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Lo que se juega en el Estado de México

El Presidente Peña Nieto se ha convertido en un lastre para su partido ante el deterioro de su imagen.

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Escrito en OPINIÓN el

El Estado de México cuenta con una serie de características que tradicionalmente lo han colocado como un objetivo estratégico de los partidos políticos, ya que además de su diversidad y de que su padrón es el más numeroso del país (11 millones de ciudadanos), tiene una importante presencia económica y es cuna de grupos políticos con mucha influencia en el plano nacional como el de Atlacomulco.

 

También es considerado como el principal bastión del PRI, siendo uno de los cinco estados que no ha conocido la alternancia -la elección en la que el PAN estuvo más cerca fue en 1999 que perdió por 7%-, aunque la mayoría de los municipios ya han sido gobernados por la oposición entre los que se encuentran: Toluca, Nezahualcóyotl, Naucalpan, Tlalnepantla, Atizapán e incluso Ecatepec que es el más poblado.

 

Sin embargo, todo apunta a que en esta ocasión el desenlace puede ser muy distinto, pues se han combinado una serie de factores que ponen al PRI en una situación de grave riesgo a pesar de su poderosa estructura electoral y del enorme -y ofensivo- derroche de recursos públicos.

 

Por un lado, el Presidente Peña Nieto se ha convertido en un lastre para su partido ante el deterioro de su imagen, a la vez que se enfrentan al hartazgo social provocado por los pobres resultados de su administración así como por los constantes escándalos de personajes vinculados con el PRI (los ex gobernadores prófugos de Veracruz Y Chihuahua, la detención del ex Fiscal de Nayarit por narcotráfico, el intento fallido de darle fuero a Antonio Tarín etc.). Tampoco les ayuda mucho la situación prevaleciente en el Estado de México que ocupa los primeros lugares en feminicidios, secuestros, y en el incremento en los niveles de pobreza y endeudamiento.

 

A ello hay que sumar que el PAN logró generar las condiciones para preservar la unidad y construir una candidatura fuerte con Josefina Vázquez Mota, así como el crecimiento que ha registrado Morena y el activismo permanente que ha desplegado López Obrador -en los hechos se ha erigido como el candidato haciendo a un lado a Delfina- con lo que, según las encuestas, la campaña arranca con un empate técnico entre estos tres partidos.

 

Pero más allá de la importancia que en sí tiene la gubernatura, lo que está en juego trasciende al Estado de México. Quizá sea un exceso afirmar que el resultado de estas elecciones será determinante para la sucesión presidencial, pero sin duda tendrá un impacto muy importante.

 

El triunfo del PRI le representaría un pequeño respiro ante la percepción generalizada de que en este momento sus posibilidades para 2018 son muy escasas, pero a contrario sensu una derrota no solo implicaría quedar prácticamente fuera de la contienda presidencial, sino que demostraría que su modelo de operación política basada en la utilización (descarada) del aparato gubernamental, el reparto de dadivas, la cooptación y el control clientelar de los programas sociales es insuficiente para incidir en el des ánimo del electorado.

 

En el caso del PAN, un resultado favorable reforzaría su posicionamiento como partido -que el año pasado tuvo un desempeño electoral muy positivo- y fortalecería el liderazgo de Ricardo Anaya, lo que pudiera incidir en la definición de la candidatura presidencial. Para Morena, ganar la elección en el Estado de México contribuiría a robustecer la percepción de inevitabilidad del triunfo de López Obrador en 2018, pero también podría ser un riesgo ante la complejidad de gobernar en esta entidad plagada de problemas e intereses, y dar buenas cuentas en muy poco tiempo. Por lo pronto, no hay nada para nadie, y ojalá que la confrontación de ideas y de trayectorias, se imponga a la lamentable guerra sucia que estamos viendo.

 

@agus_castilla 

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