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¿Para qué sirven los festivales?

Actualmente podemos ver festivales dedicados al cine judío, al terror, al erotismo, a la diversidad sexual, de animación, en pro de los derechos humanos o con temática de género por mencionar algunos.

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Escrito en OPINIÓN el

Mucha gente piensa que los festivales cinematográficos tienen tres funciones: lanzar  los estrenos de la temporada; permitir a los actores y figuras de la industria pasearse por la alfombra roja para lucirse y repartir premios con los que muchas veces nadie está de acuerdo. Este desconocimiento de lo que es el universo en el que se han convertido los  festivales en nuestros días hace que muchos se pregunten si estos eventos tienen alguna utilidad.

 

 

Esta duda es tan profunda que me ha tocado atestiguar, como alumno o profesor, y guionista, la misma pregunta en innumerables ocasiones… ¿de verdad sirven de algo más que de ejercicio de autoindulgencia los festivales?

 

En realidad los festivales son, en la mayoría de los casos, el espacio en donde  creadores, público, compañías, escritores, cineastas to be con un sueño bajo el brazo, prensa y medios e instancias de la sociedad y el gobierno puede confluir y entablar un diálogo con posibilidades de fructificar realmente.

 

Aunque es muy cierto que lo más llamativo de muchos festivales famosos son las competencias, las fiestas organizadas alrededor del evento y la alfombra roja con sus estrellas, la verdad es que los festivales se han vuelto un rubro complejo y bastante especializado.

 

Por ejemplo, la temática de los festivales se vuelve cada vez más particular y a través de esto, se busca dar salida y difusión a tramas, grupos sociales y culturales o formatos específicos. Actualmente podemos ver festivales dedicados al cine judío, al terror, al erotismo, a la diversidad sexual, de animación, en pro de los derechos humanos o con temática de género por mencionar algunos. Los grandes festivales, desde Cannes hasta el Festival Internacional de Cine de Morelia, que buscan abarcar “el todo” de la creatividad y el cine en un solo espacio, o al menos lo más importante, se han convertido en una gloriosa y necesaria excepción.

 

 

Para atestiguar esto solo tiene que acceder a la página web de IMCINE  http://www.imcine.gob.mx/cine-mexicano/festivales-mercados-y-premios-mexicanos y podrá ver que no miento. De los trece festivales listados un total de siete son especializados en su temática: infantiles, de campo, presencia femenina en cine y TV.

 

Y es que esa es una de las funciones más importantes y menos explícitas de los festivales: son espacios que permiten una expresión concentrada en un tiempo específico de temáticas relevantes por su énfasis político, cultural, de género o estético.

 

Sin todos estos festivales y muchos más que el tiempo y espacio no nos permite enumerar, muchas de las producciones no podría llegar a ninguna pantalla en nuestro país y muchas más, quedarían relegadas a no tener posibilidad de ser conocidas más allá del grupo que la generó y produjo.

 

Y así llegamos a una segunda función trascendente de muchos festivales: son el espacio propicio para que los creadores y futuros creadores pueden encontrar vínculos con empresas, instancias gubernamentales y otros creativos esenciales en muchas ocasiones para lograr concretar un proyecto del costo y complejidad que tiene un filme en nuestros días. En otras palabras, algunos festivales tienen como misión específica ser puentes para la creatividad y las empresas o ser el lugar donde se pueda firmar tratos para financiar o distribuir a gran nivel producciones de calidad. Por ejemplo, si usted  va a la mencionada página podrá encontrar Los Cabos International Film Festival 2014, el cual es explicado de esta forma: El festival busca crear un puente de intercambio entre la industria fílmica mexicana, la estadounidense y la canadiense. Un ambicioso y loable cometido, hay que decirlo.

 

 

Una función más de estos cines es dar oportunidades a aquellos que no poseen aún el nombre, prestigio o credibilidad en el medio para demostrar que lo que hacen vale la pena.

 

Como ejemplo de esto quisiera citar algo que una vez el ahora famosísimo Guillermo del Toro dijo en el marco de una exhibición de aniversario de su película Cronos (1993) en la Cineteca nacional: “Cuando fuimos a Cannes a llevar la película el presupuesto de publicidad y promoción de Cronos consistía en un rollo de posters que llevaba bajo el brazo y un rollo de diurex, no esperábamos que explotara de esa forma a partir de ahí”. Hoy en día Guillermo se puede dar el lujo de elegir los proyectos en los que se involucra, las temáticas y mucho más a un nivel imposible de imaginar antes de su paso por Cannes 1993 y el reconocimiento ahí recibido.

 

Así que la pregunta con la que iniciamos esta columna no tiene una sola respuesta, ni es fácil. Los festivales sirven para muchas cosas y son, además de los aspectos creativos y de difusión ya mencionados, grandes lugares donde se puede generar capacitación, emprendimiento, búsqueda de ideas frescas y como ya dijimos, de vinculación.

 

Ahora, los festivales también nos sirven a nosotros como público que paga su boleto o que desea ver algo diferente a lo que tenemos todos los días en cartelera.

 

Para los que nos gusta sentarnos en nuestras butacas a ver una buena peli, un festival es una oportunidad única de experimentar cine diferente y muchas veces poco convencional. El festival es la puerta de escape del pan con lo mismo en el cine… y si no me creen, pregunten a Reygadas, Lynch, Del Toro, Von Trier y Miyazaki, entre muchísimos más.

 

Y usted, ¿va a festivales de cine?

 

Twitter: @HigueraB

Mail: claseseduardohiguera@gmail.com