2015 con el PPEF 2016, se observa que el gasto público destinado a la función de desarrollo económico ha disminuido dentro de la proporción que representa del gasto total.

 

 

Si bien en los medios electrónicos, el Gobierno Federal ha señalado que el gasto neto tiene una disminución del 1.89% en términos reales respecto al de 2015, deben hacerse dos aclaraciones esenciales:

 

  1. Que conforme a la clasificación programática[6] del gasto público, si bien se observa una disminución de 32.7 mil millones de pesos (-0.92%) del presupuesto aprobado en 2015 al PPEF 2016, no menos cierto es que el gasto no programable aumenta cerca de 146 mil millones de pesos (12.25%) fácilmente se advierte que este incremento es de casi cinco veces la tan promocionada y publicitada disminución del gasto programable.

 

  1. Que al hacer el análisis funcional del gasto público, los renglones de Desarrollo Económico y de Gobierno registran decrementos de 8.38% y de 2.31%, respectivamente, lo que representa menor crecimiento económico, menor seguridad y menor bienestar social, como se expone más adelante.

 

Y, asimismo, que a pesar de que el renglón de Desarrollo Social presentó un incremento de 4.20%, el escenario no debe considerarse optimista, pues estas erogaciones solamente sirven para administrar las desigualdades sociales que prevalecen en el país, pero no para enfrentarlas.

 

Además, que el mayor incremento en la clasificación funcional se advierte en el renglón de Otras No Clasificadas, lo que representa que para 2016 crecerá el pago para el ya de por sí incrementado endeudamiento del Gobierno Federal,[7]puesto que este renglón se compone de deuda pública, adeudos de ejercicios fiscales anteriores (ADEFAS), las participaciones a entidades federativas y las erogaciones para los programas de apoyo a ahorradores y deudores de la banca.

 

 

Para poder evidenciar lo anterior, comencemos analizando el PPEF 2016 atendiendo a la funcionalidad, tipo y objeto del gasto público.

 

Así, se observa que dentro del gasto programable para la función de Desarrollo Económico, el gasto corriente[8] se incrementa en 24 mil millones de pesos, mientras que el gasto en obra pública disminuye más del 20% (cerca de 98 mil millones de pesos) es decir, que por cada peso que el Gobierno Federal destina al gasto para detonar el crecimiento económico, 53 centavos corresponden a gasto corriente y 47 centavos a gasto en inversión, siendo evidente que el gasto público en el Desarrollo Económico no tendrá impacto alguno en el crecimiento del país mientras siga disminuyendo el gasto en inversión.

 

 

En el caso del gasto público en la función de Gobierno, el 0.16 % es gasto federalizado y el 6.54% corresponde a gasto programable. El primero disminuye 14% y el segundo 2.0%. El gobierno del presidente Peña Nieto puede decir que el gasto en obra pública crecerá 10% en términos reales, pero la participación de éste renglón en el total es de apenas el 0.14% además, la obra pública por este renglón no detona crecimiento económico, toda vez que se trata de gasto público que no está destinado a la función de Desarrollo Económico.

 

Tratándose del gasto corriente, la reducción del Gobierno Federal apenas es del 2.0% cifra totalmente insignificante al compararse con los más de 300 mil millones que se destinan al gasto corriente.

 

 

Por otra parte el gasto público en la función de Desarrollo Social muestra que, dentro del gasto federalizado, el gasto corriente se incrementa 23 mil millones de pesos, mientras que por el lado del gasto programable aumenta más de 123 mil millones de pesos, siendo que, en comparación, disminuye el renglón de gasto en obra pública en cerca de los 49 mil millones de pesos. En otras palabras, se observa que por cada peso que se destina al gasto en la función de Desarrollo Social, 89 centavos corresponden a gasto corriente y 11 centavos a gasto en inversión; esto es, que tal como fue señalado con antelación, el gasto en desarrollo social solo administra la desigualdad pero de ninguna manera la enfrenta.

 

En resumen, la propuesta del Ejecutivo Federal del Presupuesto de Egresos de la Federación para el 2016, es decir, la tan mencionada y aludida reingeniería del gasto y la llamada responsabilidad fiscal, en realidad se traducirá en menor crecimiento económico, menor bienestar social, menor seguridad y mayores montos para el pago de la deuda y el sistema financiero. El reto de los Diputados de la LXIII Legislatura debe ser ajustarlo y enfocarlo en el gasto que sí detone el crecimiento económico que tanta falta le hace a México.

 

 

[1] http://lasillarota.com/detalles-ocultos-del-paquete-economico-2016/Jorge-Villalobos-Seanez#.VkIx2vl_Oko

[2][2] http://lasillarota.com/uso-responsable-de-remanentes-de-operacion-de-banxico/Jorge-Villalobos-Seanez#.VkIy5fl_Oko

[3] También llamado “multiplicador keynesiano” el aumento en la cantidad de inversión provoca el aumento de la producción real. El incremento en las decisiones de invertir permitirá un aumento de los ingresos de quienes fabrican bienes de inversión y parte del aumento se destinará a consumo lo que provocará aumentos en cascada en los ingresos de otros factores del ciclo económico.

[4] Macroeconómicamente, la demanda agregada es la suma del consumo de los individuos, la inversión de los agentes económicos, el gasto gubernamental y el balance entre importaciones y exportaciones.

[5] Debido a su naturaleza, el gasto público puede clasificarse en cuatro dimensiones básicas: programática, económica, funcional o administrativa. Cfr. Centro de Estudios de las Finanzas Públicas, “Manual de Presupuesto de Egresos de la Federación”, Octubre 2006.

[6] La clasificación programática ordena el gasto público en dos tipos de recursos: los programables que son aquellos empleados para aplicar y ejecutar planes y programas específicos de gobierno (generalmente asociados con la provisión de bienes y servicios públicos) y, por el otro lado, los no programables que son utilizados como gastos de carácter general no asociados a ningún programa específico. Cfr. Ibídem.

[7] En efecto, el gasto destinado a las ADEFAS y al apoyo de los ahorradores de la banca se incrementa en más del 80% a tasas reales; el gasto que se destinará al pago de la deuda es cercano a los 48 mil millones de pesos.

[8] Atiende a la clasificación económica del gasto según su naturaleza económica; ya sea que la erogación sirva para mantener el proceso de operación corriente del Estado, o bien, para mantener o expandir su escala de operación (infraestructura y patrimonio público). Cfr. Ibídem.