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París y las expectativas de la COP 21

Hasta la fecha 140 países han registrado voluntariamente sus compromisos nacionales de mitigación.

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Escrito en OPINIÓN el

El otoño de 2015 será recordado por las consecuencias de importantes acontecimientos ocurridos en París. Por un lado, los atentados del viernes 13 señalan una nueva etapa de terrorismo global con brutales consecuencias para la población civil, replanteamientos drásticos en las políticas de seguridad regionales, mayores límites a las libertades individuales y una actitud de rechazo hacia migrantes y refugiados. Por el otro, durante la primera quincena de diciembre se espera que la comunidad internacional sea capaz de alcanzar un nuevo acuerdo climático global en la COP 21.

 

La cumbre climática de este año, inevitablemente marcada por los atentados terroristas y el riesgo de nuevos ataques, representa para muchos la última oportunidad para definir, a través de la cooperación internacional, mecanismos más efectivos para contener el incremento de las emisiones de Gases efecto Invernadero y evitar aumentos impredecibles en la temperatura del planeta por encima de los 2ºC.

 

Algunos datos nos hablan de la posibilidad de que se alcance un acuerdo relevante:

 

1) Figuras políticas como el Papa Francisco y Barack Obama han asumido un liderazgo internacional decidido e impulsan un acuerdo global ambicioso con metas y objetivos específicos.

 

2) A principios de esta semana los líderes del G20 declararon en Antalya (Turquía), su intención alcanzar un nuevo acuerdo climático "con fuerza legal", "aplicable a todos" y "ambicioso, justo, equilibrado, durable y dinámico".

 

3) Cambios en los gobiernos de Australia y Canadá hacen pensar en un giro radical en la política climática y la disposición de asumir compromisos en estos países, aunque el cambio más importante es la postura de China, quien ha anunciado la creación del mercado de bonos de carbón más grande del mundo y cuyos compromisos nacionales incluyen una reducción de sus niveles de emisiones en 60–65 hacia 2030.

 

4) Los efectos de los escándalos en los que se han visto involucradas de empresas globales como Volkswagen y Exxon, han mandado señales de que el público y los mercados están más decididos a castigar el fraude y el engaño.

 

5) Hasta la fecha 140 países han registrado voluntariamente sus compromisos nacionales de mitigación, lo cual no es cosa menor si consideramos que el modelo anterior tenía como eje la responsabilidad exclusiva de los países industrializados en materia de mitigación de Gases de Efecto Invernadero (Ver documentos del INDC).

 

6) En lo general, predomina en la comunidad internacional un enfoque pragmático y gradualista que puede facilitar el acuerdo.

 

Sin embargo, a pesar de que las señales nos hacen ser optimistas sobre la firma de un nuevo acuerdo climático global, hay una serie de aspectos que es necesario tener en cuenta si aspiramos a un tratado más eficiente, efectivo y equitativo:

 

1) Si bien la mayor parte de la comunidad internacional ha cumplido entregando sus compromisos nacionales de mitigación, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente ha advertido recientemente que los objetivos puestos sobre la mesa difícilmente permitirán estabilizar las emisiones para aspirar a contener el aumento de la temperatura en 2º C. Aún si todos los países cumplen sus compromisos hacia 2030 las emisiones globales superarían los límites proyectados entre 12 mil y 14 mil millones de toneladas de ?CO2.

 

2) En este mismo sentido, el World Resource Institute ha señalado que los compromisos nacionales son poco ambiciosos en general y de hecho sólo 12% de ellos proyectan metas más allá de 2030, cuando la estabilización de las emisiones es por definición un objetivo que se juega en el largo plazo.

 

3) Se ha discutido mucho en torno a la necesidad de alcanzar un acuerdo global tan ambicioso como legalmente vinculante. Esto me parece un falso debate, el punto central es vincular compromisos nacionales ambiciosos con mecanismos efectivos y confiables que garanticen metas medibles, verificables y reportables de acuerdo a principios de transparencia y rendición de cuentas.

 

4) El nuevo acuerdo climático no puede limitarse a establecer un nuevo esquema para la mitigación de Gases de efecto Invernadero, debe incorporar políticas específicas mucho más efectivas y equitativas orientadas a la adaptación y a la reducción de la vulnerabilidad en países en desarrollo.

 

5) La viabilidad del modelo que se desprende de la agenda de Lima 2014, depende de que se cumplan también los compromisos de garantizar flujos financieros en beneficio de los países en desarrollo de al menos 100 mil millones de dólares al año a partir de 2020. De hecho muchos de los compromisos nacionales de mitigación están condicionados al financiamiento y la cooperación internacional.

 

Tal vez lo más importante es entender que la firma de un nuevo tratado climático no resolverá la amenaza del calentamiento global, sino que representa nuevas bases para articular la cooperación internacional necesaria para enfrentar con mayor efectividad y equidad el problema. Habrá que seguir con atención las negociaciones de la COP 21 y el contenido final del acuerdo.

 

@ja_leclercq