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¿Qué se alcanzó en la COP 21?

La firma del Acuerdo de París representa el momento político global para pasar de las palabras a los hechos.

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Escrito en OPINIÓN el

La cumbre climática celebrada en París durante las primeras semanas de diciembre, ha arrojado un acuerdo que para muchos analistas supone la posibilidad de contener las emisiones globales de Gases de Efecto invernadero (GEI) y con ello evitar un aumento en la temperatura por encima de los 2ºC. Desde esta lógica, la COP 21 ha entregado buenos resultados y, a diez años de la entrada en vigor del Protocolo de Kioto, establece las bases de la nueva arquitectura climática global.

 

Me parece que aun cuando se incorporan al Acuerdo artículos específicos enfocados a los retos de la adaptación, los aspectos relacionados con la definición de un nuevo modelo de mitigación de emisiones representan el corazón del Acuerdo. Lo cual tiene lógica, en tanto la comunidad internacional asumió como prioridad definir un Acuerdo que permitiera garantizar mayores niveles de certidumbre con respecto a la estabilización de las emisiones globales de GEI en las próximas décadas. Cinco aspectos del Acuerdo de París me parecen centrales:

 

  1. Se establece un modelo climático basado en contribuciones nacionales definidas voluntariamente (Intended Nationally Defined Contributions o INDC´s). Esto se puede considerar uno de los mayores éxitos del Acuerdo en tanto a la fecha se han registrado 160 compromisos ante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, una de ellas a nombre de los 28 miembros de la Unión Europea. Con lo cual se supera el modelo de obligaciones de mitigación exclusivas para los países industrializados definido desde Kioto.

 

  1. Se reconoce que a pesar de que prácticamente toda la comunidad internacional presenta compromisos voluntarios, hay un desfase entre el efecto agregado entre los compromisos de mitigación nacionales y la trayectoria que debe seguir la mitigación de emisiones para poder contener el aumento en la temperatura mundial a niveles por debajo de los 2ºC. De acuerdo a los datos presentados en el Acuerdo, se proyectan un nivel de emisiones de 55 gigatoneladas de CO2 en 2030, cuando la meta de los 2ºC hace necesarios niveles de emisiones cercanos a las 40 gigatoneladas de CO2. Hecho que se traduce en intención de aumentar gradualmente los niveles de ambición de las metas expresadas en los compromisos nacionales a través de procesos de revisión cada cinco años.

 

  1. Vincula el cumplimiento de los compromisos nacionales con un marco de información y transparencia que permitan conocer los progresos alcanzados, los periodos y plazos, puntos de referencia, alcance y cobertura, procesos de planificación, supuestos y criterios metodológicos para estimar y contabilizar el impacto de las acciones de mitigación y, no menos importante, evitar las dobles contabilidades de reducción de emisiones.  Lo cual se acompaña de un registro público para inscribir las contribuciones nacionales, la definición de metodologías y criterios de orientación para que los países contabilicen y reporten la reducción de sus emisiones, así como de la obligación de reportar inventarios de emisiones y la absorción antropógena por sumideros.

 

  1. Se crea un nuevo mecanismo para facilitar la mitigación, en este caso enfocado a promover la reducción de emisiones en forma cooperativa entre países y para contribuir al desarrollo sostenible. Aunque es difícil visualizar su alcance pues sus reglas, procedimientos y modalidades todavía deberán ser definidas.

 

  1. Se acuerda reforzar el flujo financiero desde los países desarrollados para políticas de mitigación en países en desarrollo en 100,000 millones de dólares anuales hasta 2025, sujetos a una revisión al alza pero también vinculado a procesos de reporte y mecanismos de transparencia.

 

 

Ante las características del Acuerdo hay quienes se han manifestado lanzando las campanas al vuelo, en especial gobiernos, funcionarios de agencias internacionales y los especialistas que han venido impulsado esta modalidad de acuerdo en los últimos años. Otros grupos, expertos y organizaciones ambientales, reconocen que lo alcanzado representa un nuevo punto de partida, pero mantienen un optimismo moderado ante los retos específicos que representa su implementación. Finalmente, otras voces han manifestado su desacuerdo porque lo alcanzado no les parece suficientemente ambicioso para estabilizar emisiones o garantizar adaptación efectiva, porque las metas se quedan cortas con relación al ritmo de crecimiento de las emisiones globales o porque los instrumentos económicos son todavía demasiado vagos o no vinculantes para las partes.

 

Cabe la pregunta, ¿es el Acuerdo de París un buen acuerdo? Me parece que representa un modelo claramente gradualista que busca obtener resultados a través de cooperación voluntaria cuando las obligaciones supuestamente vinculantes no han rendido frutos en el pasado. Lo más importante es que establece una nueva base para articular la cooperación internacional para hacer frente a la amenaza del cambio climático.  Sin embrago, sus resultados dependerán de: 1) la voluntad de las partes para cumplir con los compromisos que adquirieron; 2) la forma en que el acuerdo se implemente y sus mecanismos se materialicen en los próximos años; 3) el diseño coherente de estrategias nacionales para garantizar la reducción de emisiones; 4) que los gobiernos y los mercados entiendan el resultado como una señal para reenfocar sus inversiones hacia el desarrollo de una economía baja en carbón.

 

El aspecto más débil, el gran error del modelo, me parece la decisión de no integrar un impuesto global a las emisiones de carbono con efectos redistributivos en beneficios de los países en desarrollo y los más pobres. Esto hubiera representado una señal de mercado mucho más firme a favor del desarrollo sustentable.   

 

Independientemente de todo esto, la firma del Acuerdo de París representa el momento político global para pasar de las palabras a los hechos y dejar atrás los eternos ciclos de retórica climática sin resultados. No hay otro camino que impulsar decididamente una transición hacia modelos económicos y energéticos más sustentables para evitar aumentos en la temperatura con efectos impredecibles para la vida humana, la flora y la fauna del planeta. 

 

@ja_leclercq