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Redes sociales: Cómo equivocarse haciendo una buena crítica

El debate acerca de las redes sociales está lejos de terminarse. Para unos es un elemento tan básico para la construcción de una sociedad más libre, transparente y plena, por lo que está completamente justificado que se eleve el derecho de acceso a internet al rango de derecho humano

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Escrito en OPINIÓN el

Redes sociales: Cómo equivocarse haciendo una buena crítica

Para otros, las redes sociales son importantes, pero llenas de riesgos a la hora de establecerlas como fuente y guía del debate político-económico o de información fidedigna.En lo personal la experiencia me ha enseñado que en este tópico, como tantos otros, las radicalizaciones constituyen un paso para acercarnos a los desaciertos y las equivocaciones. Las redes sociales son un actor  de reciente arribo a la arena de los negocios, las políticas públicas y el periodismo, y  esta misma característica de novedad le da su mayor fuerza y se constituye en la mayor debilidad. Éstas quedan patentes al momento de ver las reacciones que se han generado entre los espacios virtuales de internet  en diversos temas y momentos.

Hay personas que no tienen el mínimo tapujo en señalar que si no fuera por el manejo y posicionamiento del entonces senador Obama, nunca hubiera llegado el primer afroamericano a la Casa Blanca. De igual forma, en los círculos de los ciber negocios se apunta que gracias a las redes sociales el valor del comercio electrónico ha superado el crecimiento de más de 400% en menos de cinco años, con sus ganancias consiguientes.  De igual forma los ciber activistas hablan del impulso que los smartphones y redes sociales dieron a diversos movimientos en contra de dictaduras o leyes de posible censura, como ha ocurrido en la primavera árabe y México a últimas fechas.

Sin embrago, las redes sociales están lejos de ser una panacea o ser infalibles. Un ejemplo de esto lo podemos encontrar en el uso para “bromas” o desinformación que muchas veces se ha hecho de Twitter o Facebook durante la guerra al narco del sexenio pasado, en particular la siembra de información falsa sobre enfrentamientos entre autoridades civiles y militares, y narcos o cualquier otro tipo de maleantes y delincuentes. Tweets dónde se anunciaba el presunto encuentro armado de ambas partes lograban paralizar ciudades como Victoria y Reynosa en Tamaulipas o Juárez en Chihuahua.

La peor parte de esto es que atestigüé que, en varias ocasiones, colegas de los medios de comunicación daban  por cierta información que circulaba en las redes sociales sin saber siquiera que estaba ocurriendo en realidad o sin tener un corresponsal o reportero corroborando y cruzando lo dicho en la web. De igual forma he visto trend topics  y hashtags que atacan a gente con profunda virulencia y sin tregua, basándose en un canibalismo informativo alimentado de lo que leen en sus propias redes sociales y que, muchas veces, les informan lo que quieren escuchar.

Las redes sociales, por tanto, podemos calificarlas de altamente reactivas, con una gran militancia política independiente, con graves problemas de credibilidad, vulnerables al rumor y la desinformación al carecer de sistemas de comprobación de información de sus fuentes y sobre todo profundamente viscerales a la hora de elegir sus argumentos y temas para la discusión virtual.

Todo esto fue evidente durante las dos semanas pasadas en las que abundaron críticas, ataques y señalamientos de tuiteros, blogueros y facebookeros ante el “descubrimiento” de que el gobierno federal había presentado una ley reglamentaria de la Reforma Constitucional en materia de telecomunicaciones que posibilitaba la censura de internet.

La respuesta no se hizo esperar. Durante días miles de tweets, menciones en los muros de Facebook , mails masivos y toda suerte de acciones de las comunidades virtuales hicieron evidente para enterar de lo que ocurría en nuestro país a todo el mundo perteneciente a la red: literal, todo el mundo, pues los trend topics mundiales de tres días enteros se ocuparon del tema,  y buscaron cambiar lo que llamaban el punto central de la propuesta de dicha ley.

Sin embargo, las redes sociales cayeron víctimas de su propia emocionalidad. La víscera que se puso al momento de calificar al presidente y su gobierno o a los legisladores no dejó espacio para analizar más allá de dicho punto, el cual es trascendente sin duda, pero que no permite, como todas las emociones desbocadas, ver más allá ni observar la imagen completa.

Para los negocios, el crecimiento económico, la libertad de expresión de los ciudadanos en México y en general por el bienestar de nuestro país es necesario que el debate en las redes se traslade más allá de la libertad de tuitear y chatear lo que deseemos, sino que además se vean asuntos igual de impactantes en nuestras vidas.

De acuerdo con las lecturas que especialistas han hecho de la iniciativa, lo más fuerte, además de la famosa posibilidad de censura, se puede resumir  en los siguientes puntos: imposibilidad de declarar preponderante a Televisa en televisión abierta como ya se hizo; retirar facultades al recién nacido IFETEL en materia de análisis y sanciones, y entregarlas a la Segob (con lo que sería el gobierno y no un organismo autónomo el que decidiría a su conveniencia en la materia); establecer libertades sin precedentes para el manejo de canales nuevos; no es clara en cuanto a las nuevas cadenas de televisión abierta a nivel nacional; ignora derechos de las audiencias y dificulta el apagón digital. No alcanza el espacio para explicar cada punto, pero haga su propia investigación y verá lo profundo de cada uno de estos temas.

Lo curioso es que no he visto ninguna reacción  en la red con la amplitud y fuerza de la que buscaba detener el “intento autoritario” de censurar la red. Y eso que ya desde el inicio de abril figuras políticas, culturales y sociales de la talla de Javier Sicilia, Cuauhtémoc Cárdenas, Javier Corral, Sergio Aguayo y Mony de Swaan, entre otros, habían advertido del peligro que esta iniciativa de ley constituía para el avance democrático y tecnológico en nuestro país. En ese sentido, y de manera involuntaria, muchos de nosotros nos convertimos en paleros y jugadores a favor de los monopolios y el retroceso en telecomunicaciones de nuestro país al ignorar o desatender este otro debate.

¿Qué pasa con las redes sociales? ¿Será que aún nos falta hacerlas madurar?, ¿son un buen instrumento para generar cortinas de humo donde se discutan cosas importantes, pero que se permitan ocultar otras que lo son aún más?, ¿cómo podemos fomentar un ciberdebate que vaya al fondo de las cosas y no sólo a los puntos llamativos?, ¿es posible que nos estemos equivocando mientras realizamos una buena crítica?

@HigueraB