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Trump: Haz fama y échate a dormir

México tiene que aprender a pelear por sus causas y a defenderse de Estados Unidos; no hay de otra.

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Escrito en OPINIÓN el

Despertamos el martes 3 de enero en una mañana fría y lluviosa en la ciudad de Washington DC, con la terrible noticia que la planta de Ford que se iba a construir en San Luis Potosí había sido cancelada por la empresa.

 

El CEO (Director General) de la corporación aseguró en múltiples menciones durante el asunto que la decisión no tenía nada que ver con el próximo inicio de la nueva administración de Donald Trump al frente de la Casa Blanca, sino que tenía que ver con los modelos de consumo del mercado estadunidense.

 

¿La gente le creyó? ¡Por supuesto que no! Sería sumamente difícil pensar que esta decisión no tuvo nada que ver con las nuevas políticas que Donald Trump está impulsando – especialmente para la industria de los automóviles. Veamos: esa misma mañana – en un Tweet – el magnate anunció y amenazó a General Motors que, de seguir produciendo el “Cruze” en México para venderlo en el territorio de la Unión Americana, sería objeto de un impuesto masivo para cruzar la frontera. Esto, advirtiendo que mejor trasladen su producción a Estados Unidos de vuelta. La empresa desmintió al Presidente Electo y dijo que ese auto no se vende en Estados Unidos, sino que es para el mercado global.

 

¿Qué va a pasar con Ford, San Luis Potosí, el gobierno de México y Donald Trump? Pues lo que siempre estuvimos discutiendo y analizando desde tiempo atrás.

 

Primero, la empresa Ford ha dicho que reembolsará (de acuerdo a los contratos legales) las erogaciones que se hayan hecho por este concepto (por ejemplo, la donación del terreno donde se establecería la planta).

 

Jorge Castañeda opina (El Financiero 4/enero/2017) que ya se verá si ello realmente se cumple, pero además advierte algo interesante: ya basta de todos aquellos que piensan que Trump no va en serio. De todos los políticos que dicen que Trump no cumplirá sus promesas de campaña y que no hay que ser exagerados. Y remata diciendo: ¿no que no?

 

Coincido. En lo personal me considero un analista – como muchos que nos dedicamos a esto – que sobreestimó las probabilidades de Trump a mediados del año 2015 de llegar a ser Presidente de los Estados Unidos. Bueno, ni siquiera pensé que llegaría a ser el candidato. Pero la realidad nos demostró lo contrario. Una vez que nos dimos cuenta que, a pesar de todo lo negativo que se mostró durante la campaña del magnate, Trump seguía subiendo en los números, supimos que algo andaba mal.

 

Y consideró que fuimos pocos los que advertimos de manera más o menos cruda que con esta nueva realidad no había que ser ingenuos y que Trump habría de llevar a cabo todo lo que dijo que iba a hacer. Y lo peor del asunto es que Donald Trump ni siquiera es Presidente aún (lo será hasta el 20 de enero, cuando tome posesión).

 

¿Qué sucede entonces? Ford, sin siquiera ha sido objeto de una amenaza pública – como fue el caso de General Motors, y quien defendió su posición y acusó que Trump no estaba diciendo la verdad – se retiró y desistió de sus planes.

 

Como dice el refrán mexicano: “haz fama y échate a dormir”. Así sucede con Trump porque ya no es necesario que les llame de manera personal a cada uno de los CEO de todas las empresas que tienen inversión extranjera y que son de origen estadunidense para disuadirlas de regresar su producción al vecino del norte.

 

Es difícil imponerse y contradecir a un presidente, y mucho más a un presidente autoritario y falaz como lo será Donald Trump. ¿Y en México seguimos pensando que no va en serio la cosa?

 

México está hecho un polvorín: los levantamientos y protestas por el llamado “gasolinazo” están ocupando todas las portadas de la prensa y los medios internacionales. No hay certidumbre y el precio del dólar se dispara (el jueves 4 en la mañana alcanzó el histórico de $21.75 pesos por dólar) y seguirá subiendo, y la situación de violencia en el país nos arrastra a una crisis y nuestra imagen se deteriora a pasos agigantados en el mundo. La inversión extranjera que necesitamos y el turismo, por ejemplo, se alejan de nuestra nación.

 

O resolvemos el asunto internamente o seguiremos sufriendo las consecuencias de nuestra inacción. Urge que el gobierno se ponga a hacer su trabajo. Pero además que lo haga con todo pragmatismo y con toda realidad: Trump cumplirá sus promesas y más nos vale pelear y defendernos con todo lo que podemos, porque de otra manera nuestro problema será aún mayor.

 

En Estados Unidos – lo hemos dicho hasta el cansancio – la actitud pasiva y conciliadora es señal de debilidad. En Estados Unidos la gente tiene que defenderse, o bien, se le pasa por encima. Así funciona el mundo: México tiene que aprender a pelear por sus causas y a defenderse de Estados Unidos; no hay de otra. La pasividad de la conciliación de la diplomacia de antaño en México será vista como una señal de debilidad en el norte del Río Bravo. Por primera vez en la historia tenemos que alzar la voz y pelear por nuestros intereses (o resignarnos a perderlos).

 

En este último orden de ideas, el Presidente Peña Nieto ha cambiado recién a la Canciller Claudia Ruiz Massieu y ha nombrado en su lugar a Luis Videgaray Caso. Sus méritos – hasta el momento – son haber orquestado la reunión entre Donald Trump y el Presidente Peña hace algunos meses. Esa decisión le costó el puesto de Secretario de Hacienda y también le valió para volver al gabinete.

 

Trump lo hizo posible (sin saberlo, obviamente), pero no será suficiente sin una política de Estado que sea capaz de tomar en serio a nuestros vecinos. Urge una redefinición del papel de nuestro país, y ello tendrá que pasar también por una redefinición del papel de la diplomacia mexicana. Le daremos el beneficio de la duda al Canciller Videgaray. El tiempo nos dará la razón, o nos desmentirá. Estamos expectantes…

 

 

@fedeling

@OpinionLSR