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Reinventando la magia

El más reciente ejemplo de reinvención de la magia de los cuentos de hadas se encuentra en este momento en la pantalla grande.

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Escrito en OPINIÓN el

El arte cinematográfico depende de diversas fuentes para funcionar adecuadamente. Un gran número de filmes han basado sus guiones en historias surgidas de la literatura, la historia del mundo o las personas e incluso de leyendas. Casi todo está ya dicho, podría decirse, sin embargo una de las características que le han permitido a este medio superar la prueba del tiempo y continuar siendo “mágico” es la gran capacidad de reinvención de los mitos que él mismo utiliza.

 

Desde el inicio de siglo esta fuerza renovadora se ha hecho sentir de forma apabullante, pues los nuevos creadores ya no se conforman con la lectura que sus antecesores han hecho de cuentos y fábulas. Se ha perdido el miedo y en ocasiones el respeto a los viejos cineastas, podemos ver versiones de muchos niveles y diferentes resultados.

 

En otras colaboraciones he planteado la falta de creatividad de los narradores de hoy, en especial de los guionistas. Sin embargo, la reutilización de historias de magia y fantasía me parece un recurso válido, ya sea que se reinvente completamente el universo narrativo o que se intente un traslado completo de un medio a otro,  cuando la empresa se realiza con talento, oficio cinematográfico y creatividad.

 

Y de ahí ha surgido la trilogía del señor de los anillos, el renacimiento de los súper héroes en la pantalla de plata y, caso especial para mi gusto, la reinvención de los cuentos de hadas. Este último rubro tuvo un dominio indiscutible de parte de la compañía de Walt Disney desde que lanzara en 1937 lo que entonces parecía imposible: Un largometraje animado que resultara tan entretenido como cualquier película y que nos llevará al mundo de la fantasía. Por supuesto esa película fue Blanca Nieves y los siete enanitos, por su título en español.

 

En lo que quedó del siglo XX pudimos atestiguar como el reino animado se volvía a la par el reino de los territorios mágicos. Cuentos como Aladino y la lámpara maravillosa, la bella y la bestia, por mencionar las historias recientemente adaptadas y llevadas a la pantalla por Disney, parecían confirmar que así seguiría todo. Pero el nuevo siglo mostró que eso sólo era temporal.

 

Peter Jackson nos maravilló en 2001 con The Lord of The Rings y a pesar de que desató pasiones sobre su validez o la interpretación personal del director con respecto a la obra de Tolkien pudimos constatar que la fantasía y la magia ya no tenían que realizarse sólo de forma animada.

 

 

Esto pareció entenderlo de forma precisa, pero algo tardía, aquellos que buscaban renovar la interpretación de las historias que la afamada compañía del conejito había llevado a las audacias con trazos de pintura y lápiz. En el último lustro hemos visto como actores reales reemplazan los añorados personajes de caricatura y los reinventan gracias a los efectos CGI y técnicas de filmación revolucionarias. Y las versiones que hemos obtenido nos abren una veta de narrativa nueva.

 

El primer ejemplo de esto es Alice in Wonderland (Burton, 2010). Donde se retoma la historia de Alicia y el reino estrafalario y fantástico que visitó de niña. La trama se basa en el poder de las convicciones, aún las más fantásticas, y los claro oscuros de los personajes que habitan el país de las maravillas. Una trama que lleva a Alicia a ser una asesina de monstruos, tanto en el mundo de las maravillas como en el “real”.

 


 

La reinvención entonces alcanzó a la que es para muchos el mejor ejemplo de villanía de las películas clásicas de Disney. Así Maleficent (Stromberg, 2014) nos lleva a explorar la historia detrás de la historia de la bella durmiente propuesta en 1959 y nos entrega un hada que encarna el dolor y despecho pro la traición de su amante. En un intento por darle cuerpo y vida transforman el color negro del mal en diversos tonos que alcanzan el amor incondicional. Deja de ser una villana para volverse heroína de un universo completamente diferente al que estamos acostumbrados y de paso muestra una Angelina Jolie hermosa e inquietante.

 

 

 

Y el más reciente ejemplo de reinvención de la magia de los cuentos de hadas se encuentra en este momento en las pantallas de los complejos cinematográficos. Una advertencia, no vayan a leer más adelante pues hay la posibilidad de spoilers.

 

Into the Woods (Marshall, 2014) es una apuesta arriesgada, oscura y subversiva. En esta película encontramos mezclados varios cuentos de hadas clásicos en una sola historia, incluso contamos con las infaltables canciones que plagan los filmes animados de Disney pero a partir de este punto, todo cambia.

 

Los personajes están llenos de dudas, son tramposo y ladrones y sólo quieren alcanzar lo que desean sin pensar en las consecuencias de sus actos. Los príncipes encantadores son infieles, las princesas prefieren limpiar su casa, los gigantes asesinados son vengados por sus consortes en medio del dolor de su pérdida y sobre todo, no existe más que una moraleja que va más o menos así:  “Children listen, careful what you told to them”.

 

Así, no sólo nos entregan en esta película un universo fantástico lleno de egoísmos, miedos y personajes llenos de fallas, sino que se renuncia al papel de brújula moral que siempre han sido los cuentos de hadas. Es una película de excelente manufactura que cuenta con actuaciones por parte de Meryl Streep, un Jhonny Depp fabuloso como personaje secundario y unos fabulosamente metrosexuales y engreídos príncipes encantadores. Sin duda una revolución de éste género.

 

 

 

Eso sí, fans de las películas edulcoradas y animadas de Disney, mejor sigan viendo Princesita Sofia en TV de paga y olviden ver esta película pues no les gustará.

 

eduardohiguerabonfil@gmail.com

@HigueraB