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¡Qué difícil ser activista social en México!

Es difícil en un escenario en donde muchos activistas terminan siendo víctimas de delincuentes o autoridades corruptas.

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Escrito en OPINIÓN el

Tras el terrible evento de Iguala en septiembre 2014, cuando autoridades del Estado en el uso de su poder desaparecieron a 43 estudiantes y agredieron a la sociedad en general, recibí muchas llamadas de gente que quería hacer algo, que se encontraba enojada y asustada por la situación de México y que quería, con su actuar, contribuir a que el país cambiara.

 

Recuerdo haberme reunido con grupos de empresarios, profesionistas y ciudadanos que buscaban un norte en cómo influir en la realidad social. Pasado el impulso inicial, el entusiasmo quedó atrás y la rutina y las preocupaciones cotidianas transformaron la energía en inacción.

 

Poco de ese entusiasmo se concretó en acciones. ¿Por qué? ¿Por qué ese brillo en los ojos, ese sudor en las manos, esa electricidad que se podía sentir en los ambientes de gente que quería hacer algo se disipó? Porque ser sociedad civil en México es difícil; en este país no tenemos el hábito ni la cultura  de participar, existen pocos ejemplos y casi ningún incentivo para hacerlo.

 

El origen de lo anterior se encuentra en nuestro bajo nivel educativo como país, que se traduce en bajo compromiso cívico, escasa Cultura de la Legalidad y baja formación política.

 

Los datos de participación democrática, el escaso número de organizaciones sociales –comparado por lo menos con otros países del continente–, los altos índices de corrupción, la baja confianza institucional, y los esfuerzos por hacer un mapa axiológico de los mexicanos lo confirman: Nos interesa poco lo público, nos encerramos en lo privado, olvidamos nuestra dimensión comunitaria y sufrimos el poder pero somos poco proactivos frente al mismo. En este escenario, conformar una organización, fondearla, desarrollar su agenda, objetivos, misión, visión y un programa operativo de trabajo sustentado en indicadores parece muy complicado.

 

Según datos de Mónica Tapia en su libro Reformas legislativas para mejorar la organización de los ciudadanos, en México existen aproximadamente 35,000 organizaciones de la sociedad civil para una población de 118 millones de habitantes, lo que incluye desde asociaciones religiosas, centros educativos y de rehabilitación de adicciones, hasta las organizaciones dedicadas al análisis y al activismo. ¿Qué significan 35,000 organizaciones? Si hacemos una comparativa regional, Chile cuenta con el mismo número pero con una población total de 41 millones 500 mil habitantes (es decir la tercera parte de nuestra población), Brasil con sus 203 millones de habitantes cuenta con 350 mil organizaciones de la sociedad civil  y claro, los Estados Unidos de Norteamérica, que tiene 300 millones de habitantes, cuenta  con más de un millón de organizaciones. 

 

 

Estos números representan cómo vive el ciudadano con respecto a lo público, qué tan proactivo es, qué tanta cohesión social hay en una determinada sociedad y qué tanto es corresponsable. Esta debe ser precisamente la prioridad de nuestras autoridades: construir ciudadanos corresponsables, capaces de tomar en sus manos parte de los problemas sociales y ayudar a generar soluciones; ciudadanos que entiendan que el Estado en su conjunto no puede resolver todo y que por eso establecen mecanismos propios de acción; ciudadanos que demandan y exigen a la autoridad cuando el gobierno no cumple lo mínimo que le corresponde.

 

Esta es una renovación cultural, que se debe generar a partir de tres acciones:

 

  1. Una reforma en los contenidos educativos que nos enseñe la importancia de la participación social.
  2. Políticas sociales que impulsen la participación.
  3. Espacios donde el intercambio de ideas, análisis y opinión entre ciudadanos sea relevante y tenga efectos.

 

En un escenario ideal, es el hogar el lugar de origen en donde cada uno de nosotros debería aprender a preocuparse por su calle, su banqueta, su colonia, su ciudad y su país. Por lo tanto,  el ambiente escolar es la única alternativa que tenemos; los niños desde el preescolar se encuentran en un espacio cautivo donde se les debe enseñar la participación social con acciones que la hagan atractiva y relevante desde la infancia, de tal  manera que se genere el hábito de ser un ciudadano proactivo frente a los retos de nuestra sociedad.

