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Turquía: el genocidio anunciado

El fallido golpe de Estado llegó en un momento crucial y necesario para el gobierno turco, tendiendo trampas y desatando nudos.

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Escrito en OPINIÓN el

Orhan Pamuk es el único escritor de nacionalidad turca que ha recibido el Premio Nobel de Literatura (2006), pero también ha sido imputado penalmente en su país por reconocer los genocidios cometidos contra armenios (1915-1923) y kurdos (1987-2002) en Turquía.

 

De acuerdo con la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio 1948 y el Estatuto de Roma de 1998, el genocidio implica crímenes  perpetrados con el propósito de destruir parcial o totalmente a un grupo nacional étnico, racial o religioso. Esta amenaza, de acuerdo con la antropóloga social Carol Mann, se encuentra presente hoy más que nunca en Turquía, ello a través, de las acciones sistemáticas emprendidas por su actual gobernante Recep Tayyip Erdogan,en contra de la población civil en el norte del Kurdistán. Dichas acciones se traducen en violencia generalizada contra la población civil, asesinatos, detenciones arbitrarias, juicios masivos en contra de intelectuales, militantes o simpatizantes kurdos, encarcelamientos en condiciones inhumanas, torturas permanentes, además de intentos constantes de erradicar la lengua y la cultura kurda.

 

Hace unos días fuimos testigos del fallido golpe de Estado orquestado contra el gobernante turco, los analistas señalan que faltó una mayor unidad entre las fuerzas armadas para poder concretar con éxito dicha operación. El resultado, más de 400 muertos, 1,400 heridos y cerca de 11 mil detenidos, entre los cuales se cuentan 6 mil militares, además de 2,745 jueces y fiscales. Una descomunal magnitud de represalias se ciernen sobre los golpistas y la sociedad en general,el estado de emergencia declarado en Turquía, comprende severas restricciones a derechos constitucionales y de carácter internacional como la libertad de movimiento, el de reunión y el de expresión, además de la suspensión de derechos laborales, entre otros.

 

La depuración en el sector académico también es demencial, lo confirma el cierre de más de 600 instituciones educativas, además de la suspensión de 22,000 profesores. En ciertos casos, los catedráticos de las universidades incluso tienen prohibido salir de Turquía. Esta medida guarda vínculos con el papel adjudicado al clérigo musulmán Fetulah Gülen, quien de acuerdo a las versiones oficiales, es el principal artífice y responsable de la intentona golpista. Exiliado en Pensilvania, Estados Unidos, creador de un imperio de instituciones educativas y medios de comunicación, Gülen es reiteradamente señalado por el gobierno turco como adalid de las huestes intelectuales que comulgan con sus ideales y también de numerosos funcionarios públicos que le son fieles.

 

De ahí, que hasta ahora sumen más de 55 mil los trabajadores que se han quedado sin empleo en el marco de las acciones concretadas para castigar a posibles simpatizantes del fallido golpe de Estado.

 

Tayyip Erdogan gobernante hegemónico y autoritario, ha manifestado abiertamente su decidida intención de reinstaurar la pena de muerte en Turquía para castigar a sus opositores, esto constituye, a la luz de los eventos recientes, uno de sus objetivos primordiales, a pesar de que la pena capital se abolió en el 2002 en el marco de las negociaciones emprendidas por Turquía para incorporarse a la Unión Europea (UE). Sin embargo, el dirigente turco no quita el dedo del renglón, el poder sin límites para trasgredir los derechos más fundamentales del ser humano, es su razón y medida autoritaria para mantenerse, castigando, a quien él considere una amenaza a su régimen, aunque ello le cueste la adhesión de Turquía a la UE.

 

Pero vayamos más lejos, esta serie de acontecimientos descritos nos llevan a suponer que el fallido golpe de Estado llegó en un momento crucial y necesario para el gobierno turco, tendiendo trampas y desatando nudos. Creando un ambiente tanto favorable, como deplorable, para el ejercicio injustificado del poder exacerbado, mismo que nos permite pensar, como lo afirma Antonio Elorza con relación al islamismo, que el presidente Tayyip Erdogan se prepara también, para concretar un genocidio anunciado contra la población kurda. En las horas más próximas, suspendió la Convención Europea de Derechos Humanos a celebrarse en dicho país y lanzó en represalia al fallido golpe de Estado el primer ataque aéreo contra los kurdos al norte de Irak.

 

@UlisesSandal

@OpinionLSR