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Lecciones de la fuga

La debilidad del Estado de derecho es el lastre que mina el crecimiento.

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Escrito en OPINIÓN el

Los pájaros construyen nidos. Los castores construyen represas. Los líderes del Cártel de Sinaloa construyen túneles. Son leyes inalterables de la naturaleza. Y una de estas tres leyes se acaba de poner en evidencia esta semana para que no se nos olvide la lección. Joaquín El Chapo Guzmán Loera se fugó, y por un túnel hecho precisamente a su medida y para su comodidad. Y con eso cambió la narrativa del debate sobre el crimen organizado en México.

 

Es trágico que se haya escapado, pero la lección que deja, es la urgencia de seguir luchando por un Estado de derecho a la altura del país y sus aspiraciones. Si lo único que sacamos de aprendizaje de esto es que se necesitan cárceles más seguras o un proceso de extradición más robusto, perdemos de vista el problema de fondo, que es el hecho que siguen existiendo  demasiados grupos criminales que logran operar libremente porque las inversiones en policías profesionales, ministerios públicos capaces y tribunales con credibilidad tardan en tener efecto y no siempre producen los resultados esperados.

 

Si bien el problema del momento es una cárcel que resultó no ser suficiente para cuidar a uno de sus presos más peligrosos, el problema de fondo es de cárceles que se llenan de inocentes y los que cometen infracciones menores,  y rara vez de los que realmente hacen daño a la sociedad. Es decir, el sistema sigue funcionando al revés.

 

México sí ha tenido algunos logros en construir un mejor Estado de derecho que hay que reconocer. La Suprema Corte ha ganado un espacio de legitimidad que la ha permitido pronunciarse en muchos de los temas más candentes del día con una voz independiente, y la reforma al sistema judicial, que va lento pero va, tiene la posibilidad de agilizar el sistema y hacerlo un poco más transparente.

 

Hay evidencias de algunos cuerpos policiacos más profesionales y menos penetrados por el crimen organizado, aunque no en todos lados (y siguen siendo la excepción, no la regla), y algunos grupos especialmente violentos, como Los Zetas y Los Templarios, parecen estar bastante desarticulados, si bien no desaparecidos.

 

Pero todos estos cambios quedan cortos todavía a las esperanzas de la gente y la necesidad de un México moderno, pujante y ambicioso. La debilidad del Estado de derecho es el lastre que mina el crecimiento, que socava las posibilidades de desarrollo y que mancha la imagen del país. El escape de El Chapo sirve para recordarnos el trecho que aún existe entre lo que esperan los mexicanos y lo que ha cambiado en realidad y para enfocar la atención nuevamente en la necesidad de reformas profundas en el sistema de justicia y penal.

 

En el extranjero la nota de El Chapo ha captado mucha atención -por lo menos hasta que el acuerdo con Irán la desplazó el martes- y no ha sido benéfica para la imagen del país. En Estados Unidos, en particular, se nota una frustración entre funcionarios, sobre todo los de las agencias de seguridad, por la fuga del capo y quieren subrayar la importancia de la extradición para que no vuelva a pasar. Pero al final de cuentas, México es un país soberano y puede decidir si extradita o no a los capos que captura en territorio nacional.

 

Pero sospecho que la lección más importante no tiene que ver con cárceles más seguras ni la extradición, sino más bien con la urgencia de seguir transformando y profesionalizando todas las instituciones que forman parte de construir un Estado de derecho fuerte -cuerpos policiacos, fiscales, tribunales, cárceles, comisiones anticorrupción, institutos para la transparencia y muchos más para que los problemas de fondo- la penetración del crimen organizado, la corrupción en la vida pública y la poca credibilidad que tienen las instituciones frente a la sociedad -se vaya transformando y con eso disparar el crecimiento y  cambiar la imagen del país- mientras eso ocurre la colaboración entre Estados Unidos y México debe seguir y seguirá, aun con las opiniones encontradas en ambos lados de la frontera.

 

@SeleeAndrew