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Montaje cinematográfico

Arreglos entre políticos y televisoras, los videoescándalos, la falta de certeza y transparencia y sobre todo la violencia de nuestro país, puede superar sin dificultad a la imaginación.

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Escrito en OPINIÓN el

En muchas ocasiones la famosa frase de Arthur C. Clarke, la vida siempre supera la ficción, parece ser canon de vida de las obras cinematográficas. Este año que culmina pareció confirmarlo con dos películas.

En lo que por poco podría calificarse como un montaje cinematográfico casi perfecto entre la fantasía de las pantallas y la realidad de nuestra sociedad, dos películas mexicanas se han convertido en el punto de arranque y conciencia de muchas personas sobre la situación que atraviesa actualmente nuestro país, pero siendo ampliamente superadas por los hechos reales, desgraciadamente.

La primera de estas dos obras es La Jaula de Oro (Quemada-Díez, 2013).

A pesar de haber sido lanzada el año pasado la terrible y maravillosa obra de Quemada-Díez narra con inteligencia, conocimiento del terreno y oficio, las desventuras de los niños migrantes que atraviesan México en busca del American Dream.

 

 

Por desgracia, insisto, la realidad pareció decidir que todo el sufrimiento que esta producción mostraba en la pantalla de plata no era en realidad suficiente y se esforzó por demostrar que, en el drama humano de la migración, siempre se puede dar una vuelta de horror. Se desató la crisis humanitaria de los niños migrantes en el sur de los Estados Unidos, una crisis humanitaria que mostró el rostro inhumano del gobierno del país vecino, un terror aún más grande al no pasar por el filtro de la creatividad.

Y es que a miles de niños atrapados al otro lado de la frontera por la border patrol se les negó, por parte del gobierno estadounidense, a otorgar el tratamiento de refugiados al que los acuerdos internacionales los obligaba y los trató como delincuentes en potencia que serían deportados a la brevedad.

Aquí la realidad supera a la película, pues ni en un sueño loco, nunca alguien se planteó una crisis de estas dimensiones digna de los desplazamientos provocados por las guerras fratricidas o de exterminio de África o Asia, mucho menos en el país que supuestamente es el campeón de los derechos humanos en el mundo.

La segunda película a la que me refiero, sin que la temática sea tan certera y precisa como la anterior, parecía mandada hacer a propósito para el segundo semestre del año en México y su fecha de lanzamiento elegida en acuerdo con las fuerzas políticas de nuestro país en un ejercicio de desfachatez. Supongo que todos ya saben que me refiero a La Dictadura Perfecta (Estrada, 2014), una película profundamente ligada a la farsa y con un humor negro que raya con lo inconcebible al hablar de la vida política y los arreglos con los poderes fácticos, nuevamente superada por la realidad.

 

 

Por desgracia los sucesos de los últimos meses nos han llevado a ver que los arreglos entre políticos y televisoras, los videoescándalos, la falta de certeza y transparencia y sobre todo la violencia de nuestro país puede superar sin dificultad la imaginación del creador de la tetralogía sobre México más cáustica y violenta de los últimos 20 años.

Y aunque esas son, en mi humilde opinión, las dos películas emblemáticas del cine nacional que son ampliamente rebasadas por la realidad, la lista podría aumentarse sin problemas, tanto a nivel nacional como internacional.

¿Qué película le pareció que se quedaba corta al hablar de este año?

 

Final Cut

Hay un dicho que reza: “en casa del herrero, cuchillo de palo”. En mi experiencia este dicho popular se eleva muchas veces a la altura de un dogma ya que en muchas ocasiones la gente no se para a cuestionarse acerca de lo preciados protocolos y se da como resultado que incumplan la misión o trabajo que se les encomienda.

 

 

Tomemos por ejemplo el Centro Cultural Helena Garro, una de las librerías EDUCAL que debería de ser centro de fomento de la cultura y como tal, de la tolerancia y el fomento de la cultura entre los mexicanos de todas las edades.

Por desgracia el concierto coral de cierre de año de este centro me enseñó la intolerancia y la falta de apego a la misión educativa y cultural que debería guiarles. Y es que el personal a cargo de las relaciones públicas y difusión del centro cultural se dedicó a callar por medio de “amables” Shhhh´s! a niños de dos años durante el mencionado concierto. ¡Justo cuando el coro cantaba desde un balcón interno que da al área de libros infantiles y los niños se emocionaban de ver a sus padres cantando!

Por si fuera poco, la misma señorita se dedicó a sacar a los mismos niños, a pesar de que no hubo protestas de los oyentes del salón multiusos donde continúo el evento.

Aclaremos dos puntos, primero que nada el lugar es un sitio que no cuenta con una estricta etiqueta como podría ser el caso de una sala de conciertos como La Ollin Yollitztli o las salas del palacio de Bellas artes, por el contrario esta persona de relaciones públicas y otras que hablaron en el evento se vanagloriaron  en un discurso sobre que ese era un recinto abierto a todos. Vaya forma de demostrarlo.

Como segundo punto, se preguntó a los miembros del coro, así como del público, si era cierto que estaban incómodos con la inquietud y comentarios propios de niños en un concierto de villancicos navideños. Nadie confirmó que hubiera quejas, por lo que no existía una verdadera razón para marginar del evento a los pequeños y sus padres.

Yo solo quiero saber que se pretende en el Centro Cultural Helena Garro, ¿fomentar la cultura sólo bajo sus estándares y formas o abrir realmente la puerta a todos?, como rimbombantemente dicen en sus discursos.

 

eduardohiguerabonfil@gmail.com

@HigueraB