 

Según el Instituto de Desarrollo Social (INDESOL), las organizaciones sociales que contaron con apoyos de fondos públicos fueron 11,940 es decir casi la tercera parte de todas las organizaciones registradas, lo que induce a pensar que las otras 23,000 organizaciones viven exclusivamente de recursos internacionales y fondos privados. Para lograr un fortalecimiento de la sociedad civil organizada, la autoridad debe considerar maneras para incentivar la participación social efectiva: Por ejemplo, aumentar los fondos mixtos entre empresas y recursos públicos, promover que ciertos porcentajes dentro de los impuestos que se cobran a cada una de las personas en este país puedan ser destinados de manera voluntaria a ciertas causas,  favorecer los desagravios fiscales para los grandes donadores de causas sociales y, sobre todo, generar instrumentos de medición que permitan entender el impacto real y los logros de la acción social, para que ésta sea cada vez más profesional, relevante, pertinente y eficaz.

 

En mi trabajo como activista he escuchado (y también lo he afirmado) que debemos construir un diálogo eficaz entre ciudadanos y autoridades que produzca efectos positivos. Sin embargo, cristalizar ese espacio es algo mucho más difícil; ser corresponsable indudablemente no solo es tomar parte del liderazgo para enfrentar los problemas, sino también observar, analizar y evaluar las acciones que la autoridad lleva a cabo para proponer medidas alternas, reconocer logros, difundir buenas prácticas o incluso exigir y demandar el buen ejercicio de gobierno. Esta última parte es la más difícil de concretar, frente a un actor poderoso como son las autoridades del país, la denuncia y exigencia ciudadana fácilmente se pueden desdibujar y en ocasiones transformar en amenazas y acosos para los activistas.

 

Estar sentados en una mesa a dialogar ciudadanos y autoridades no es un logro, es una acción que debe incluir un plan, que debe permitir un diálogo abierto, educado y crítico y que debe llevar a mejorar de manera evidente la vida de las personas. Si el diálogo no lleva a resultados se transforma en pura simulación.

 

Como dije en un principio, es difícil ser sociedad civil en un escenario en donde muchos activistas terminan siendo víctimas de delincuentes o autoridades corruptas, donde los recursos disponibles son insuficientes y muchos se otorgan de manera discrecional y no con base en programas sustentados en indicadores objetivos de impacto; es difícil ser sociedad civil cuando nuestro trabajo es poco relevante para la sociedad misma y por eso debemos insistir en hacerlo y enfrentar los retos de manera profesional y con valor civil.

 

Personas como Josefina Ricaño, fundadora y presidenta de México Unido Contra la Delincuencia; María Elena Morera, presidenta de Causa en Común; Isabel Miranda, presidenta de Alto al Secuestro; Edna Jaime, directora general de México Evalúa; Alejandro Martí o Claudio X. González, presidente de Mexicanos Primero, sólo por citar a algunos, nos han mostrado que es posible incidir en la agenda pública en favor de todos los mexicanos.

 

Como hace casi un año hice con quien se sentía inconforme y preocupado por la realidad de nuestro país, hoy te invito a que te sumes en una causa; tú elige cuál, hay muchas maneras de apoyar, desde retuitear hasta participar activamente con alguna organización. Pero lo importante es que te conviertas en parte de esta masa que debe crecer y que esta compuesta de personas que buscamos una sociedad donde la dignidad humana siempre sea respetada, donde el acceso a la justicia sea parejo para todos y donde la ley proteja los derechos de los individuos y de la sociedad.

 

Si no sabes por donde empezar, en el Observatorio Nacional Ciudadano (ONC) te compartimos nuestra experiencia y te ayudamos a aprender cómo hacerlo. La experiencia que hemos madurado en conjunto con México Evalúa A.C. en activar a la sociedad civil local a través de nuestros observatorios estatales, regionales o municipales, pertenecientes a la #RedObservatoriosSeguridad, nos ha permitido madurar una experiencia de cómo ser un actor relevante es posible. Ser sociedad civil en México es difícil pero la urgencia que tenemos de mejorar las condiciones del país nos lleva a afirmar que enfrentar los resultados de la inacción sería aún peor.

 

@frarivasCoL

@ObsNalCiudadano