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Pocas historias para el celuloide

"Dad crédito a las obras y no a las palabras". Miguel de Cervantes Saavedra

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Escrito en OPINIÓN el

El oficio del periodismo es uno de los más difíciles que se pueda encontrar. Se debe combinar tenacidad, inteligencia, olfato, habilidad casi literaria con las palabras, mucho colmillo y a veces valor casi suicida.

 

El de los periodistas es un gremio, según nos gusta imaginarlo en la pantalla de plata, combativo y solidario. Las películas nos lo pintan como una especie de cofradía de guerreros desfacedores de entuertos y obsesivos buscadores de la verdad.

 

Por desgracia, como los sucesos de la última semana nos lo han mostrado con claridad, esto no siempre es cierto.

 

Es verdad que con el despido de una periodista casi icónica de la radio de nuestro país se han convulsionado las redes sociales y que muchos periodistas luchadores, dignos de la descripción de más arriba han emitido su opinión y solidaridad.

 

Sin embrago, los ejemplos que nos muestran a grandes figurones del periodismo nacional siguiendo el refrán popular que reza “calladitos nos vemos más bonitos” son muchos, sin mencionar la evidente falta de solidaridad y el oportunismo para hacer leña del árbol caído (ahí te hablan @LuisCardenasMx).

 

Pero ya bastante tinta ha corrido en las páginas reales y virtuales sobre este tema y mucha más lo hará a como pintan las cosas. En nuestro caso hemos retomado este candente asunto para querer hacer un homenaje cinematográfico a los periodistas valientes y temerarios, a los que no dudan en decir lo que es necesario decir por incómodo que esto sea para quien lo escucha, para aquellos guerreros de la pluma que ningún despido insostenible  o ataque estilo Charlie Hebdo detiene en su labor de ser los ojos y los oídos de nuestra vida y sociedad.

 

Estas tres películas son, obviamente, muy cercanas a mí. Una la conocí gracias a la maravillosa @marmenes con quién compartí aulas, la segunda es la versión en cine de una de las novelas que más me han atrapado en los últimos años y la tercera es un clásico que habla de la defensa de la libertad de saber y comunicar, incluso contra los intentos de ocultamiento y censura de los poderosos.

 

Welcome to Sarajevo (Winterbottom, 1997) nos muestra uno de los dilemas de los periodistas apasionados: La obligación de mantener la distancia profesional y de no involucrarse con aquellas personas sobre las que se está hablando y reportando para sus medios.

 

La historia se ubica en uno de los escenarios de barbarie de fines de siglo XX, en medio de una lucha étnica y religiosa en pleno continente europeo. Los periodistas viven y sufren su oficio y van desde la locura heroica de retirar heridos a riesgo de ser asesinados por francotiradores, hasta el intento de salvar a infantes inocentes del infierno en el que la estupidez y la intolerancia los ha sumergido. Además de ser una producción de alta calidad en cuanto al debate del periodismo y de las personas que lo ejercen cuenta con la magnífica actuación de Woody Harrelson.

 

 

Män som hatar kvinnor (Oplev, 2009) es la primera versión para la pantalla grande de la novela de Stieg Larsson de la trilogía Millenium, Los Hombres que No Amaban a las Mujeres. La historia gira alrededor de Mikael Blomkvist, un periodista convencido de la labor que ejerce y que lo lleva a desenmascarar turbios secretos de industriales y políticos, además de dirigir un semanario que se caracteriza por su combatividad y compromiso en la lucha en contra de los peores aspectos de la sociedad sueca (pederastia, misoginia, corrupción, racismo).

 

 

La verdad es que Blomkvist es un personaje lleno de defectos, al final es humano, pero su convicción inquebrantable de buscar al asesino serial de mujeres y su ingenuidad para creer que la verdad siempre triunfa lo convierten en un ícono del cine en estas lides del periodismo. Y como todo buen caballero tiene una escudera que le salva literalmente la vida al final de la historia, la singular y llamativa Lisbeth Salander.

 

Pocos informadores podemos encontrar en nuestro país el nivel de compromiso del imaginario Blomkvist, capaces de llegar a arriesgar la vida con tal de encontrar la verdadera historia, aún en contra del poderío de un asesino millonario.

 

Finalmente en esta columna de homenaje al cine de periodistas y periodistas reales, queda por mencionar la más conocida y clásica película de éste subgénero, una que relata como la pluma puede derribar a un presidente en el país más poderoso del mundo: All the President's Men (Pakula, 1976).

 

 

Esta película trata sobre la famosa pareja de periodistas del Whashington Post, Bob Woodward y Carl Bernstein, que destaparon el escándalo de espionaje político de Watergate, el cual culminó con la renuncia de Nixon como presidente de los Estados Unidos.

 

Esta obra, basada en un libro testimonial homónimo de ambos periodistas, además de contar con un tono de thriller y de las buenas actuaciones de unos jovencísimos Dustin Hoffman y Robert Redford como los incansables periodistas, nos muestra por qué en un país con una democracia real –es decir informada y activista-, la prensa ha recibido el título de cuarto poder.

 

Sobre periodistas, informantes a los medios e historias que llegan a los medios existen innumerables ejemplos y no debemos dejarlo pasar en estas épocas donde la “protección” de una marca no sólo la daña a ella misma sino que daña a la sociedad privándola de un equipo de reporteros combativos y eficaces.

 

Y ahora me gustaría saber cómo titularías tú una película que hable sobre la nueva idea de una redacción que autorice de forma previa, nada que ver con la censura, lo que cada reportero y comentarista puede o no investigar en su labor informativa.

 

Yo propongo “Me Vale Sorbete la verdad…”, ya sé que es un feo título, como fea es la realidad.

 

No hay casi ninguna historia de este tipo en México que podamos llevar al celuloide, por desgracia.

 

@HigueraB

eduardohiguerabonfil@gmail.com