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Navidad en las montañas (II)

La Marina, el Ejército y la Policía Federal mantienen un cerco en tres puntos de la zona serrana de Sinaloa en busca de El Chapo.

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Escrito en OPINIÓN el

Las certezas sobre la presencia de Joaquín Guzmán Loera en Sinaloa o Durango se diluyen a paso acelerado en las unidades de inteligencia de la Armada de México y de la Administración Antidrogas de los Estados Unidos (DEA).

 

Conforme transcurren los meses, la guerra de inteligencia y contrainteligencia entre la Marina y las estructuras del cartel de Sinaloa y sus aliados se ha afinado; el juego del gato y el ratón entre el narco y los cuerpos policiacos y militares se convirtió en una guerra sorda y constante que escaló al uso de drones, tecnología no intrusiva de alta escucha silenciosa, espionaje satelital, infiltración, rastreo térmico y ubicación de túneles y filtros de escape en zonas serranas y zonas urbanas.

 

La cacería de El Chapo involucra a expertos antinarco de países como Colombia, Estados Unidos, España, Francia, Argentina y Guatemala. Autoridades de inteligencia de Israel se han sumado en algún momento a la búsqueda del capo, logrando ubicar, entre sus avances fundamentales, sus vías de escape y ocultamiento en las zonas serranas entre Durango y Sinaloa.

 

Dos veces estuvieron muy cerca de detenerlo porque su estado de salud no le permitía huir al ritmo de su grupo de escoltas.

 

Esto lo sabían los encargados de la inteligencia naval mexicana y sus pares de los Estados Unidos, que entregaron datos satelitales, informes de avanzada (de grupos mixtos operando en tierra) y un mapeo detallado para proceder sobre Guzmán Loera mientras las secuelas de sus fracturas en una pierna y en la nariz le impidieran moverse con velocidad por la sierra.

 

En esas condiciones era cuestión de tempo, a favor, lograr su recaptura.

 

La contraparte de Sinaloa tenía el mismo esquema táctico y estratégico pero enfocado hacia otros escenarios, con un elemento en común: el tiempo.

 

El tiempo pasó, las lesiones de Guzmán Loera fueron sanando o al menos mejorando. El momento estratégico y táctico se diluyó.

 

Sus desplazamientos por la sierra fueron más dinámicos, tanto como la operatividad de las redes de protección oficial y extraoficial que le apoyaron en contrainteligencia para irse sacudiendo la persecución naval mexicana y norteamericana que intentó ubicarlo la noche del 24 de diciembre en Culiacán, Sinaloa, con su familia más cercana.

 

Desde la segunda fuga de El Chapo Guzmán, las autoridades federales han rastreado al jefe del cartel de Sinaloa en más de medio centenar de puntos, entre los estados de México, Querétaro, Guerrero, Nayarit, Sinaloa, Durango y Chihuahua.

 

La Marina, el Ejército y la Policía Federal mantienen un cerco en tres puntos de la zona serrana de Sinaloa.

 

Aunque aseguran que El Chapo Guzmán sigue culto en la región del Triángulo Dorado, los mandos navales encargados de su persecución son cada vez menos optimistas en cuanto a las posibilidades de detenerlo en el corto plazo.

 

El mediano plazo termina a finales del 2018.

 

En una escala del uno al diez, la Marina reconoce que las posibilidades de recapturarlo están en siete y siguen descendiendo.

 

El tiempo, vuela.

 

@JorgeMedellin95