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Los nuevos debates climáticos

El diario inglés The Guardian ha anunciado su decisión de transformar la forma en que se hace periodismo sobre el cambio climático.

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Escrito en OPINIÓN el

Dos sucesos permiten perfilar la forma que tomará el debate climático ante la COP 21. Por una parte, están las negociaciones centradas en establecer el nuevo tratado para articular una respuesta internacional ante la amenaza del calentamiento global. Por otro lado, las críticas  y cuestionamientos de especialistas, activistas y organizaciones sociales ante el posible contenido y alcance del tratado.

 

En el primer caso, las negociaciones se han orientado a crear un modelo de contribuciones nacionales voluntarias (Intended Nationally Determined Contributions) en el que se involucren todos los países, en lugar de la definición de metas obligatorias para las naciones industrializadas, como establecía el Protocolo de Kioto. En este nuevo enfoque, de hecho un cambio completo en la arquitectura climática, cada país debe ser capaz de establecer sus propias metas nacionales para reducir sus emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), pero también de asumir el compromiso de cumplirlas a partir de su entrada en vigor en 2020.

 

Como parte de este nuevo modelo, cada nación está obligada a registrar sus compromisos de mitigación en el primer trimestre de este año. Del cumplimiento de esta obligación y de la suma de metas nacionales, depende en gran medida la viabilidad de la COP 21. Si la comunidad internacional no cumple entregando sus metas de mitigación o si {estas son insuficientes para aspirar con realismo a estabilizar las emisiones de GEI, el nuevo tratado será tan irrelevante como el Protocolo de Kioto.

 

Suiza y la Unión Europea han sido los primeros en registrar sus compromisos nacionales de mitigación en cumplimiento a lo acordado en Lima en diciembre pasado (ver).  Suiza ha asumido el compromiso de reducir sus emisiones de GEI en 50% hacia 2030 en comparación a sus niveles de 1990 y anticipa que hacia 2025 habrá reducido sus emisiones en 35 por ciento. Compromiso que queda supeditado a la aprobación del parlamento.

 

Los 28 países miembros de la Unión Europea han asumido el compromiso de reducir en forma conjunta sus emisiones por al menos en un 40% hacia 2030 en comparación a sus emisiones de 1990. Aunque cabe destacar que la Unión Europea también señala su disposición a seguir discutiendo con la comunidad internacional la necesidad de aumentar el nivel de ambición para garantizar que la temperatura global no aumente por encima de los 2ºC.

 

La presentación de estas metas de mitigación es muy importante. La Unión Europea en su conjunto contribuye con aproximadamente el 11% de las emisiones globales de CO2 y a través de este compromiso reafirma su liderazgo internacional ante el cambio climático. En el caso Suiza, si bien sus emisiones contribuyen en apenas 0.12%, representa el caso de un país con muy pocas emisiones que asume compromisos bajo el nuevo modelo de metas nacionales voluntarias.

 

Habrá que esperar los compromisos que ponen sobre la mesa los grandes emisores como China, Estados Unidos, Rusia, la India y Japón o países que contribuyen en al menos en un 1% a las emisiones globales, como Australia, Brasil, Canadá, Sudáfrica o México. No debemos perder de vista que si en conjunto las propuestas nacionales no suman lo suficiente para estabilizar las emisiones entre 2020 y 2030, el nuevo tratado estará condenado al fracaso.

 

En el segundo suceso de esta semana, el diario inglés The Guardian ha anunciado su decisión de transformar la forma en que se hace periodismo sobre el cambio climático  y sumarse al activismo que exige acciones más ambiciosas a la comunidad internacional. (ver). Lo que es interesante en este caso, es que nos permite ver la otra cara de la moneda: La incertidumbre y el escepticismo sobre el alcance del nuevo tratado y la relevancia de los compromisos nacionales.

 

Voces como Bill McKibben. Naomi Klein, Alan Rusbridger o George Monbiot, que esta semana han publicado su posición en las páginas de The Guardian, representan las aspiraciones de activistas y organizaciones ambientalistas y reflejan el tipo de lenguaje que escucharemos con mayor frecuencia en los debates sobre el cambio climático y sus efectos, con énfasis en transformación del capitalismo global, resistencia social y desinversión en fuentes fósiles.  

 

Mientras que en años anteriores el debate climático implicaba principalmente la confrontación en las posiciones de quienes advertían la gravedad del problema frente a los cuestionamientos de los negacionistas, el contexto de la COP 21 está perfilando una división más marcada entre quienes defienden medidas graduales en el marco del nuevo tratado y quienes llaman a soluciones ambiciosas y medidas radicales ante lo que prevén puede ser un nuevo fracaso internacional. Lo que es claro que es el debate se está calentado aceleradamente.

 

@ja_leclercq