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Por un gasto austero, eficiente y bien fiscalizado

Estamos a tiempo de corregir el rumbo y arrancar la discusión de un modelo de gasto eficiente y el Sistema Anticorrupción en el Congreso.

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Escrito en OPINIÓN el

Las malas noticias de la economía mexicana del primer mes del 2015 son una señal de alerta que obliga a tomar decisiones creativas para cambiar el enfoque inercial y “petrolizado” que ha tenido el paquete presupuestal en los últimos años.

 

Primero, porque la caída del precio internacional del petróleo crudo -que bajó de 79 a 39 dólares por barril en los últimos dos meses- es un fenómeno que, según confirmó el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, se mantendrá por varios años, implica que ya no estarán disponibles los generosos excedentes presupuestales a los que el gobierno federal se había acostumbrado.

 

Ante esta nueva realidad, el recorte de 124 mil millones de pesos anunciado por Hacienda es una medida acertada pero insuficiente, pues sólo servirá para amortiguar el previsible “boquete” fiscal de un presupuesto del cual, entre 35 y 40 centavos de cada peso provienen de ingresos petroleros.

 

Por eso, más allá de la relevancia y dimensión del recorte al gasto público, es necesario volver al equilibrio presupuestal que evite más deuda pública como la aprobada por el PRI y PRD en 2014 y 2015, y que sea resultado de la evaluación integral, minuciosa y detallada de todos los programas, partidas, y gastos de la administración pública federal y, por supuesto, de los tres órdenes de gobierno.

 

Así, la Secretaría de Hacienda tendrá el reto de elaborar, presentar y concretar -en coordinación con la Cámara de Diputados- un presupuesto de egresos austero, equilibrado y eficiente, con base a metas y resultados perfectamente auditados por un nuevo órgano fiscalizador, y con un menor gasto corriente, que limite costos como los excesivos programas de difusión de la Presidencia de la República.

 

La generación del nuevo modelo de gasto público inteligente y eficiente deberá ir acompañada -sin pretexto ni justificación alguna- por la creación de un Sistema Nacional Anticorrupción autónomo e independiente que se convierta en el “Big Brother” de los recursos de todos los mexicanos.

 

No compartimos que un empleado del Presidente revise al Presidente, su esposa o sus secretarios y los posibles conflictos de interés de éstos al adquirir propiedades a contratistas del gobierno federal; eso es una simulación.

 

La realidad y la experiencia indican que, sin un Sistema Anticorrupción independiente del Ejecutivo federal, no habrá recorte al gasto, austeridad, ni presupuesto inteligente que logre fomentar el crecimiento económico, atraer la inversión y generar los millones de empleos que hacen falta en el país.

 

Estamos a tiempo de corregir el rumbo y arrancar la discusión de ambos temas –modelo de gasto eficiente y Sistema Anticorrupción- en el Congreso, sólo falta que el gobierno federal y sus grupos parlamentarios demuestren voluntad política y altura de miras para arreglar dos grandes problemas que los ciudadanos, especialistas y organismos internacionales han cuestionado por mucho tiempo.

 

Veremos si el presidente Peña y su gobierno se mueven en la dirección correcta o, como señaló el semanario The Economist, “siguen sin entender que no entienden” lo que está pasando en el país.

 

PD: Agradezco a Roberto Rock y a La Silla Rota por la generosidad para integrarme a la amplia y plural cartera de colaboradores de la sección de opinión en este portal; espero también que, a través de este espacio, se fomente la discusión constructiva y respetuosa sobre temas económicos, electorales y políticos que nos deben ocupar a todos.

 

@JVillalobosS