Main logo

Ochoa y el cambio para seguir igual

No es menor el reto de dirigir al Partido Revolucionario Institucional.

Por
Escrito en OPINIÓN el

Enrique Ochoa comienza su mandato al frente del PRI reiterando la necesidad de crítica, autocrítica y oportunidad para el cambio. Objetivos todos loables en sí mismos, pero que chocan de inmediato con la realidad de las formas, que en este caso son fondo. Sólo seis días bastaron para que Ochoa declarara sus intenciones (más bien las intenciones de su jefe), sumara los consensos de los sectores, el aplauso de “las fuerzas vivas” y fuera ungido como nuevo presidente del tricolor. Ojalá los operadores del Gobierno Federal hubieran resultado tan efectivos en el manejo de otras crisis y problemas públicos.

 

La voluntad de cambio se materializa como la reafirmación de las peores prácticas de nuestro pasado autocrático. El llamado a la autocrítica termina por enmarcarse como un sentido homenaje a los tiempos y las formas de la Presidencia Imperial. El “nuevo PRI” muestra un rostro rancio política y mentalmente.

 

El reto de dirigir al PRI no es menor, independientemente de la capacidad personal de Enrique Ochoa. La violencia, la corrupción y la incertidumbre económica siguen sacudiendo al país. La aprobación del presidente se hunde a niveles nunca antes vistos en el México democrático. Están abiertas las heridas de una derrota electoral en la que el PRI ha perdido por primera vez el control de cuatro estados y abre la posibilidad a nuevos y mayores fracasos en 2017.

 

En sus primeros discursos Ochoa ha dejado entrever que enfrenta tres retos centrales. Primero, ha enfatizado la necesidad de abrir un proceso de crítica y autocrítica al interior del PRI. Lo cual luce extremadamente complicado cuando su gobierno ha descalificado sistemáticamente a la crítica, nos ha dicho que ya chole con nuestras quejas, y ha llegado a reducir el descontento a un mal humor social alimentado por las redes sociales. ¿En verdad quiere Ochoa, mejor dicho, realmente le van a permitir abrir un proceso de crítica y autocrítica en torno al desempeño de su gobierno frente a casos como Ayotzinapa, la Casa Blanca, la Fuga del Chapo, Nochixtlán o la tolerancia presidencial ante los excesos de los gobernadores?

 

En segundo lugar, señala la importancia de explicar mejor las reformas y sus efectos. Lo que implica reconocer el despilfarro de recursos públicos en campañas de comunicación tan inútiles como irrelevantes. El problema para Ochoa no será, como piensa él, mejorar el desempeño de su partido en el debate público, sino convencer a los ciudadanos desde una trinchera marcada por el descrédito. La lealtad al presidente que lo ha ungido, difícilmente le permitirá reconocer que, a diferencia de lo que ha afirmado, la imagen y el desempeño de Peña Nieto no son necesariamente el mejor activo del PRI.

 

En tercer lugar, Ochoa ha reiterado la necesidad de combatir la corrupción y señalar a los corruptos, dentro y fuera de su partido. En este sentido su nombramiento ha coincidido con la decisión de Presidencia de detener los llamados paquetes de impunidad promovidos por los gobernadores de Chihuahua, Quintana Roo y Veracruz. Buena decisión, ojalá se traduzcan también en responsabilidades penales en su momento. El problema en este caso es la credibilidad que puede llegar a tener la cruzada anticorrupción de Ochoa, si no responde también por los negocios turbios y conflictos de interés que rodean al gabinete presidencial. ¿Hasta dónde puede llegar su voluntad sin sacudir al mismo tiempo el avispero de su partido, su gobierno y sus gobernadores?

 

Un objetivo adicional del cual no ha hablado Ochoa, en realidad la razón de fondo que explica su nombramiento, es la necesidad de garantizar el control presidencial, por un presidente sin popularidad y cuestionado al interior de su propio partido, sobre la sucesión de 2018. El presidente ha movido sus piezas para intentar acotar un proceso que se escapa de sus manos ante un desempeño político, electoral y de gobierno más que cuestionable. Habrá que ver en los próximos meses si esta decisión, que en principio hace pensar en dados cargados, contribuye a unificar al partido o si agudiza los conflictos internos.

 

Veremos en qué quedan las intenciones de Ochoa de abrir espacio a la crítica e impulsar un cambio en el PRI. Por lo pronto, tanto las formas de su llegada como la historia particular del sexenio, hacen pensar en un cambio para seguir igual.  

 

@ja_leclercq

@OpinionLSR