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Presencia y huella gay en el cine

Como ya hemos mencionado, el arte cinematográfico es un reflejo de su entorno. Los eventos, anécdotas, juicios y prejuicios, conceptos religiosos y libertarios, estética y actuación, entre muchos otros factores que le dan vida, no surgen de la nada y por tanto un tema o historia de cierto corte puede ser censurada y prohibida por una parte de la sociedad y celebrada como un acto de libertad de expresión por otros

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Escrito en OPINIÓN el

Tal es el caso de las películas con temática lésbico gay.

Aunque ya no es tan fuerte la reacción como en el pasado la presencia de personajes, historias o realizadores homosexuales en la pantalla grande no se puede discutir que en la actualidad estamos en un tiempo de transición entre una forma de ver las cosas, en la que todo debe ser de una sola forma, contra otra muy distinta en la que la diversidad es una forma de vida natural y fluida.

 Como en tantos otros asuntos y temáticas, lo anterior plantea un dilema para los mexicanos. La imagen cinematográfica  de referencia con la que crecimos la gran mayoría fue la de los homosexuales de cine de ficheras. Siempre en tono de ridiculización y burla con la intención de mostrar la profunda diferencia que “aquellos” tenían con respecto a los “normales”, es decir a los machos mexicanos con pretensiones de Don Juanes (como si el machismo fuera muy normal).

Pese a esta característica de nuestro país la presencia gay en el cine tiene una huella profunda y que no se puede negar. Hay comedias, melodramas, tragedias, cortometrajes y documentales que la abordan con todo tipo de perspectivas y argumentos. De igual forma, la presencia homosexual detrás de cámaras ha sido constante y ha permitido la creación, desde el guion hasta la dirección, de magníficas piezas que ahora se consideran pilares de la historia cinematográfica mundial.

Por esta razón, y como salutación a las comunidades lésbico gay que hoy celebran orgullosamente su día quiero hacer un pequeño repaso de las escenas, películas o personajes gay que han dejado profunda huella en el gusto cinematográfico de un servidor.

La primera gran mención se la lleva una escena de la famosísima Brokeback Mountain, (Lee, 2005). La película en sí es muy buena, en ella se muestra un marco social al que no pueden escapar los protagonistas, quedando  atrapados en una espiral fatídica que termina en una tragedia estilo  griego de amor frustrado por la muerte. Mención aparte se merece la última escena de la película en la que  Ennis (Heath Ledger) toca el único recuerdo que nunca tendrá de su amor perdido, una chamarra de cowboy, con desesperación y dolor desbordantes. Un resumen actoral magnífico de la situación de marginalidad y dolor a la que se reduce a una gran parte de los gays en el mundo.

En el ámbito de la comedia romántica hay dos películas que me perecen maravillosas y divertidas, aunque sólo una de ellas  toma la cuestión de la homosexualidad como centro de su historia, me refiero a Four Weddings and a Funeral (Newell, 1994) y Kissing Jessica Stein (Herman-Wurmfeld, 2001).

En la primera, de nuevo nos encontramos con una emotiva escena en la que un enamorado gay despide de manera hermosa a su fallecida pareja cuando Matthew, encarnado por  John Hannah, lee un hermoso poema de W. H. Auden mientras acepta su homosexualidad demasiado tarde. Aquí un fragmento del poema:

…The stars are not wanted now; put out every one,
Pack up the moon and dismantle the sun.
Pour away the ocean and sweep up the wood;
For nothing now can ever come to any good.

La segunda es, a mi juicio, la mejor comedia sobre la ambivalencia en la que viven muchas personas que se consideran heteros. Una comedia con un buen guion y mucho sentido del humor, que sin embargo muchos sectores conservadores han censurado por su premisa: ser homosexual no es una enfermedad o una elección, es quién soy.

