Main logo

¿Nueva embajadora, nueva relación?

En el currículum de la potencial embajadora Echaveste, destaca su amplia experiencia en el tema bilateral México-Estados Unidos.

Por
Escrito en OPINIÓN el

Recientemente hemos escuchado y leído en los noticieros y portales electrónicos que el presidente Barack Obama ha decidido nombrar a una nueva embajadora de los Estados Unidos en México. El nombramiento resulta un poco sorpresivo en los círculos políticos y entre los comentaristas, pero sin duda no resulta extraño. Su nombre es María Echaveste y tiene 60 años. Nació en el sureño estado de Texas y al ser hija de padres mexicanos (migrantes), se le considera entonces como una México-americana. Yo soy muy curioso y me pregunto si tendrá dos pasaportes, porque en nuestro país, para ser diplomático, no puedes tener otra nacionalidad que no sea la mexicana exclusivamente. Pero bueno, ese tema legal, me supongo que debe estar más que resuelto, porque de otra manera el nombramiento no sería posible.

 

La nueva embajadora Echaveste ha ocupado importantes cargos en la administración del Presidente Bill Clinton, por allá en los años 90, y actualmente colabora como analista de un “think tank” en la capital estadunidense. Me quiero detener un poco en los think tanks, para explicar que esos centros de “pensamiento” son bastante comunes en Washington (y en otras ciudades) y parten de la idea que, para lograr un cambio en la política y en el rumbo de la nación, no se debe influir a los políticos, pues en realidad, ellos son solamente seguidores de la opinión pública y de lo que quiere el “pueblo”.

 

Luego entonces, si se quiere operar y lograr un cambio de forma verdadera, los think tanks pretenden influir el ambiente de la opinión pública y, a la larga, moldearlo de acuerdo a sus intereses particulares. Eventualmente, si la opinión pública gira el rumbo, también los políticos lo harán, puesto que ellos son meramente seguidores de aquello que la gente piensa, opina y decide. Para lograrlo, hacen investigaciones, publicaciones, conferencias, indicadores, índices; y todo ello lo dan a conocer y lo ponen a disposición del público para que – de manera informada – tome sus decisiones. Es otra forma de “cabildeo”, si se le puede llamar así. Pues bien, la nueva embajadora se dedicó durante algún tiempo a ello, y fue analista en una institución llamada “Center for American Progress” y además fundó una organización propia llamada “Nueva Vista Group”.

 

Si uno lee con detenimiento el currículum de la potencial embajadora Echaveste, se dará cuenta que tiene una amplia experiencia en el tema bilateral. Más allá de ello, al revisar las opiniones que se han publicado en la prensa respecto de ella, por parte de sus conocidos, de importantes líderes de opinión, de los directores de otros centros de estudio y de sus colegas, todos ellos dan fe del buen tino de su nombramiento. Relatan de cómo su sensibilidad al tema de migración y de intercambios culturales entre México y Estados Unidos se puede fortalecer. Mi intención no es hacer un desglose pormenorizado de las cualidades de la Embajadora Echaveste, porque no la conozco en persona, pero sí quiero hacer una reflexión sobre nuestra reacción al asunto.

 

En lo personal considero que el nombramiento será exitoso, pero más allá de eso, creo que México no debe dejar engañarse por este tipo de noticias. Lo importante no es la personalidad de la nueva embajadora (o la personalidad de quienes ya pasaron por allí). Por supuesto que una persona con gran sensibilidad siempre ayuda y será mucho mejor para la posición, pero los Estados Unidos no funcionan (a diferencia de algunos casos concretos en México) de manera personal y segregada. En Washington existe una línea de política pública exterior para con México y depende de circunstancias estructurales, de un análisis institucional y de una relación de antaño, pero no de la personalidad de un embajador en particular.

 

Pongo el caso de Carlos Pascual y el desencuentro que tuvo con Felipe Calderón, derivado de los famosos cables que se enviaron a Washington describiendo la situación en México: estoy seguro que con la llegada del Embajador Wayne, los mismos cables se siguieron enviando y contenían información igualmente sensible. No depende del embajador, sino del gobierno. Y lo mismo sucederá con la nueva embajadora.

 

No debemos dejarnos llevar por la noticia y debemos prestar mucha mayor atención a la relación que, de manera formal e institucional, hemos decidido tener con Estados Unidos. Por ejemplo, he allí la respuesta del Gobernador de Texas Rick Perry al Presidente Peña Nieto: seguramente es algo que muchos estadunidenses piensan también en Washington. No trato de ser pesimista, pero sí realista y debemos saber que la política exterior y la relación bilateral de México con Estados Unidos será algo mucho más profundo, de mucho mayor alcance y anclado en temas estructurales, más que en la personalidad del embajador en turno. Más que poner atención en las personas, hay que poner atención en los asuntos. 

 

@fedeling