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La primera pregunta es qué hacer con esas 123 frecuencias. Sin duda, el IFT debe volver a licitar.

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Escrito en OPINIÓN el

El Instituto Federal de Telecomunicaciones ha licitado dos cadenas nacionales y uno de los ganadores tropezó en la última fase. Por informal, Grupo Radio Centro dejará sobre la mesa 415 millones de pesos. Merecido se lo tiene. Precisamente para ello se establecen garantías de seriedad; para ejercerlas cuando un participante no la tiene.  

 

Siempre es más fácil juzgar en retrospectiva, pero me encantaría saber quién asesoró a Francisco Aguirre, cuáles son las consideraciones que lo llevaron a valuar las frecuencias casi cuatro veces por encima de su valor mínimo de referencia pero, sobre todo, que lo llevó a ofrecer 3,058 millones de pesos que nunca tuvo. 

 

Se trata de un fracaso empresarial que hoy se intenta presentar, también, como uno institucional. La irresponsabilidad del participante ha pasado factura al regulador. Al IFT se le acusa de un mal diseño y de no verificar adecuadamente la capacidad económica de los participantes.

 

Aunque tienen ventajas en términos de competencia, las licitaciones a sobre cerrado presentan ese inconveniente; es imposible garantizar que la oferta económica esté totalmente respaldada. En todo caso, de haber podido verificarla y concluir que era evidente que Radio Centro no tenía la capacidad económica, como sugiere Enrique Quintana[1], ante la ausencia de otros competidores el resultado habría sido exactamente el mismo con un bloque de frecuencias totalmente desierto.

 

En su columna de esta semana, Raúl Trejo Delarbre nos ofrece un muy claro diagnóstico de lo que impulsa y esconde la cargada mediática en contra del regulador.[2] Como ya es costumbre, Javier Lozano encabeza el linchamiento ocultando que, como Presidente de COFETEL, a él le ocurrió algo muy similar con la empresa Midicel en la licitación más cuestionada y accidentada de la que se tenga memoria. Convenientemente al senador ya se le olvidó dicho proceso. A quien escribe, por cierto, también se le quedó desierto un bloque en la licitación 21. El escenario que hoy vivimos no es ajeno a nuestra historia ni a lo que sucede en otras latitudes.

 

De la reforma constitucional de 2013 derivaron varios mandatos vinculados con la licitación. Uno obligaba al IFT a publicar bases y convocatoria 180 días después su integración. Otro estipulaba que el Congreso debía emitir la Ley Secundaria en un plazo similar después de la promulgación de dicha reforma. El IFT cumplió a cabalidad con la Constitución mientras que los legisladores ignoraron olímpicamente el texto que ellos mismos aprobaron. Así, el IFT debió iniciar el proceso licitatorio sin Ley en la materia, con la incertidumbre que ello implica. También eso lo ocultan quienes con dedo flamígero, pero sin legitimidad alguna, hacen recaer en el regulador la responsabilidad de lo ocurrido.

 

El IFT ha cumplido con el mandato constitucional y ha adjudicado la primera licitación de frecuencias para televisión en la historia del país. No es poca cosa. Hoy tenemos un nuevo concesionario que, bien asesorado y con toda seriedad, ostenta un título de concesión que lo convierte en la tercera opción televisiva del país. El IFT mantiene el control de las 123 frecuencias que Grupo Radio Centro no pudo pagar, Hacienda se hace de 270 millones de pesos adicionales y el Instituto de otros 145. No suena a fracaso aunque tampoco a éxito rotundo.

 

Se abre un abanico de opciones. La primera pregunta es qué hacer con esas 123 frecuencias. Sin duda, el IFT debe volver a licitar. Las condiciones existentes en diciembre de 2013 —cuando el IFT publicó el programa— eran distintas a las de hoy.  En aquel entonces no había Ley, se sabía poco o nada respecto del avance de la Transición a Televisión Digital, la penetración de televisión de cable era inferior, no se conocían los lineamientos de multiprogramación y, finalmente, no se tenía la certeza de que el IFT tuviera la capacidad para llevar a buen puerto una licitación.

 

El IFT debe volver a preguntar al mercado si las frecuencias le interesan bajo estas nuevas consideraciones. Concluir algo distinto con sustento en el proceso que culmina me parecería irresponsable y aventurado. Finalmente, ahí hay un ganador que piensa que el de la televisión abierta sigue siendo un negocio atractivo y rentable.

 

La segunda pregunta tiene que ver con las bases de licitación en sus distintas vertientes. Habrá voces que presionarán al IFT para que el valor mínimo de referencia pase de 830 a 1,808 millones de pesos argumentando que lo ofertado por Cadena Tres debe tomarse como referencia obligada de mercado. De hecho, en un error garrafal y seguramente apurados por la crítica, dos comisionados se adelantaron al Pleno y declararon que ese sería el valor mínimo de referencia. Con ello no sólo podrían ser recusados sino, más importante aún, representaría una enorme barrera de entrada que inhibiría la participación y la dinámica de mercado. El valor mínimo debe ser exactamente el mismo que se utilizó en el ejercicio que termina.

 

Otra consideración se refiere a los tiempos. Con la experiencia adquirida y el acervo documental que existe, el IFT puede y debe recortar los tiempos de manera significativa y aspirar a adjudicar las frecuencias desiertas a finales de este año. Es perfectamente plausible y el mercado está preparado.

 

La Constitución ordenaba la licitación de “dos cadenas nacionales”. El regulador tiene ahora plena libertad para utilizar una fórmula distinta de asignación y, en lugar de agruparlas, podría licitar las frecuencias de manera individual. De nueva cuenta, que sea el propio mercado quien conforme las regiones que considere rentables sin cancelar ex ante la posibilidad de una oferta nacional que sea más atractiva que la suma de las regionales.

 

El Instituto debe atajar las críticas y la incertidumbre creada por el irresponsable comportamiento de Radio Centro. Sugiero que lo haga a la brevedad dando a conocer las decisiones respecto de cada una de estas variables e implementándolas cuanto antes. Quienes realmente se preocupan por la competencia y la pluralidad de contenidos acompañarán al regulador en este segundo esfuerzo.

 

@Mony_de_Swaan

 

[1] “¿Por qué no pagó Radio Centro”, El Financiero, abril 13, 2015.

[2] “El fracaso de Radio Centro”, La Crónica, abril 13, 2015.