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Oportunidades debe cambiar

El programa Oportunidades ha mostrado resultados positivos para una franja importante de la población mexicana; ha contribuido incuestionablemente a mejorar la salud y la educación de muchos miles de niños, el ingreso económico de miles de familias, y en general, de la población más necesitada.

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Escrito en OPINIÓN el

Inició en 1998 bajo el nombre de Progresa (Programa de Educación, Salud y Alimentación), sustituyó al Pronasol (Programa Nacional de Solidaridad) que operó durante  el sexenio 1988-1994, y a partir de 2002 se transformó en Oportunidades.

No hay duda que fue un programa inteligentemente concebido, pero como dice el dicho popular “todo por servir se acaba”. Actualmente Oportunidades, como la generalidad de los subsidios en el país, genera saldos negativos, tal es el caso de Procampo, el de la gasolina y evidentemente el programa que nos ocupa.

El subsidio personalizado de Oportunidades contribuyó a la dispersión social y al conflicto entre familias. Actualmente es recurrente escuchar en cualesquier barrio o colonia, la queja generalizada de que Oportunidades atiende a unos y excluye a otros.

Adicionalmente, el seguimiento en salud y educación como fue concebido ha perdido su valor real. Más que una verdadera corresponsabilidad social entre beneficiarios, autoridades educativas y de salud, se cumple con este requisito como un simple trámite burocrático.

Otro fenómeno actual es el recurrente engaño a la hora de encuestar a los beneficiarios para evaluar su permanencia en Oportunidades.

Al respecto, el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social señala que “la gente no quiere perder los apoyos que recibe; por tanto, no busca superarse sino permanecer en el programa, conservando sus índices de marginalidad, pobreza y desprotección, mintiendo sobre ellos si es posible”.

Hasta antes de 2014, el Ramo 33 del presupuesto federal se orientaba a apoyar más a aquellos  estados y municipios con mayores índices de marginación, lo que terminó por generar un círculo vicioso entre gobiernos municipales y beneficiarios para sacar provecho de la pobreza. Entre más pobreza reportaban, más dinero les llegaba.

¿Qué es lo que debe cambiar?

La nueva política social está basada en un enfoque de derechos y de construcción de ciudadanía. Rebasa las políticas meramente asistencialistas y pone en el centro el ejercicio pleno de los derechos de las personas.

Significa pasar de la política estrictamente asistencialista a un estadio de verdaderas oportunidades en el campo de la innovación, la producción y la comercialización en el marco de una economía social comunitaria.

Los programas vinculados a las transferencias monetarias deberán adquirir un nuevo enfoque, que tenga que ver fundamentalmente con el aspecto productivo, en congruencia con las metas del México Incluyente que se describen en el Plan Nacional de Desarrollo 2012-2014, facilitando a los beneficiarios el acceso a mayores niveles de educación.

A los jóvenes que fueron becados en su educación básica se les debe seguir apoyando para que accedan a la educación superior.

Paralelamente, tanto en el ámbito rural como urbano, promover proyectos autosustentables y autofinanciables que inserten a las familias en el mercado laboral formal, para que cuenten con una plataforma que les permita a los beneficiarios salir de la pobreza.

Los programas sociales de los distintos niveles de gobierno, como ya se está haciendo, tendrían que alinearse bajo el objetivo común de facilitar a las familias de Oportunidades el acceso a créditos y facilidades para integrarse al ámbito productivo. 

El nuevo Oportunidades, más que en individuos, debe orientarse al ámbito de la familia y la comunidad, poniendo en el centro de los objetivos del desarrollo al territorio, colonias, comunidades y municipios, articulando las estrategias de las diferentes dependencias para que impacten en mayor número de ciudadanos, logrando un desarrollo comunitario y una verdadera reestructuración del tejido social.

Y si usted, lectora, lector querido, no tienen inconveniente, muchas gracias por sus amables comentarios y aportaciones, nos leemos el próximo jueves.

PD: Un ejemplo de esto es la Tarjeta SINHAMBRE, misma que está pensada bajo tres componentes y busca que los beneficiarios no se eternicen dentro del sistema de transferencias económicas: 1) Se otorga una tarjeta canjeable en tiendas Diconsa; 2) Se apoya a las familias con un huerto familiar o comunitario y 3) Si hacen buen uso de la tarjeta y el huerto está en producción, se les apoya con un proyecto productivo, que puede ser tan grande como la familia, la colonia o la comunidad lo demanden, y los recursos lo permitan.

 

Facebook: Pedro de Leon Mojarro

Twitter: @Pdeleonm

Sitio Web: www.pedrodeleon.mx

 

*Coordinador de Delegaciones de la SEDESOL