Main logo

México arrinconado

Claro está que para que el crimen organizado florezca hay una complicidad total, abierta y descarada de parte de las autoridades.

Por
Escrito en OPINIÓN el

O los estrategas de Enrique Peña Nieto no quieren escuchar el reclamo nacional y se hacen los locos o es instrucción del presidente de México de soslayar y enterrar las protestas sobre la desaparición forzada de 43 estudiantes de Ayotzinapa. Hay una indignación nacional sin que haya una respuesta satisfactoria a los acontecimientos.

 

Hay un burdo ocultamiento de la información y ésta va fluyendo a cuenta-gotas sobre la escandalosa desaparición de los normalistas, a manos del crimen organizado en Guerrero, que reveló un estado de putrefacción oficial.

 

Para algunos como el cineasta Xavier Robles, lo de Ayotzinapa fue un crimen de Estado. Para un alto porcentaje de los mexicanos este es apenas la punta de la madeja de la soterrada violencia que campea por todo México.

 

Hay un clima de impunidad que desde las esferas oficiales no se quiere ver.  Lo sucedido el 26 de septiembre de 2014 en el poblado de Iguala, donde 43 alumnos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa desaparecieron es un indicador de que vamos de mal en peor no sólo en esa región sino en muchas zonas de México donde se gobierna con plomo y plata.

 

Claro está que para que el crimen organizado florezca hay una complicidad total, abierta y descarada de parte de las autoridades.

 

“Hay un pacto de impunidad en todos los partidos políticos mexicanos, y que abarca grandes sectores de lavado de dinero del narco y la economía criminal”, asegura el cineasta Xavier Robles.

 

El gobierno de Enrique Peña Nieto quisiera que el caso se olvidara, que no progresara la protesta esa que en ocasiones se torna violenta y es aprovechada por mal nacidos para asaltar en carreteras, con los rostros cubiertos con capuchas, como ocurre cotidianamente en la carretera Tuxtla-Gutiérrez-San Cristóbal de las Casas en el sureño estado mexicano de Chiapas.

 

Bajo el pretexto del caso de Ayotzinapa otros grupos aprovechan para exigir que se respete el voto que emitieron para elegir alcaldes en 122 municipios de Chiapas, el pasado 19 de julio. No hay día en que no haya protestas y asalten a los ciudadanos en las carreteras al pedir los encapuchados dinero o bien tomar las casetas de cobro de Caminos y Puentes Federales para exigir 50 pesos por cada carro que pase y quien se opone es golpeado o los vidrios de los autos destrozados. No me lo han contado. Lo he vivido.

 

Muy lejos están los familiares de los desaparecidos de esas protestas en Chiapas y su aprovechamiento por grupúsculos, como los habitantes de San Juan Chamula, que intentan a diario arrinconar al gobierno de Manuel Velasco Coello, pretendiendo sembrar la sensación de que hay crisis e ingobernabilidad. El 85 por ciento de la población no avala el vandalismo.

 

Eso pasa en Chiapas en tanto hay un trago amargo nacional que aún no pasamos. De un lado la falta de adecuada información sobre lo que realmente pasó con los normalistas y del otro lado, la sensación de que este tema se le escapó de las manos a Enrique Peña Nieto quien tiene tres difíciles años para gobernar.

 

Expertos Independientes investigan el tema pero no se les permite indagar en las canteras del Ejército. Los padres de las víctimas desean conocer, con pruebas irrefutables, el paradero de sus hijos.

 

Están en su razón.

 

Aún no aflora al ciento por ciento la verdad y los familiares de las víctimas han emprendido una intensa y legítima búsqueda de justicia. Habrá que ver ahora si es que realmente Enrique Peña Nieto acepta combatir la impunidad y la corrupción que reina en el país y que tiene arrinconado a su gobierno.

 

A ver si el tiempo no termina por despeinar al gobernante mexicano y lo exhibe como alguien que no quiso o no supo cómo enfrentar la difícil realidad mexicana.

 

El tiempo está corriendo.

 

joseluiscastillejos@gmail.com

@jlcastillejos