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“¡Poder blanco…Poder blanco!”

“¡Lárguense de aquí con sus apestosas tortillas y sus malditos burritos…! ¡Nosotros somos hechos en ‘América’!… ¡Amamos a Trump…! ¡Construyan el muro ya…!”…

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Escrito en OPINIÓN el

“¡Muevan su culo y lárguense de una vez a su mugroso país!” gritaba una y otra vez un grupo de estudiantes sajones que de pronto irrumpió en la cafetería de su escuela. Se dirigieron a otro grupo de estudiantes latinos que departían, sentados a la mesa. Fue en una escuela de nivel medio en Texas, Estados Unidos de América, en pleno siglo XXI.

 

Los gritos de los muchachos blancos iban acompañados de señas obscenas y expresiones de brutal indignación: “¡Lárguense ya, de una vez… fuera-fuera-fuera!”... “¡Que se construya el muro… que se construya el muro…!”. Su actitud era exultante y casi enloquecida. El odio estaba ahí, en su fortaleza triunfal, en su ideal de raza superior impulsada y recreada apenas meses antes…

 

Los muchachos latinos, que eran menos, se quedaron quietos y siguieron tomando sus alimentos y tragándose la indignación, el coraje, la ira contenida… Veían a sus compañeros, los mismos que semanas antes eran parte de su grupo, de sus equipos, de su convivencia cotidiana ahora les echaban en cara su origen y su destino… “¡Mueve tu maldito culo y lárgate…!”

 

No había pasado ni un día del triunfo del republicano Donald Trump cuando comenzaron a ocurrir hechos de violencia racista y xenófoba en diferentes estados de la Unión Americana. Y son cada vez más frecuentes y cada vez más violentos, en contra de minorías raciales: Los latinos en particular. Es lo que se ha denominado el “Efecto Trump”:

 

“¡Lárguense de aquí con sus apestosas tortillas y sus malditos burritos…! ¡Nosotros somos hechos en ‘América’!… ¡Amamos a Trump…! ¡Construyan el muro ya…!”…

 

Reaparece entre muchos estadounidenses la peor de sus facetas, la indigna y denigrante; aquella vieja personalidad racista y xenófoba que parecía perdida al paso de los años, al paso de la democracia consolidada y por la participación de todos en la construcción de una nación, a lo D.W. Griffith. Una nación ideal en aspiraciones y con libertades para todos en el país de “las oportunidades para todo el que quiera trabajar”…

 

Y uno pensaba que “Matar a un ruiseñor” era literatura e historia, como también “Escupiré sobre sus tumbas”; y que César Chávez, como Malcom X o Martin Luther King formaban parte de la galería heroica de hombres que enfrentaron a una sociedad que los repudiaba y repudiaba a su gente; que lucharon por sus derechos civiles y que al final de cuentas, en un abrir y cerrar de ojos todo parece haber sido inútil…

 

Donald Trump exultaba esos ideales durante su larga y tortuosa campaña. Y así, minuto a minuto y paso a paso, despertó en muchos a ese viejo estadounidense dueño de sí mismo y de su mundo. Era el llamado de Hamelin para “Hacer grande de nuevo a ‘América’”.

 

Así que desde el día de la elección presidencial ha surgido un ambiente de tensión social entre republicanos y minorías: ‘El Southern Poverty Law Center –organización dedicada a documentar actos de odio en Estados Unidos—registró más de 200 incidentes de los que llama ‘El efecto Trump’.

 

El periódico estadounidense The New York Times ha reportado un gran número de este tipo de incidentes. Apenas al día siguiente del triunfo de los republicanos ya se presentaban acosos raciales en Luisiana y California…

 

El activista Shaun King dio a conocer que han ido en aumento los ejemplos de ataques, agresiones y acosos, cuyos ejecutores, en la mayoría de los casos, mencionaron a Trump durante la agresión…

Adriana Medina, mostró un video de un autobús en el condado de Queens en el cual se ve a estudiantes de la escuela St. Francis que abordan y se dirigieron a personas de color: “¿No se supone que la gente como ustedes se sienten en la parte trasera del autobús?: ¡Trump ya es presidente!”

 

Y esto es sólo el principio. 

 

Si por ahora la autoridad de Estados Unidos no puede contener estos brotes de odio, intransigencia y falta de razón, será mucho más difícil que Donald Trump detenga lo que él mismo impulsó; y sí que con muestras de gobierno atrabiliario, de confrontación y odio, hará que cada día más las minorías se encuentren en peligro de vida, o muerte… en el país de Oz.

 

El gobierno mexicano dice que está a la expectativa y que ya ha dado instrucciones a sus embajadas y consulados en Estados Unidos para que cualquier mexicano que requiera ayuda o apoyos legales acuda en solicitud de auxilio.

 

Pero el problema es mucho más de fondo. Y tiene que ver con la relación entre países y, por supuesto, entre gobierno.  Un país débil en su gobierno y en sus estructuras, frente a un gobierno estadounidense embravecido y dispuesto a abrir las fauces al mínimo pretexto, es fácil presa.

 

Es cuando se comienzan a hacer los recuentos de con qué apoyos internacionales cuenta el país mexicano para hacer frente a agresiones que pasen de lo declarativo a los hechos, si hace tiempo de forma irresponsable los gobiernos mexicanos dieron la espalda a Centro y Sudamérica, si hace tiempo no se entiende con la Unión Europea y si hace tiempo su mirada y su destino parecen estar inscritos en el presente o futuro estadounidenses.

 

Con qué cartas credenciales habrá de hacer diplomacia, con cuantos cargos y abonos habrá de revisar sus acuerdos comerciales y, sobre todo, en qué momento y con qué fortaleza nacional –no nacionalista- cuenta, para defender a los mexicanos que legales o ilegales están allá, en las entrañas de la fiera y quienes solos  tendrán que hacer frente al “¡Mueve el culo, y lárgate!”.

 

@joelhsantiago

@OpinionLSR