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#Misoginia en Acción

El déficit de mujeres en los órganos electorales en el país tiene responsable.

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Escrito en OPINIÓN el

Medité mucho sobre este artículo, sobre las ventajas y desventajas de escribirlo, para no caer en la banalización o el descrédito o con la crítica fácil: es que está enojada o resentida. Sin embargo, me pareció necesario escribirlo para evidenciar algunos temas sobre los que me parece que es necesario incidir y en los que no debemos quitar el dedo del renglón.

 

Los procesos de designación de funcionarios públicos son seriamente cuestionados, esconden recovecos y dinámicas obscuras que, para los que estamos en otras arenas, nos es difícil comprender. A veces, las personas sobre las que recaen nombramientos no cumplen con los requisitos legales, no tienen experiencia en la materia o no garantizan imparcialidad o independencia pero, sin que les importe el futuro del país, se nombran. El pasado proceso de designación de consejeras y consejeros electorales del Instituto Nacional Electoral, no ha estado exento de críticas, particularmente en las decisiones políticas para realizar los nombramientos. Me parece bien que quienes aspiramos a un cargo público seamos cuestionados por nuestro ejercicio profesional, sean seriamente evaluados nuestros conocimientos y capacidades y que pasemos por procesos rigurosos de selección para poder ocupar un espacio público.

 

Lo que me parece incorrecto y cínico es el actuar de diversos políticos que por fuera se desviven en halagos a las mujeres y su trabajo pero en corto utilizan frases como: no estamos obligados a poner mujer o vamos a ver a quién le toca la carga de género o bien, “nosotros ya cargamos con la presidencia de una mujer en la Cámara”, o “ya tuvimos una candidata presidencial” (quien, por cierto, tampoco tuvo el apoyo de su partido). Eso somos las mujeres para estos impresentables personajes, una carga. Las mujeres, como en mi caso, somos evaluadas en función de haberte casado con equis persona y valoradas en función del comportamiento personal y político de alguien con quien no tienes la menor relación. Las notas hablan de las aspirantes no en función de sus cargos o logros sino en función de los odios o amores que generen sus relaciones personales o de las personas con las que hayamos trabajado. No tenemos vida, trayectoria, logros, ni carrera propia.

 

En lo que me compete me gustaría aportar datos objetivos en este artículo, dado que para proteger nuestra privacidad, todo es manejado con folios: obtuve la calificación más alta en el examen de conocimientos –junto con otras dos personas-, la sumatoria de la evaluación curricular me colocó en el tercer lugar de todas las personas que participamos en el proceso de elección. Como resultado de lo anterior y dado que no conozco el número de folio de todas las y los participantes, podría ser la primera persona mejor evaluada en integrar una de las tres quintetas de las que debía elegirse a 1 persona para ocupar el cargo, pero con toda certeza puedo decir dos cosas: puedo asegurar que por lo menos soy la segunda persona mejor calificada y que ninguna de las personas nombradas tuvo mejores resultados que yo. ¿Por qué menciono esto? Sin duda no por ego ni por hacer quedar mal a las personas que tomaron protesta esta semana, pero sí para evidenciar que ni por experiencia (20 años en materia electoral local/federal y administrativa/jurisdiccional), ni por los resultados evaluación, ni por género se llegan a esos espacios. Ni por méritos ni por género.

 

Sin bien estos nombramientos no deberían leerse como cuotas partidistas, lo cierto es que este tipo de acuerdos son los que determinan la integración de diversos organismos en nuestro país. En materia electoral es evidente la misoginia y falta de compromiso con la que se guía el Partido Acción Nacional con el que se me vincula, otra vez, por mi ex marido, no por algo que tenga sustento en una evaluación seria de mi carrera.

 

Si fuera por el Partido Acción Nacional, ninguna mujer integraría los órganos electorales. La historia reciente hace evidente este hecho. De las tres mujeres que integraron el Consejo General del INE de 2014 a 2017 NINGUNA fue impulsada por el PAN, todo lo contrario. De la manera más violenta y grosera decidieron bajar de la integración del INE a la entonces consejera electoral María Marván, cabe recordar que el resto de los partidos apoyaron a los entonces consejeros del IFE para integrar el INE salvo el PAN, que incumplió con su acuerdo y, además, en su línea misógina de siempre, decidió apoyar a un consejero en lugar de a otra consejera y sus otros tres apoyos fueron para otros tres hombres. Las mujeres en 2014 llegaron al INE apoyadas principalmente por el PRI y por el PRD. La Sala Superior en 2016 es otro reciente caso. De las siete magistraturas que componen esta Sala, sólo dos fueron ocupadas por mujeres, apoyadas, otra vez por PRI y PRD ninguna por el PAN. Para esta conformación del INE salía una se las tres mujeres que conformaron el Consejo General de 2014 a 2017, y el PAN una vez más, volvió a colocar a un hombre, mientras que el PRI y el PRD apostaron por mujeres. Los rápidos con la crítica pensarán que sólo hablo de mi caso, pero en la quinteta de la que salió el único hombre que tomó protesta del cargo el 5 de abril, habíamos tres mujeres.

 

Si con esos ejemplos no es clara la discriminación en el PAN hacia las mujeres, baste con revisar la integración de los tribunales electorales locales que en su mayoría, aproximadamente en un 70%, están ocupadas por hombres y habría que preguntarnos cuál es el partido que preside la comisión en la que se procesan y proponen estos nombramientos. La presidencia de esta comisión desde 2012 la ha tenido el mismo partido, el PAN. Ojalá que ahora que una senadora de ese partido preside esta comisión, podamos ver cambios sustanciales en la integración de estos órganos.

 

Desafortunadamente, para la mayoría del PAN en la Cámara y en el CEN los méritos, la experiencia y las evaluaciones sirven poco más que de servilleta. El carácter les asusta y el servilismo es su meta. Afortunadamente, encontré el apoyo –que reconozco y agradezco- de militantes de todos los partidos políticos incluido el PAN, para los que los méritos y el compromiso con las mujeres no son solo tema de discursos, y sus acciones hablan por ellos. Sin embargo, al final, se impuso el machismo.

 

Tres mujeres debían haber llegado al Consejo General del INE, con lo que 5 mujeres, de once consejeros, hubieran estado sentadas en ese Consejo General. El déficit de mujeres en los órganos electorales en el país tiene responsable: el PAN y su mayoría misógina.

 

No quería ni me convenía escribirlo, pero como mujer no podía dejar de decirlo.

 

@C_Humphrey_J

@OpinionLSR

 

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