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No debemos acostumbrarnos a ningún tipo de violencia

Parece que la mayor parte de la sociedad ya se acostumbró a saber que roban, secuestran y matan.

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Escrito en OPINIÓN el

La constante información sobre delitos cometidos en México nos recuerda que vivimos una crisis de violencia e inseguridad. Tomemos los datos oficiales de 2017; según información publicada por el secretariado ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), si comparamos las investigaciones iniciadas en Procuradurías y Fiscalías del país de este primer trimestre, contra el mismo periodo del año pasado, podemos observar aumentos del 30% del número total de casos de homicidios dolosos, 13% de homicidios culposos, 20% en secuestros, 30% en extorsión, 32% de robo con violencia y robo a transeúnte respectivamente, un escandaloso 47% de robo a negocio, 13% de robo de vehículo, 3% en robo a casa habitación y 6% en violaciones.

Aunado a esto, marzo de 2017 fue el tercer mes con el mayor número de casos de homicidio desde 1997 (sólo después de mayo y junio 2011), y el segundo peor en materia de robo a negocio. En un contexto de alta incidencia delictiva, violencia e inseguridad, parece que la sociedad ya se acostumbró, estos datos siguen incomodando a las autoridades –que utilizan reducciones o aumentos de delitos como capital político en favor o en contra de algún adversario político-, quienes se desligan, relativizan o culpan a alguien más de los fracasos e insuficiencias. En contraste, 

parece que la mayor parte de la sociedad ya se acostumbró a saber que roban, secuestran y matan".

Parece que olvidamos que los 2 mil 20 casos de homicidio del mes de marzo corresponden a casi 2 mil 500 víctimas, que detrás de cada número hay personas, vidas, historias que pueden llegar a quedar trastocadas de por vida por estos eventos.

Es fácil olvidar que si una madre o a un padre de familia es víctima de un asalto en la vía pública, su situación puede ser puesta en un dilema por encontrar la manera de completar pagar la comida de la semana, la renta de su casa o el transporte que les lleva a trabajar. Se nos olvida qué daño significa el robo de vehículo, que tal vez sea el único medio de transporte para toda una familia.

Debería ser más difícil olvidar las privaciones ilegales de la libertad, los secuestros, las violaciones, las lesiones dolosas, el homicidio. Debería, pero parece que hasta en estos casos, lo más fácil es relativizar o revictimizar a quien sufrió el delito.

En este contexto, el pasado 2 de mayo nos enteramos de un caso que debería haber cimbrado a la sociedad, sacarla de su estupor y exigir mejores condiciones de seguridad para todos y acceso a la justicia para las víctimas. 

Este caso, incluye el asalto, el robo de vehículo, las lesiones dolosas, la violación a dos mujeres –de las cuales una es menor de edad- y el homicidio de un pequeño de tan sólo 2 años en la carretera federal México-Puebla.

Un caso que parece extraído de una película de terror. 8 delincuentes destrozaron 4 vidas con una brutalidad que no se entiende, que no se debe justificar y que se debe sancionar conforme a la ley.

Personalmente me he sentido afectado en los últimos días por este caso -que dicho sea de paso, tira a la basura el paradigma que las carreteras federales son seguras- y más aún, decepcionado de la falta de respuesta de una sociedad que una vez más se ve ultrajada.

Es cierto que algunas autoridades dieron ciertas respuestas, como el procurador general de la República y el fiscal general de Puebla, e intentaron explicar qué y cómo se investiga el caso. La realidad es que 5 días después no se ha detenido a nadie, ni ha habido algún tipo de reconocimiento de fallas por parte de las autoridades estatales o federales.

Mientras esos enemigos de la sociedad gozan de impunidad, se regocijan en la bajeza de su brutalidad y usan los bienes robados, la opinión pública se empezó a distraer y se interesó en los siguientes casos: el enfrenamiento entre criminales dedicados al robo de hidrocarburos e integrantes del Ejército mexicano que dejó 7 muertos; las más de 20 personas fallecidas en un violento fin de semana en Tamaulipas; las 5 personas muertas en Neza, entre muchos otros.

Relevante en esta semana fue cómo las personas se indignaron ante el ejercicio de revictimización que hizo la PGJ de la Ciudad de México sobre el homicidio de una joven mujer, ocurrido el 3 de mayo en Ciudad Universitaria de la UNAM. Con un tuit la procuraduría de la Ciudad de México exhibió su insensibilidad, y con un tuit de excusas por parte del procurador Rodolfo Ríos, trató de dar carpetazo al asunto.

Poco nos indignan las decenas de miles de casos de maltrato, amedrentamiento, revictimización a quienes hemos ido a denunciar un delito; poco movió que una joven mujer haya perdido la vida en nuestra capital.

 

¡No debemos acostumbrarnos a ningún tipo de violencia! ¡No es normal que en un país mueran 15-20 mil personas por año, secuestren y violen a miles!"

Menos normal aún es que los delitos no se investiguen, las víctimas no obtengan acceso a la justicia y reparación del daño, o que encima se le eche la culpa a las personas de ser víctimas de un delito.

La autoridad debe hacer su trabajo, ellos eligieron servir a las personas de este país ¡que lo hagan! Que lo hagan combatiendo internamente la corrupción; investigando y sancionando a culpables según el debido proceso; que atiendan a las víctimas y les reparen el daño; que combatan las finanzas de los delincuentes, esos recursos que los hacen tan poderosos.

Si quien hoy es autoridad no se considera apto, cree que no tienen los recursos para mejorar la situación del país o no quiere someterse a escrutinio público, tiene una muy válida opción: renunciar y buscar otro trabajo. Lo inadmisible es que una autoridad no haga, no rinda cuentas, evite su responsabilidad y encima ataque a quien le exige.

Deben dolernos las víctimas de esta semana, deben dolernos los cientos de miles que cada año tenemos, aún más, debe llevarnos a la acción la violencia que se vive en México, debe llevarnos a ser ciudadanos honestos, proactivos, corresponsables y a exigir a nuestras autoridades que cumplan con su trabajo. 

Acostumbrándonos a la violencia, le fallamos a las víctimas de delitos consumados y a toda una sociedad que puede ser víctima en cualquier momento.

@frarivasCoL

@ObsNalCiudadano