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Tomar a Piketty seriamente

Buena parte del gasto público en México beneficia a las personas de mayores ingresos.

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Escrito en OPINIÓN el

Thomas Piketty se ha convertido en el economista  más aclamado por la opinión pública global. México no es la excepción. Su reciente visita despertó un interés que yo no recuerdo sobre algún otro pensador que viniera a exponer su trabajo. Lo que Piketty señala es que como el rendimiento del capital (entendido como riqueza) crece a un ritmo mayor al de la economía y al del ingreso de la mayoría de las personas. Eso genera un incremento constante en la desigualdad, ya que la riqueza del 1% más rico crece muy rápido,  que en algunos periodos, como la post guerra, se pudo revertir debido a la creación de los impuestos progresivos al ingreso y la puesta en marcha del Estado de Bienestar.

 

A partir de la década de los 80, la desregulación, la reducción de los impuestos a la renta y la reducción de los servicios y políticas sociales del Estado generó mayor desigualdad, a niveles similares a los anteriores a la Guerra Mundial, en el caso de Estados Unidos. Para Piketty el hecho de que el patrimonio de las familias se incremente de manera desproporcionada puede tener un efecto perverso en la democracia, al grado de que solamente sirva para perpetrar dichos intereses. El reto, me parece, es aprovechar la riqueza del análisis y los puntos que enfatiza Piketty para delinear una agenda para la reducción de la desigualdad en México.

 

Transparencia fiscal. México mantiene niveles aceptables de información en materia de finanzas públicas, pero no lo suficiente para saber con precisión los niveles de tributación del 1% más rico de la población, de cómo se benefician de los incentivos y litigios fiscales y, por tanto, de cómo podemos gravarlos mejor. Con la información actual no podemos saber cuánto aporta a la sociedad vía impuesto la riqueza del par de centenas de miles de mexicanos que pueden ser calificados como multimillonarios.

 

Progresividad fiscal. La reciente reforma tributaria redujo las posibilidades de deducción al Impuesto Sobre la Renta de personas de ingresos altos, lo que generóun modesto incremento en la recaudación, pero que seguramente fue pagado en su mayoría por profesionistas y empresarios que se encuentran lejos de los multimillonarios. Las posibilidades de consolidación fiscal se redujeron, pero se mantienen, lo que hace posible todavía que los grandes millonarios compensen ganancias con pérdidas. Se mantiene la necesidad de incrementar las tasas a las personas físicas de grandes ingresos, reducir en ese sector las deducciones y establecer una sobre tasa al impuesto a la renta para las personas que retiren utilidades de sus empresas y no las re inviertan.

 

 

1) Transparencia fiscal. México mantiene niveles aceptables de información en materia de finanzas públicas, pero no lo suficiente para saber con precisión los niveles de tributación del 1% más rico de la población, de cómo se benefician de los incentivos y litigios fiscales y, por tanto, de cómo podemos gravarlos mejor. Con la información actual no podemos saber cuánto aporta a la sociedad vía impuesto la riqueza del par de centenas de miles de mexicanos que pueden ser calificados como multimillonarios.

 

2) Progresividad fiscal. La reciente reforma tributaria redujo las posibilidades de deducción al Impuesto Sobre la Renta de personas de ingresos altos, lo que generóun modesto incremento en la recaudación, pero que seguramente fue pagado en su mayoría por profesionistas y empresarios que se encuentran lejos de los multimillonarios. Las posibilidades de consolidación fiscal se redujeron, pero se mantienen, lo que hace posible todavía que los grandes millonarios compensen ganancias con pérdidas. Se mantiene la necesidad de incrementar las tasas a las personas físicas de grandes ingresos, reducir en ese sector las deducciones y establecer una sobre tasa al impuesto a la renta para las personas que retiren utilidades de sus empresas y no las re inviertan.

 

3) Gravámenes a la herencia. Piketty enfatiza el rol de las herencias de los grandes capitales como una forma de perpetuar la desigualdad. En México prácticamente no existen impuestos a la herencia, salvo los que se pagan cuando se formaliza la propiedad de inmueble heredado. Es perfectamente posible establecer un impuesto que grave los ingresos y bienes heredados después de cierto monto, especialmente porque éstos, ya sean bienes, inmuebles, bonos, acciones o patentes tienen que pasar por un proceso de traslado de dominio.

 

4) Impuestos a la propiedad. México grava por la propiedad algo así como 0.2% del PIB, cuando otros países de ingreso medio en América Latina gravan más de 1% de, producto y en países de la OCDE más de tres puntos. Impuesto a la propiedad es una de las maneras más sencillas de gravar las grandes fortunas. Los gobiernos saben donde están ubicados los inmuebles, su tamaño y el valor del metro cuadrado en la zona. Es urgente, primero, establecer un sistema nacional de modernización y armonización de sistemas catastrales, basado en fotografías aéreas, en bases que reflejen los valores de mercado y que compartan información con las agencias tributarias encargadas de cobrar los impuestos al ingreso. Después, se deben establecer sobre tasas especiales para gravar a las propiedades de muy alto costo a lo largo del país. Otra medida que ayudaría a gravar a los altos ingresos sería que la tenencia de autos volviera a ser un impuesto nacional, con tasas progresivas, como las que se tenían hace unos años.

 

5) Acuerdos internacionales tributarios. Uno de los grandes retos para gravar a las grandes fortunas es su facilidad de mover sus ingresos y activos por el mundo. Piketty señala cómo Europa ha sido muy exitosa en integrar sus economías, pero no en gravar la riqueza a los largo del continente. El mismo argumento se puede hacer para América del Norte, el grado de integración comercial ganado por el TLC puede servir para gravar a las empresas y personas que operan en la región y en los países que tiene acuerdos con los países que la integran.

 

6) Eliminar el gasto regresivo. Buena parte del gasto público en México beneficia a las personas de mayores ingresos. El ejemplo más claro son los programas agropecuarios que terminan en manos de grandes productores. Lo mismo sucede con subsidios al agua utilizada en cultivos de exportación por parte de grandes productores. Los incentivos a la investigación y desarrollo, e incluso los fondos Pymes, terminan en las grandes empresas, sin que sirvan para facilitar el desarrollo y la absolución de tecnologías para pequeñas y medianas empresas.

 

7)  Estado de bienestar. Piketty señala que el aumento en los niveles de desigualdad es menor en Europa que en Estados Unidos debido a que consolidó y mantuvo un estado de bienestar más amplio. No es ninguna novedad argumentar que instrumentos como salario mínimo, seguro de desempleo, mejores pensiones y servicios de salud universales, educación media y superior gratuita  van a reducir la desigualdad entre las personas. En el caso de la educación se requiere evitar que la brecha en términos de ingreso crezca debido a que los hijos de las personas más ricas pueden tener sistemáticamente más años de educación y de mejor calidad. En ese sentido se debería eliminar la deducibilidad de las colegiaturas privadas y, en cambio, incrementar los recursos para instituciones públicas, los programas de mantenimiento y el financiamiento para posgrados en las mejores universidades, públicas y privadas.

 

@vidallerenas