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¿Para qué sirve el cine?

El cine muestra retazos de lo que somos los mexicanos, ya sea que nos agrade o no.

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Escrito en OPINIÓN el

Una de las cosas que siempre he afirmado es que impartir clases en las universidades permite mantener joven y ágil la mente. Los cuestionamientos de los alumnos son en muchas ocasiones hábiles, inteligentes y sobre todo obligan a reflexionar nuestros propios esquemas. Justo eso sucedió cuando uno de ellos me preguntó la semana pasada qué utilidad tiene el cine, o cualquier creación, que sea realmente benéfica para las personas.

 

En una ocasión escuche un ex rector de la Universidad Tec Milenio, cuando sólo era profesor del ITESM, afirmar en una clase que no sucedería nada si desaparecía todo el arte del mundo: “La vida y la sociedad se volverían un poco más aburridas, más grises y nada más pasaría”, dijo en una conferencia remota trasmitida a diversos campi del Tec.

 

La verdad es que ambas cuestiones se juntan y tocan a un nivel muy profundo. Creer que el arte no sirve de nada o que no aporta más que algo de color  y animación a nuestras vidas es, para mí, un grave error.

 

El arte nos permite expresar y trascender, nos lleva a imaginar situaciones posibles e incluso a explorar partes de nosotros mismos que normalmente no aceptamos. El arte, en su más pura forma es exploración y descubrimiento que en vez de terminar con las dudas levanta más preguntas sobre las personas, impulsando así su ciclo infinito de cuestionamiento y respuesta por medio de más preguntas.

 

Y es el cine, el arte que reúne casi todos los artes en su confección, es el medio ideal para poder realizar esta exploración ya que se puede ser tan banal y simplón o tan profundo, oscuro y denso como necesite el tema y la intención, principalmente, de su director.

 

Pero al final eso no responde la pregunta que intitula esta columna, ¿por qué hablar de cine?

 

Debemos hablar de cine por que el cine nos define en gran medida como individuos, pero además refleja de forma precisa, lo que somos como sociedad y seres humanos. Y si sopesamos esta afirmación con cuidado, podemos ver lo terrible que ésta puede ser.

 

 

Así, el cine nacional adquiere un peso mucho más grande y específico al abordarlo con esta visión. ¿Qué tipo de país produce Nosotros los Nobles (Alazraki, 2013), La jaula de Oro (Quemada-Diez, 2013), Crónicas Chilangas (Enderle, 2009), No se Aceptan Devoluciones (Derbez, 2013), El Sueño de Lú (Sama, 2012), La Dictadura Perfecta (Estrada, 2014), Los Insólitos Peces Gato (Sainte-Luce, 20103), Miss Bala (Naranjo, 2011) y Cásese quién Pueda (Constandse, 2014), entre muchas otras?

 

 

Es cierto que el cine sigue modas o tendencias, ¿quién no recuerda la época de la ficheras, tan denostada pero tan importante?, pero en el fondo, el cómo tratamos a nuestros personajes y a nuestras películas, habla de quiénes somos o queremos ser, es decir de nuestras realidades y aspiraciones.

 

Los personajes, sean una madre que ha perdido un hijo y enfrenta la incomprensión social; niños inmigrantes que arriesgan sus vidas; un político corrupto apoyado por un imperio mediático o una mujer obsesionada con su boda, muestra retazos de lo que somos los mexicanos, ya sea que nos agrade o no.

 

El cine mexicano alcanzó en este año logros como nunca antes, Gravity de Cuarón es el ejemplo paradigmático, pero no es eso lo que importa en realidad. Lo que importa y por  ello es que hay que hablar de cine en México, son las historias cada día más variadas y plurales, tal y como la sociedad se ha convertido: tolerante y conservadora, sanguinaria y humana, pacifista y metida en una guerra civil no declarada, estúpidos hasta ser divertidos y estereotipados como una novia vestida de blanco que quiere llegar al alatar como cenit de su vida.

 

 

Así pues hablar de cine es hablar de mí mismo y de las personas que amo y detesto, hablar de cine me permite contribuir un poco a lo que yo quiero que sea México. No solo es la exploración del artista sino que es el pararte en algunas partes de nuestro país y reconocer las situaciones extraídas de la realidad y que terminaron en una pantalla de plata para nuestro gozo.

 

Finalmente, hablo de cine porque su discurso es más poderoso y me dice más de lo que es mi país que cualquier discurso político o consigna panfletaria, sea de derecha o izquierda.

 

Hablo de cine por que el cine es un vehículo poderoso y bello que me lleva a sitios inimaginables y tal vez imposibles, pero que se encuentran cercanos a mi alma y mi vida.

 

Por eso me sirve a mí el cine, esta es mi respuesta que le dedico a mi alumno inteligente y preguntón, y ahora yo le pregunto a usted, lector: ¿y a usted para qué le sirve?

 

eduardohiguerabonfil@gmail.com

@HigueraB