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Matrimonio igualitario y la construcción de valores plurales

Lo que el matrimonio igualitario representa es sólo una puerta para muchas otras realidades que formalmente no son reconocidas.

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Escrito en OPINIÓN el

En semanas recientes la opinión pública en México ha tenido al matrimonio igualitario como uno de los temas más relevantes a debate. Por una parte se celebra el avance en el reconocimiento jurídico del derecho de las parejas del mismo sexo a contraer matrimonio y por otro lado sectores críticos y activistas apuntan hacia las tareas venideras sobre la inclusión y el respeto a las diversidades.

 

Seguramente, la jurisprudencia de la Corte ha merecido breves comentarios en los hogares de las familias mexicanas, sino es que ha provocado enfrentamientos entre quienes argumentan a favor de la defensa de derechos y entre quienes piensan que la moral de nuestra sociedad está amenazada. Por supuesto no se trata de buenos y malos, se trata de un proceso de deliberación a nivel cultural que merece la más especial de las atenciones, ya que ello implica la asimilación y posteriormente el reconocimiento, ya no sólo jurídico sino cultural, del empoderamiento de un sector de la población a través de la inclusión y el respeto a su dignidad como nuevos valores que rijan la vida en sociedad.

 

Este proceso también constituye cambios para el Derecho: La base de sus valores culturales ha dejado de ser hegemónica para poco apoco irse conformando de pluralidad.

 

¿Qué nos dice la jurisprudencia 43/2015 de la SCJN? Doscosasque replantean el concepto matrimonioenlacultura y en el ordenamiento legal:

 

Es inconstitucional todo código civil en los estados que:

1)      Niegue el matrimonio a parejas del mismo sexo

2)     Caracterice a la procreación como la finalidad última del matrimonio

 

Ello implica que estas categorías valorativas dela heterosexualidad, laprocreación y por supuesto el modelo tradicional de familia, van perdiendo hegemoníaen el pacto social y político que por excelencia se refleja en la Constitución y eso es importante para el Derecho moderno.

 

Esta hegemonía que conforma al Derecho presupone el reconocimiento de la mayoría de los factores reales de poder en un pacto constitutivo, sin embargo, dicho reconocimiento se queda en simples formas y discurso cuando observamos que entre los valores culturales se encuentran la intolerancia, la discriminación y, en estos casos, la homofobia, la misoginia y el patriarcado (cuando la dimensión es la familia).

 

Lo anterior, cuando se respalda por un poder que se basa en el uso de la fuerza y en la apropiación de los valores que se internalizan en la población, impone un modelo y con ello relega a la diferencia y a la diversidad fuera del marco normativo, como lo ilegal.

 

El hecho de que las construcciones valorativas para la transformación del Derecho dejen de ser hegemónicas y verdaderamente se logren por consenso, ya otorga muchas más pautas para el respeto a la dignidad de las personas, un respeto sustancial y no solamente discursivo ¿Y cómo se logra ese consenso? No se logra con otras verdades absolutas y más imposiciones, se logra en los ámbitos que nos hemos referido y en última instancia incluyendo todas las variaciones posibles -en este caso variaciones de la familia- en el Derecho.

 

Los valores cambian y de a poco se hacen visibles, sectores de la población se empoderan y logran construir mecanismos para ser incluidos en el pacto social. El pacto social deja de ser impositivo y entonces los valores culturales se reconocen diversos. La legalización implica que el sector que ha logrado un reconocimiento tiene poder, poder que se ve reflejado en ley. Poder que, en tanto que deriva de luchas constantes por la modificación de paradigmas, caería en un error si pretendiese imponerse como un valor hegemónico; ese poder debe ser un poder plural, creador de nuevas realidades y por supuesto de un nuevo Derecho.

 

¿Para qué queremos que se reconozca en la ley? No se desea un Derecho paternalista que apenas voltea a ver a otros sectores de la población, se desea que esa pluralidad se refleje en exigencia material de los derechos que como personas y ciudadanos corresponde.

 

Lo que el matrimonio igualitario representa es sólo una puerta para muchas otras realidades que formalmente no son reconocidas, pero que no por ello merecen estimarse como menores ante los constantes cambios que vive la sociedad en la actualidad. Batallas pendientes son muchas en la lista, lo que se ha modificado en términos legales también se desearía que cambiara en términos culturales y que la discriminación en todas sus expresiones pasara a ser un recuerdo del pasado.

 

El Derecho se modifica, las garantías materiales y legales para la protección de los derechos humanos se amplían o bien se restringen y más vale que la ciudadanía luche por su apropiación, de exigencia al poder público y por supuesto de transformación cultural con la sociedad, de lo contrario ese Derecho seguirá siendo hegemónico y de unos pocos.  

 

@BordeJuridico

 

El autor es Sandra Guzmán Sanguino @SandraGuzS

Egresada de Ciencia Política de la FCPyS UNAM, estudiante de Derecho, lesbofeminista en deconstrucción. Actualmente es Investigadora y Community Manager de Borde Jurídico.