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Reforma energética. La película

Las iniciativas presidenciales en materia energética son un guión con final feliz. Cuarón está pensando en un documental.

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Escrito en OPINIÓN el

La lectura de las exposiciones de motivos son optimistas: apertura de los sectores de hidrocarburos y electricidad atraerán inversión, la inversión desencadena crecimiento,  empleos bien pagados, éstos mejoran las condiciones de vida de la población. La competencia es virtuosa por sí, las empresas productivas del Estado saldrán airosas frente a los tiburones mundiales y sus directores generales merecerán muchas portadas como los CEO´s del año. El príncipe besa a la princesa y viven felices por siempre.

La discusión que se avecina en el Congreso y los debates a los que alude Cuarón, bien podrían verse como los libretos de las películas que se exhibirán en la cartelera y como el documental que nos gustaría que filmara nuestro cineasta. Unos son la prospectiva de historias posibles, el documental en cambio es la narrativa que al paso de los años podrá contarse de la realidad.

Las películas sobre el petróleo no son precisamente historias para Disney. En Petróleo sangriento (There will be blood), Daniel Day-Lewis (Oscar al mejor actor 2007) personifica a Daniel Plainview un estratega para el que -como un Maquiavelo en los negocios- el fin justifica los medios. Al bautizarse, no como creyente, sino por el interés de su inversión, cruza los límites morales. La economía requiere del quiebre de la moralidad, la avaricia es la virtud donde el dinero lo cubre todo con la vestimenta de la decencia. La moral como árbol que da moras.

Siryana por la que Clooney ganó un Oscar al mejor actor de reparto (2005) es la intriga. A diferencia de las películas de princesas, Nasir un príncipe árabe, quien quiere tomar distancia de las petroleras texanas, sufre un atentado armado por la CIA la que patrióticamente protege los intereses norteamericanos. Claro, todo es ficción.

Ahora, si de documentales se trata, Enron: the smartest guys in the room (2005) es la narrativa del ascenso y debacle de la empresa energética texana, principal involucrada en la crisis de la electricidad en California. Dirigida por Alex Gibney, no es solamente un testimonial de lo sucedido, sino es una clase de regulación energética. Enron tuvo la capacidad de capturar al regulador americano y su impulso a la desregulación fue el contexto perfecto para desarmar al Estado y manipular el precio de la energía eléctrica. La mayor libertad del mercado, el Estado más mínimo, son perfectos para el mercado más manipulable, para la intervención de la mano oculta de la corporación.

Las iniciativas de ley son a la vez los libretos de lo que viene. Se dibujan los actores principales y los de reparto ¿cuáles son los roles de Pemex y la CFE? ¿Bajo qué reglas se elegirán al resto de los actores?

En la contabilidad creativa de Enron, avalada por Arthur Andersen, el “valor hipotético a futuro” residía la ilusión de la solidez del éxito. Tan sólida como la espuma. Si de la cinematografía pudiésemos extraer algunas moralejas útiles para las decisiones sobre las leyes reglamentarias ¿cuáles podrían ser?

Una primera sería moderar la soberbia de los “chicos listos” de la reforma energética. Si bien la reforma constitucional, aprobada en tiempo récord  (al grado de cuestionarse seriamente su legitimidad ante el déficit de la calidad de la deliberación democrática), la legislación secundaria plantea una oportunidad para que la discusión sobre el petróleo “de todos los mexicanos” (como dice el spot), no sea excluyente.

¿Se darán nuevos “pozos de sangre con marginación de comunidades indígenas? ¿Se propician escenarios para captura del regulador o manipulación de los mercados por las corporaciones?

¿Cómo será el documental que Cuarón filmará al paso de los años?

 

@jrxopa