Las actividades de la LXIII comenzaron el sábado pasado cuando las y los nuevos diputados tomaron protesta en el salón de plenos de San Lázaro. A pesar de encontrar caras conocidas que permanentemente están en algún puesto público, destaca que el 70% de los nuevos diputados son inexpertos en el trabajo legislativo.
Este hecho puede resultar tanto perjudicial como benéfico, dependiendo del papel que jueguen las y los nuevos diputados. Que el 70% de los legisladores no cuente con experiencia legislativa puede limitar los procesos legislativos, reduciendo las capacidades de la Cámara de Diputados como cámara revisora y actor fundamental en el equilibrio de poderes.
Sin embargo, también puede ser benéfico dado que una nueva generación de legisladores puede contribuir a mejorar la percepción que se tiene sobre la Cámara de Diputados, a partir de un mayor vínculo con la ciudadanía para la toma de decisiones y mayores mecanismos de transparencia y rendición de cuentas.
Más allá de los nuevos legisladores hay que tener algo claro que tener legisladores de calidad no depende únicamente ni de su formación académica ni de su experiencia como legisladores; es necesaria la profesionalización de los asesores y de los cuerpos técnicos de apoyo.
Para tener un Poder Legislativo fuerte deben cambiar muchas cosas, entre otras, la lógica en la que los legisladores designan a sus asesores o al personal técnico de las comisiones legislativas, donde en ocasiones se priorizan los vínculos personales sobre el conocimiento técnico.
Los pendientes para la LXIII legislatura son muchos y de gran importancia, pero resulta prioritario analizar y discutir la legislación secundaria en materia de transparencia y anticorrupción.
La situación económica del país es muy preocupante, por eso es necesario que los nuevos diputados estén capacitados para el debate que el país necesita y la primera prueba se tendrán en la revisión del paquete económico 2016 que deberá ser entregado por el Ejecutivo a más tardar el 8 de septiembre; es en esa discusión donde se definirá la política presupuestaria para el próximo año.
Otro pendiente importante para el país y sobre todo para los capitalinos, es la discusión de la reforma política para el Distrito Federal, un proyecto que se aprobó en el Senado pero que los diputados de la anterior legislatura no tuvieron voluntad para discutir.
Sin embargo, la carga de trabajo será más fuerte para el Senado de la República, donde entre otras cosas tendrán que designar a dos ministros de la SCJN, discutir las iniciativas de Enrique Peña Nieto en materia de seguridad y justicia y las minutas por las que se crea la Fiscalía General de la República, la ley de Obras Públicas, la desvinculación del salario mínimo, la ley de Transición Energética y el Derecho de Réplica, entre otros.
Un reto más allá de los pendientes legislativos tiene que ver con la forma en la que los legisladores hacen política. La discrecionalidad en el uso y manejo de los recursos debe parar; si los legisladores quieren que mejore la percepción de su trabajo, se lo deben de ganar. Asimismo, está claro que los legisladores no pueden ser expertos en todos los temas, por lo que hacemos un llamado a que trabajen con ciudadanos, académicos, especialistas y organizaciones de la sociedad civil en los temas de mayor relevancia.
La LXIII será la última en donde los legisladores no podrán ser reelectos y la complejidad del país exige que superen en el menor tiempo posible la curva de aprendizaje y asuman su rol como legisladores en beneficio de la nación.
El autor es:
Rodrigo Ramírez @rodrigo_rq
Egresado de la carrera de Ciencia Política y Administración Pública de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. Su interés académico y profesional se centra en temas del Poder Legislativo, sistema electoral, competencia y desarrollo rural. Es Coordinador de investigadores en el área de Análisis Político y Legislativo de Borde Político A.C. rodrigo@bordepolitico.com