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Las respuestas del Presidente

El presidente plantea su estrategia de combate a la pobreza sobre tres pilares.

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Escrito en OPINIÓN el

En días pasados, Jacobo Zabludovsky y Joaquín López Dóriga, dos extraordinarios periodistas, conversaron con el presidente Enrique Peña Nieto. Más allá de coincidencias o divergencias, considero del mayor interés comentar estas entrevistas por dos razones fundamentales: la primera es la capacidad, inteligencia, experiencia y perspicacia de dos grandes del periodismo, y la segunda es dar cuenta de la opinión personal del Presidente sobre los temas que fueron abordados.

 

Ante la imposibilidad de retomarlos todos, me centraré sólo en dos de los asuntos que fueron comunes a ambas entrevistas: la pobreza y la corrupción-escepticismo.

 

1. POBREZA

Jacobo Zabludovsky (JZ): El problema fundamental de México, señor Presidente, sigue siendo el de la pobreza.

Joaquín López Dóriga (JLD): Lanza usted, señor Presidente, un nuevo plan contra la pobreza y yo a lo largo de los años he visto muchos, usted también. […] ¿Por qué éste sí va a funcionar?, […] y ¿por qué los otros se agotaron?

Presidente Enrique Peña Nieto (PEPN) “Yo creo que la mejor política social que hay para combatir la pobreza de fondo y de raíz, sin duda, es el crecimiento económico”.

Se busca la prosperidad para quienes están en mayor rezago y que no sólo sean sujetos del asistencialismo, sino darles ahora mejores herramientas para que quienes están en esta condición, se puedan incorporar a la actividad productiva, puedan tener su propio negocio o puedan incorporarse al mercado laboral”.

 

Indiscutiblemente las dos respuestas anteriores trazan con claridad la visión y el compromiso de Enrique Peña Nieto, y plantean la esencia de la transición de Oportunidades a Prospera.

 

(PEPN) “… La intervención del Estado para asegurar que la riqueza tenga una mejor distribución se da precisamente a partir de una política hacendaria y la reforma hacendaria que se alcanzó está en esta orientación, de cobrar un mayor impuesto y una mayor tasa a quienes tienen mayores ingresos, precisamente para que el Estado, en su política, pueda apoyar a quienes están en una condición de mayor desventaja o en condición de pobreza”. No cabe duda que el gobierno federal se ha distanciado de lo que fuera el “Consenso de Washington” y ha retomado la teoría keynesiana.

 

El presidente plantea su estrategia de combate a la pobreza sobre tres pilares: “Una eficiente política social, un mayor crecimiento económico y una política hacendaria que asegure que la intervención del Estado pueda estar con mayor capacidad para responder a las demandas de la sociedad”.

 

2. CORRUPCIÓN Y ESCEPTICISMO

(JZ): ¿Y la corrupción, señor Presidente? ¿Es un problema todavía? ¿Se va a poder eliminar?

 

(JLD): Señor Presidente, las reformas obviamente no fueron fáciles, pero viene […] lo más difícil que es, dice usted, implementarlas, […] de nuevo la preocupación se basa en estos dos factores que le he mencionado: falta transparencia, o sea corrupción e ineficiencia, falta de eficacia.

 

Las respuestas a ambas preguntas podrían resumirse en lo siguiente:

 

“En la reforma política, se le da ahora autonomía a la Procuraduría, antes Procuraduría General de la República, que dejará de serlo a partir de que se emita la nueva ley sobre la Procuraduría, que la convierta en una fiscalía de la nación, autónoma. Y que tiene, a su vez, dos fiscalías: una para delitos electorales, y otra para combatir la corrupción. Y esto, sin duda, habrá de complementarse con lo que derive de la iniciativa que presentamos hace ya dos años, que está en el Congreso, fue debatida en el Senado,  ahora está en la Cámara de Diputados, y  es precisamente la creación de una Comisión Nacional Anticorrupción”.

 

La creación de la fiscalía especial incuestionablemente dará la seguridad de que sí se puede combatir la corrupción, so pena de que lo paguen incluso con cárcel los que “se pasen de listos”. Lo cierto es que estas iniciativas deben aprobarse, como dice la jerga legislativa: “De obvia y pronta resolución”, máxime si tomamos en cuenta que una de las preocupaciones principales de los inversionistas es la laxitud y con ella la violación de las leyes mexicanas.

 

(PEPN) “En las reformas está la plataforma para que México pueda despuntar, pueda crecer a mayores tasas. Las reformas [dan] un nuevo motor al país para que pueda crecer y esto significa generar más empleos para los mexicanos, significa detonar mayor infraestructura y mayor inversión productiva, atraer más inversiones para la generación de empleos y para el crecimiento económico del país”.

 

La respuesta anterior sintetiza la esencia del proceso reformador. Hagamos que las cosas sucedan y sobre todo el propósito no se distorsione por otros intereses, la responsabilidad es de todos.

 

Y si usted, lectora, lector querido, no tienen inconveniente,  muchas gracias por sus amables comentarios y aportaciones, nos leemos el próximo jueves.

 

Facebook: Pedro de Leon Mojarro

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