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Para el joven que alguna vez fuimos

El mundo de hoy no se entiende sin pensar en los jóvenes.

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Escrito en OPINIÓN el

El cine y la juventud tienen un enorme punto en común, fue durante el pasado siglo XX que  ambas cobraron importancia, al punto de convertirse en factores determinantes de la sociedad como las conocemos hoy en día.

 

Cualquiera que haya estudiado un poco de literatura o de historia sabe que hasta hace relativamente pocas décadas era sinónimo de  invisibilidad. Los jóvenes no tenían opinión, no sabían nada de ningún tema y sobre todo estaban supeditados a la autoridad de los mayores quiénes decidían su destino. Por fortuna poco a poco se ha reconocido el papel trascendental que la juventud tiene, se le ha dotado de una voz cada vez más precisa y con un peso específico al momento de elegir los caminos que han de transitar. Al punto de que el mundo de hoy no se entiende sin pensar en los jóvenes.

 

Algo parecido le ocurrió al cinematógrafo, ahora llamado con cariño simplemente cine, pues al llegar a nuestras vidas de la mano de los hermanos Lumiere se le veía como una curiosidad, una bagatela técnica o en el mejor de los casos  un entretenido artificio técnico que seguramente desaparecería con el tiempo. Por fortuna, el trabajo de muchos visionarios, locos artistas, lo llevaron a desarrollar un lenguaje propio con el cual habló con una voz cada vez más fuerte, al punto de que el arte realizado a partir de la segunda mitad del siglo XX y nuestra visión del mundo, no se entiende sin pensar en la pantalla de plata.

 

Quizá por esto las obras cinematográficas dedicadas a la juventud son innumerables y diversas. En estas obras se reflejan las esperanzas, pasiones, convicciones y sobre todo los momentos definitorios del yo futuro de los personajes.

 

Estas películas provienen de casi todas las épocas y en gran medida nos hablan de los conflictos que genera el tránsito de la juventud, desde la niñez hasta una madurez obligatoria.

 

Justo dentro de esta línea se ubica una película considerada nodal en la temática de la juventud es Rebel Without a Cause (Ray, 1955), esta película contó con una  extraordinaria actuación que consagró a James Dean como ícono del sentir de una juventud que despertaba muy a pesar de la sociedad pacata de la década de los cincuenta.

 

 

Otra obra que marcó una generación joven, la ochentera, fue sin duda The Breakfast Club(Huges, 1985), película que, a pesar de ser enteramente hollywoodense, muestra que los jóvenes no son unidimensionales y que los personajes que se fabrican son una respuesta a un mundo adulto que ya los ha juzgado y encasillado en diversos roles asignados sin su consentimiento.

 

 

Pero no nos vayamos con la sensación de que las películas con temáticas alrededor de la juventud son todas dedicadas a los traumas psicosexopasionales, mis alumnos dixit, de un grupo de jóvenes  desorientados.

 

En realidad el cine tiene muchos ejemplos de los conflictos que el mundo real puede crear en esta etapa de la vidas, como nos muestra Noviembre (Mañas, 2003) y All Quiet on the Western Front (Mann, 1979) donde una guerra o una sociedad apática pueden provocar reacciones inesperadas en los jóvenes.

 

 

Pero para ilustrar cómo un pasaje de la vida define todo lo que nos ocurre por el resto de nuestros días no hay muchas películas que lo ejemplifiquen mejor que Diarios de Motocicleta (Salles, 2004).

 

Un joven Ernesto Guevara, el Ché todavía se encontraba muy lejano, emprende su viaje iniciático por parajes latinoamericanos y se siente profundamente tocado por sus condiciones, al punto de sembrar la semilla del que será nombrado como el guerrillero heroico en un joven inquieto.

 

Aquí llego a un punto muerto, no por la falta de opciones por comentar, ya lo dije son casi innumerables y aún tengo en la mente películas que me encantaron como Boyhood o Stand by Me.

 

En realidad son tantas las opciones que creo que voy a comentar una de mis grandes favoritas quizá porque me parece tan apegada a muchas vidas que he vislumbrado desde mi posición como profesor universitario o quizá simplemente porque es una excelente película.

 

Billy Elliot (Daldry, 2000) es la historia de un jovencito que crece entre estereotipos que debe romper para lograr su sueño de bailar.

 

Hasta ahí todo bien, linda sinopsis, sin embargo creo que en gran medida el valor de Billy Eliot no radica tanto en la historia de un chico que rompe límites, una típica self made man movie si lo dejamos a ese nivel, sino el cambio de giro que su familia, en particular el que el padre encarnado por Gary Lewis debe realizar para que el pequeño bailarín logré salir del círculo de miseria espiritual que habita y estudiar danza.

 

 

Creo que ese es el mensaje que al final debemos recoger en esta semana que se celebró el día internacional de la juventud. Estas películas nos deben recordar que todos fuimos jóvenes algún día, pero también debe recodar a los jóvenes que algún día serán adultos que tendrán que lidiar con adolescentes y jóvenes, una tarea compleja y llena responsabilidad.

 

Veamos más cine con temas orientados a los jóvenes y tratemos de mejorar su mundo mejorándonos nosotros mismos, creo que esa es la idea que debemos de sacar de estas producciones e introducir en nuestra vida.

 

eduardohiguerabonfil@gmail.com