Las economías que compiten con México y con nuestros países de América Latina e Iberoamérica se mueven a un ritmo veloz, en un contexto de globalización caracterizada por la rápida transformación de los mercados y los modelos de negocios.
Dos de los cambios más notables son: 1) el traslado del principal eje comercial y de inversiones del Atlántico a la región Asia-Pacífico, y 2) la velocidad de los avances tecnológicos, que está transformando las estructuras organizativas y procesos productivos y que somete a las empresas de todos los tamaños y de prácticamente todos los sectores a una creciente presión competitiva.
Esas fueron parte de las conclusiones de diversos líderes empresariales con los que coincidí en mi reciente gira a Suiza y España, en la 104ª Conferencia Internacional del Trabajo y en la XXVI Reunión de Presidentes de Organizaciones Empresariales Iberoamericanas, de la Organización Internacional de Empleadores.
En Ginebra y en España, los representantes de empleadores y de trabajadores coincidimos en que para hacer frente a esa nueva realidad requerimos concentrar nuestros esfuerzos en una agenda de desarrollo cuyos pilares tienen que ser la innovación, la educación de calidad en todos los niveles, y las competencias para el trabajo, como elementos clave para impulsar el crecimiento de nuestros países.
En Ginebra, ante la OIT, en nombre de la delegación mexicana de empleadores, señalamos la urgencia de debatir nuevas estrategias para el futuro del trabajo y de las empresas, ahora que Internet y las nuevas tecnologías han cambiado la forma de hacer negocios.
Ahí llevamos la propuesta de COPARMEX para abordar este desafío mediante una nueva cultura empresarial, para transformar nuestro modelo de desarrollo a través del diálogo y el trabajo conjunto entre gobierno, empleadores y trabajadores.
En España, en el marco de los trabajos de la Organización Internacional de Empleadores, la COPARMEX tuvo la distinción de recibir, por unanimidad, la presidencia del Consejo de Empresarios Iberoamericanos, en el marco de la OIE.
Esta es una gran oportunidad para llevar a una escala regional la agenda de desarrollo que hemos impulsado en México desde COPARMEX, con base en la participación de las empresas, el gobierno, la academia y la sociedad civil, para colaborar en la concepción y desarrollo de proyectos regionales, en la generación de valor y en la innovación, para fortalecer a las Pequeñas y Medianas Empresas.
El objetivo es disminuir las diferencias entre las regiones, mediante el aprovechamiento integral de las nuevas tecnologías, lo que necesariamente nos ayudará a elevar la productividad.
Este es un tema de gran relevancia para México en el proceso de instrumentación de las reformas estructurales. En sectores como el energético, por ejemplo, se requerirá el desarrollo de habilidades y competencias para cubrir la demanda de las nuevas empresas que entrarán al sector.
Estamos convencidos de que podremos alcanzar tasas de crecimiento sostenido si logramos que las pequeñas y medianas empresas puedan encadenarse de manera sólida a los sectores estratégicos que son el motor de la economía, además del energético, el automotriz y aeroespacial, y a la vez en sectores con gran potencial de desarrollo como el turismo, tecnologías de la información, equipo y servicios médicos y servicios a la investigación.
Hacer frente a ese nuevo escenario global requiere no sólo redefinir estrategias de desarrollo y política pública, sino un esfuerzo conjunto y compartido de autoridades, empresarios y trabajadores de adoptar la innovación continua y la tecnología como bases de nuestro desarrollo.
Empresas sostenibles generan empleos estables, mejor remunerados y nuevas inversiones. En un círculo virtuoso, podremos así impulsar mayor formalización y solidez de nuestra economía, y mejores condiciones de trabajo, equidad y desarrollo para las personas.