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Tecnología y polémica

México es un país que sufre una profunda polémica y reestructuración de muchos aspectos, lo que provoca que intereses personales, de grupo, sociales, estatales, empresariales, religiosos y a veces nacionales se encuentran en un constante proceso de negociación y debate

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Escrito en OPINIÓN el

El mejor ejemplo lo hemos vivido durante el presente gobierno del retorno priísta a Los Pinos. Casi desde el día uno, las reglas de cómo se hacían las cosas tradicionalmente fueron rotas. El difunto Pacto por México, las negociaciones y acuerdos de cúpula para las diferentes reformas constitucionales y la rapidez legislativa son pruebas de que, estemos a favor o no de lo que está ocurriendo, México vive tiempos muy diferentes en su vida pública con respecto a los anteriores 20 años.

Esta semana ocurrieron hechos que son una señal más de este proceso de cambio y prueban que los cambios pueden contener aspectos de aparente confrontación, pero en realidad deben ser vistos como acciones, al menos de origen, positivas. Todo esto a raíz de que se dieran a conocer diferentes análisis y posiciones acerca de la iniciativa reglamentaria de la reforma en materia de telecomunicaciones.

Esta ley es, a juicio de quienes la defienden, la pieza faltante en el andamiaje jurídico que permitirá la inserción real de nuestro país en la era de la tecnología digital y de libre competencia  en campos como el software, el desarrollo de infraestructura necesaria para la sociedad del conocimiento y volverá a México atractivo para inversiones en estos rubros a ojos de las grandes empresas globalizadas. Y de paso se cumple así una gran parte de los objetivos planteados en la estrategia digital nacional, lanzada en noviembre del año pasado.

Para sus detractores, en cambio, la iniciativa encierra profundos riesgos y tentaciones para quien detente el poder en cualquier momento. Comparan la iniciativa de bloqueo digital o de solicitud de respeto de la privacidad de usuarios con intentos de censura y autoritarismo, y se habla de un amplio retroceso en materia de libertad de expresión.

La realidad es que el hecho de que existan ambas posiciones es signo de que nuestro país ha cambiado y sigue transformándose. Esta transformación no es del gusto de algunos sectores, pero al mismo tiempo es pedida gritos por otros miembros de la sociedad mexicana, como decíamos diferentes intereses es igual a diferentes opiniones.

En otras palabras, lo que ha cambiado para no volver atrás es el proceso de discusión nacional que ahora existe cuando se presenta una posible transformación de lo que nos define como país. Mi optimismo personal surge del hecho que la tecnología aplicada a la sociedad siempre es un aspecto polémico del desarrollo histórico, en especial en las sociedades con estructura democrática o que se encuentran en camino de serlo y México parece estar en el camino de lograr ambas categorías.

Hace unos poco años era inimaginable el tipo de debate que se ha generado hoy día en las redes sociales que los cibertecas usan. Eso es, en sí mismo, una muestra de lo que la tecnología y la nueva consciencia digital que cibernautas y ciudadanos mexicanos significan: una voz crítica y apasionada que busca hacerse oír a como dé lugar, es decir contribuir al debate y disenso democrático mexicano.

No es que me encuentre a favor de la confrontación y  la radicalización de posiciones, pero sí me encuentro a favor de la idea de que la democracia no es un consenso forzado por la voluntad mayoritaria, donde las minorías deben obedecer sin chistar lo que pasa en su entorno. La tecnología se ha transformado en centro y conducto de una discusión necesaria y obligatoria para decidir el marco regulatorio de las telecomunicaciones y las TIC´s.

Ya no podemos pensar que las concesiones de las nuevas televisoras serán dadas sin que nadie objete si existen favoritismos, como ocurrió en el pasado, o que la nueva opinión pública que se expresa a través de las redes sociales aceptará reglas que afecten al derecho fundamental de acceso a la información sin buscar transformar la ley o reglamento que así lo dicté.

Por el contrario, esas voces que se alzan desde Twitter, Facebook, Instagram y muchas otras redes y apps son una de las conquistas democráticas que la tecnología ha asegurado con su desarrollo. La diferencia entre una iniciativa presidencial de los años 60 y una de 2014 es que ya no existe una opacidad total, obediencia  generalizada y, especialmente, que los ciudadanos no se callan sus opiniones, al menos en las redes.

Como demócrata convencido me siento muy a gusto en medio de esta polémica de la tecnología, pues sea cual sea su resultado siempre será mejor que un proceso donde no existe injerencia de ningún tipo por parte de los miembros de nuestra sociedad. Y es por esto que lo invito a que se sume a esta polémica. Si posee cuentas de redes sociales, las use, se informe y proponga. Hagamos un ejercicio de civismo digital y cree un hastag que refleja lo que piensa y láncelo al mar turbulento de la web.

#PorqTengoOpinion estoy a favor del debate sobre las telecomunicaciones, y #PorqEstoyInformado busco generar espacio de polémica con las herramientas que la tecnología pone a mi disposición, donde no tenga cabida el insulto típico de las riñas de mercados o de barras bravas futboleras.

¿No creen que será mejor participar que ver pasar el desfile de la historia?

@HigueraB