Por desgracia, y por la cualidad que tiene el cine de reflejar su entorno, la gran mayoría de las historias gay que han trascendido narran historias de dolor y muerte por la falta de aceptación social. El mejor ejemplo de esto lo podemos ver en lo que sucedió cuando Hillary Swank encarnó a Teena Brandon/Brandon Teena, una joven que busca el amor encarnándose en su yo masculino y termina siendo  asesinada en Nebraska. La película, Boys Don´t Cry (Peirce, 1999), logró que se le diera el Óscar a Swank como mejor actriz ese año pero en realidad no logró un excesivo impacto en la situación de riesgo y vulnerabilidad de los homosexuales en el medio oeste americano.

Y fuera de las pantallas podemos mencionar la valentía de algunas figuras para enfrentar la posible censura de medios de comunicación conservadores. El mejor ejemplo lo tenemos en la autora del más famoso selfie de la historia de la entrega de los Oscares, Ellen Degeneres, quién arriesgo su carrera en la pantalla chica al declarar abiertamente su preferencia sexual en 1997. Por fortuna ella se ha convertido en un ícono de éxito y de activismo, lo que la llevó a ser este año, nuevamente, conductora de los premios de la academia de artes cinematográficas estadounidense (y no olviden que ella es la voz del adorable pez azul, Dory de Nemo).

Otro ejemplo de esta actitud ante la industria del espectáculo lo tenemos con Ellen Page, quien se hizo famosa por su personaje Juno en la película del mismo nombre (Reitman, 2007). Ella decidió “salir del clóset” y declararse abiertamente lesbiana en un ambiente que aún levanta las cejas ante tales posiciones.

Para terminar el recuento, debemos ver que la lucha en la que se encuentra inmersa la comunidad gay ha sido el combustible para que  se vuelquen en la pantalla cinematográfica historias emocionantes basadas en la realidad. Como ejemplo de esto podemos mencionar el caso de Milk (Van sant, 2008). Basada en la historia de Harvey Milk,  famoso activista gay de los Estados Unidos, la película se llevó dos Óscar ese año, entre ellos el de mejor actor protagonista para Sean Penn.

¿Y México?

Por desgracia, y como apunté al principio, la educación de nuestro país en materia de tolerancia o aceptación es casi nula y la gran mayoría de las personas no tienen idea de que existe un movimiento de cine y cultura gay o que en 2014 se celebró el 8º festival de cine gay organizado por la máxima casa de estudios de nuestro país. Ni siquiera se conoce a la magnifica y cruda película  Mil nubes de paz cercan el cielo, amor, jamás acabarás de ser amor (Hernández, 2003) que ganó premios,  tres premios y logró cinco nominaciones más en los Arieles de 2004 y le ganó el reconocimiento a Julián Hernández como mejor director por parte del Festival Internacional de Cine de Lima, Perú.

De hecho el personaje homosexual  del cine nacional que la mayoría de la gente recuerda cuando se le pregunta sobre el tema es el famoso Don Ru, realizado de forma maravillosa por Ernesto Gómez Cruz en El Callejón de los Milagros (Fons, 1995), y que no es más que un personaje lleno de profundos rencores y una homosexualidad que no puede ser aceptada plenamente.

Por desgracia la industria cinematográfica nacional es todo menos industria, lo que deja muchas veces excelentes proyectos enlatados y marginados. Solamente algunas películas con temáticas sociales se filtran al gran público  dejando de lado las demás, muchas veces esperando que la moda gire hacia un grupo vulnerable en particular para realizar filmes que los refieran.

Y este ha sido el caso de la Homosexualidad. No hemos visto un boom gay en la pantalla que explore y analice esta situación en nuestro país. México es un país mosaico que tiene muchos elementos que lo conforman y los cineastas no deben cerrar sus ojos a este grupo social, el cual sigue sufriendo de una profunda vulnerabilidad. Y ahora le preguntó a usted, ¿cuál es su película de temática gay favorita?

eduardohiguerabonfil@gmail.com

@HigueraB