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¿Quién nos educa?

La televisión.

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Escrito en OPINIÓN el

Raras, muy raras ocasiones los programas de televisión son producidos con el propósito de educar a la sociedad, muy por el contrario, el propósito principal de la existencia de los programas de televisión es para que brinden diversión y entretenimiento a la población, y es por eso mismo que lo banal, fútil, y atrevido es lo que producen las grandes cadenas televisivas alrededor del mundo.

 

La televisión es un negocio

 

Las televisoras son empresas comerciales, y quienes laboran en ellas lo hacen con la finalidad de obtener ganancias. Los directivos y dueños de estas corporaciones se interesan mucho más por el dinero que por el deseo de promover la cultura y el bienestar de los televidentes.

 

Los costos de las producciones televisivas se financian gracias a los anuncios publicitarios, y las tarifas se basan en el número de espectadores que se tiene en las diferentes horas del día y la noche. El dinero que se maneja en estos medios es tremendo, por lo que no existe interés por lo que es útil y sano para el televidente, sino por lo que prefiere ver la mayoría, y por desgracia, la mayoría quiere diversión, ocio, futbol y telenovelas… esa es la realidad.

 

Por décadas, las televisoras han comprobado que el público no desea ver lo que le edifica e instruya, sino lo que pueda entretenerlo. Por desgracia la ‘dieta’ del televidente no estaría saturada de violencia, crímenes y sexualidad si el público prefiriese la instrucción e información útil y no el lucro, que es el  que manda.

 

Motivados por el egoísmo

 

Casi siempre, el público en general escogerá una distracción a base de maldad, violencia, actos sexuales doble moral y lenguaje en doble sentido, por encima de opciones que le edifiquen, cultiven y muestren su increíble potencial humano. Que quede claro, no digo que lo harán todos los individuos, pero sí el público en general, y en el capitalismo, la mayoría manda.

 

Por desgracia, son cada vez más los programas dirigidos a los jóvenes donde el sexo, narcóticos, alcohol, tabaquismo, infidelidad, matrimonios rotos, familias disfuncionales, violencia, y desobediencia a cualquier tipo de autoridad predominan dentro de los temas abordados.

 

Sin duda, la televisión —y cada día más el Internet— es la tecnología a la que más jóvenes acceden, en una encuesta realizada en México por Parametría (agencia encuestadora mexicana) señala que éste es un dispositivo prácticamente universal, ya que el 95% de los hogares cuenta con un aparato para informarse y/o para entretenerse.  Sin dejar de lado uno de sus principios, el comunicativo, el televisor incluye otras funciones de recreo y entretenimiento que, pese al incremento del uso del internet y de las redes sociales, sigue siendo el medio más utilizado y con mayor aceptación en la sociedad.

 

De acuerdo con información proporcionada por la Encuesta Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumo Culturales (Conaculta, 2010) 90% de los entrevistados ve televisión, de éstos 40% lo hace por más de dos horas al día, 35% entre una y dos horas, 19% una hora y 5% menos de una hora. Asimismo, 15% de la población prefiere ver el televisor en su tiempo libre que convivir con familiares o amigos.

 

Por su parte, la casa encuestadora IBOPE AGB, afirma que el promedio de tiempo diario por persona frente a un televisor es de alrededor de cuatro horas con 45 minutos y, de nueve horas y 25 minutos por hogar. De igual manera, IBOPE AGB dio a conocer en 2013 datos sobre las predilecciones de la audiencia; en dichas cifras el público mexicano prefiere ver la televisión a la lectura de periódicos. México se iguala con Puerto Rico, Perú y Ecuador en su predilección por el televisor; sin embargo, es el país que menos opta por leer o informarse por medio de los periódicos… y ya ni decir de los libros.

 

Los porcentajes permiten darnos una clara idea de las preferencias e inquietudes que tiene el televidente mexicano. No es de extrañar que la mayoría conozca a los diversos conductores de espectáculos de la televisión, sobre todo de la tv abierta. De acuerdo con la más reciente encuesta nacional en vivienda de Parametría, el top de conocimiento de presentadores de distintos programas lo encabezan aquellos que pertenecen a programas de entretenimiento sobre los noticiosos y/o culturales.

 

La preferencia de la audiencia mexicana es clara —y estoy seguro que los números son muy similares en el resto del continente—, eligen sintonizar NOVELAS, programas DE REVISTA, y PELÍCULAS que programas con mayor contenido cultural o informativo. Para diciembre de 2012, los números de la agencia IBOPE AGB muestran que los programas favoritos son: ESPECTÁCULOS, MUSICALES, TELENOVELAS, PELÍCULAS COMERCIALES y los partidos de FUTBOL.

 

Ante estos datos vuelven a surgir las preguntas: ¿los contenidos de la televisión que llega a millones de hogares divulga información útil que promueva valores y actitudes éticos y socialmente responsables? R= NO.

 

¿Quién nos está educando en realidad? R= La televisión y el resto de los medios de comunicación que son parte de una sociedad de consumo.

 

Los medios de comunicación en el Siglo XXI

 

La programación de la televisión está concebida para complacer al público, porque eso es lo que redituará en ingresos económicos, y como la vida cotidiana no es nunca tan emocionante, los programas no son representativos de la realidad de todos los días. Es menester que estos programas sean diferentes para ser entretenidos. Las masas quieren transportarse a un mundo de emoción e interés para escapar de la realidad de su vida rutinaria, y sentirse ellos los protagonistas de esas historias, como es el caso de las telenovelas.

 

Los intereses comerciales e industriales que patrocinan los programas de televisión, están interesados en captar el mayor número de posibles televidentes. Es cuestión de oferta y demanda: el público demanda programas emocionantes, excitantes y atrevidos, lo cual significa sexo y violencia… y la industria se los ofrece. En este caso sí aplican el dicho: “El público es el que manda” o “Al público lo que pida”.

 

Conforme más nos adentramos en este Siglo XXI, los contenidos de un mayor número de medios de comunicación (cine, periódicos, revistas, televisión, redes sociales, internet, radio, etcétera) se van descomponiendo, por desgracia, nuestra realidad es que los medios de comunicación nos educan, lo queramos o no, por lo que debemos tener presente que en el juego de ‘oferta-demanda’, al consumir este tipo de productos, nosotros llevamos la desventaja.

 

@plumavertical