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Más allá de las fronteras

Angelo es personaje de de la obra Piiririik de Tõnu Õnnepalu, escritor y biólogo estonio, quien recuerda que las fronteras son mentales, no físicas.

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Escrito en OPINIÓN el

Durante siglos, el pueblo estonio ha sido dominado por diversas naciones que han visto en ellos la oportunidad de anexar a individuos con una mentalidad férrea, además de poseer una geografía rica en llanuras, suaves colinas y con algunos lagos, que al contemplarlas evocan los más celebres paisajes europeos en todas sus latitudes.

 

Alemanes, polacos, suecos y con mayor fuerza los rusos, son quienes han ejercido el poder dentro de las fronteras de Estonia, algunos adueñándose casi de la totalidad del país en más de una ocasión, otros incorporándola a su territorio y, finalmente, algunos otros conseguirían su dominio absoluto durante un siglo hasta el tratado de Nystadt en 1721, año en que fue cedida a Rusia durante el periodo de dominio zarista.

 

A finales del siglo XIX, la rusificación de Estonia comenzó su desmoronamiento con la oposición de algunas organizaciones sociales que desembocaron en conflictos nacionales, hasta que en 1924 se instauró un sistema dictatorial conocido como Laidoner; permitiendo que Rusia dominara al país de nueva cuenta tras algunas disputas con Alemania.

 

Luego de la perestroika y la caída del telón de acero en la década de 1990, el país de Europa del Este, Estonia, comenzó a construir un proyecto de nación que incluía la apertura paulatina de sus fronteras hacia Occidente. A más de diez años, esa apertura no ha sido nada fácil y ha representado un gran esfuerzo, sobre todo para más de una generación para la que comunismo y represión habían sido lo único significativo en sus vidas.

 

Sin embargo, han surgido artistas, académicos, luchadores sociales e intelectuales que están aportando ideas novedosas a la cultura nacional e internacional en todos los ámbitos, tal es el caso de Tõnu Õnnepalu, quien nació en la capital de Estonia, Tallin, en 1962. Biólogo de profesión, es uno de los escritores más interesantes y conocidos a nivel mundial de aquella región.

 

Tõnu Õnnepalu crea una literatura de ruptura total, de una denuncia permanente en la que la inclusión cultural y la diversificación ideológica es distintiva frente a la situación límite donde quedan invalidadas todas las políticas asimilacionistas contemporáneas.

 

En 1993 publica, con el seudónimo de Emil Tode, su novela más representativa hasta hoy, Piiririik (País fronterizo), en la que nos presenta a un narrador que vive en una especie de exilio ‘indefinido’ en París, proveniente de un país del que nunca menciona su nombre, pero del que se sabe forma parte de la Europa del Este y del extinto bloque comunista.

Piiririik está construida a partir de una serie de cartas, donde el emisor toma el papel de narrador anónimo y el receptor desentrañará los pensamientos y deseos de una existencia reprimida –planteando la homosexualidad como origen existencial.

 

Asimismo, el mundo occidental funge como escenario caótico en el que los relatos de sucesos traumáticos y a veces escandalosos, y sobre todo, el testimonio de una profunda crisis existencial llevarán al lector por intrincados callejones que buscan comprender las reglas de las sociedades occidentales.

 

Conforme avancemos en la lectura, esta novela formará una espiral de la que no podremos salir indiferentes, ya que en la búsqueda de la identidad de Angelo (o de su memoria que le dicen quién es y de dónde viene) habremos de derribar fronteras de idiosincrasia, mismas que nos recuerdan lo frágiles, pero sobre todo humanos que siempre somos.

 

Con una prosa de admirable belleza, Tõnu Õnnepalu deja constancia en Piiririik de que las mayores fronteras son mentales, no físicas.

 

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