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Las dos caras de una moneda

El bien y el mal.

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Escrito en OPINIÓN el

La Semana Santa sirve a muchos para tomarse un tiempo de relajamiento y descanso, a veces llevado al extremo en los llamados spring breaks. Sin embargo, esta época fue  durante mucho tiempo el motivo para reflexionar sobre las acciones, las formas de pensar y en especial sobre el rumbo de nuestras vidas. En otras palabras nos servía para revisar la lucha del bien y el mal tanto de forma íntima como social.

 

El cine, como arte que expone de casi todas las facetas del ser humano abunda en obras que muestran esta lucha desde muy diferentes perspectivas y con muy diferentes escenarios narrativos. Por esta razón, y porque mi jefa editorial me regañó por el cliché de querer hablar de Jesucristo Super Estrella en esta fechas, vamos a pasar lista a algunas de las películas y sagas que tiene como centro esa lucha.

 

En primer lugar debemos mencionar que cuatro de las más grandes sagas de la historia cinematográfica, ya sea en cuanto a dinero recaudado o en impacto cultural, se centran de forma descarada en la lucha entre good and bad guys. En todas ellas los buenos son mejores que la madre Teresa y los malos son peor que una mezcla del Fhürer y Stalin juntos. Por supuesto, estas sagas son Star Wars, Harry Potter, Batman y The lord of The Rings. Todas ellas convertidas en referentes culturales, éxitos de taquilla y gran deleite de geeks como su servidor.

Sin importar si el escenario de cada historia difiere de forma espectacular entre cada una –La Tierra Media, una Inglaterra contemporánea cercana a la real, ciudad Gótica y una galaxia muy, muy lejana- la dicotomía de los personajes es absoluta. Hay un bando bueno que lucha por la salvación de todos y que al final, a pesar de todas las dificultades y los grandes pérdidas, se alzará con el triunfo en contra de los representantes de la maldad extrema y absoluta, de aquellos que “sólo quieren ver arder al mundo”, como dijera el personaje de Alfred en la Saga del caballero oscuro.

 

Pero no todas las películas se sitúan en universos donde sólo existe el blanco y negro en sus historias. Muchas de ellas nos llevan a cuestionarnos acerca de las opciones que uno toma al momento de hacer lo “correcto” y es que la misma naturaleza del cine nos permite explorar las fronteras del bien y el mal, de lo que somos capaces de llevar a cabo con tal de lograr lo que creemos correcto, de tal forma que nos deja con una duda clavada en el alma y el ánimo.  

 

Una de las mejores películas dentro de esta línea de narración es sin duda The Doubt, en esta producción la lucha por el poder y control de una escuela religiosa toma como pretexto el caso de un posible abuso infantil por parte de un sacerdote, llevando a los personajes encarnados por Merryl Streep y el difunto Seymour Hoffman a mentir, chantajear y distorsionar las situaciones al punto de no reconocer la “verdad” por la que lucha cada uno, en otras palabras nadie gana y nadie es un ejemplo de bondad.

Otro tipo de películas nos presenta protagonistas atractivos y decididamente ambiguos en su escala moral, volviéndolos así un cuestionamiento sobre el equivalente entre BIEN y DEBER. Una película que me encanta personalmente y que aborda este tipo de héroes que son capaces de todo con tal de vencer al mal, incluso volverse igual o peor que lo que combaten, es la fársica y violenta Unglourious Bastards (Tarantino). Aquí un grupo de combatientes aliados se dedican a masacrar y torturar soldados alemanes, con la finalidad de minar la moral de las fuerzas Nazis de la segunda guerra mundial, al punto que al final ya no sabemos si los buenos son malos o los malvados en realidad no lo son tanto.

En otro rubro narrativo podemos ubicar a las producciones que rompen la barrera de la sexualidad aceptada y nos presentan personajes que se ven a sí mismos como agentes de cambio y cuestionamiento de los cánones establecidos. En esta clasificación podemos encontrar una larga lista películas en donde hombres y mujeres exploran su cuerpo y sensualidad para escándalo de los demás y a veces de ellos mismos.

 

De esta lista podemos tomar Wild Orchyd que en su momento fue una película que cimbró a las audiencias y las buenas conciencias al ver como una  inocente jovencita pueblerina se transformaba en una femme fatale de la mano de un joven Mickey Rourke, llegando al punto de no reconocerse y no saber decidir qué era correcto y qué era depravación pura.

Y por supuesto que la comedia no se salva de esta lucha interna en ambos casos, con respecto al bien y el mal.  Me viene a la cabeza dos títulos de fantásticas comedias donde la línea del bien y el mal a nivel individual se perdía fácilmente y a pesar de las mejores intenciones de los protagonistas. Me refiero a Woman in Red y The Young Frankenstein, ambas protagonizadas por Billy Wilder. En la primera un hombre que sufre una crisis de edad Madura cae fácilmente en los encantos de una hermosa mujer vestida de rojo y olvida sus propios valores, perdiendo su brújula y su sentido de vida por un momento de placer que nunca se concreta.

 

En la segunda, el divertidísimo Mel Brooks dirige una película que hace homenaje a todo el ciclo de cine de terror de Bela Lugosi y nos presenta un heredero de Frankenstein que debe lidiar con su pasado familiar y que termina cuestionando qué o quién es el llamado monstruo de una forma hilarante y disparatada, recordándonos de paso que la risa ayuda a cuestionar los absolutos.

 

Y hablando de la risa como motivo de bien y el mal no podemos dejar de mencionar la épica The Name of the Rose en la que el monje detective William de Baskerville, obvia referencia a Sherlock Holmes, se encuentra con un asesino que considera a la risa como uno de los peores males que degrada la obra de dios al “deformar las facciones que ÉL esculpió en la faz del hombre y acercándonos a los monos”.

 

Ya en un ámbito mucho más moderno y cercano a nuestro males y pesares podemos retomar a la reciente Relatos Salvajes (Szifron, 2014). Aquí no nos encontramos con una historia continua sino con seis relatos aparentemente desconectados porque tienen dos ejes conductores claros: La violencia en diversas formas y tonos, y la ausencia de la verdad como un valor absoluto de nuestro tiempo. Es por eso que un ingeniero que hace explotar un coche bomba en un corralón se vuelve un héroe nacional, una cocinera es capaz de asesinar a cuchilladas a un gánster político y  prestamista sabiendo que hace el “bien” y dos personas son capaces de luchar hasta la muerte con tal de demostrar que ellos están en lo correcto cuando en realidad sólo se regodean en su propia violencia sin sentido.

Finalmente, y para que no me regañen en las redes sociales por poner sólo producciones de otras latitudes, podemos tomar de la cinematografía nacional una comedia de humor bastante denso que muestra el shock que sufre una persona al ser arrancada de su tiempo y su marco de referencia cultural para despertar, literalmente, en un mundo que no es el suyo. Por supuesto que me refiero a la obra pieza de Gabriel Retes, El Bulto, en la que un periodista con todos los conceptos de la guerra fría despierta 20 años después en un México que se separa de forma radical del que conoció, hecho un adolescente senil y con hijos que lo cuestionan por sus arcaicos conceptos morales, estéticos y sociales.

 

Podríamos seguir con los ejemplos, películas de guerra, familiares (Festen es un tratado de violencia intrafamiliar e hipocresía social), de fantasía (Brasil), históricas (Elizabeth), Policiacas (Dirty Harry) y de temática mediática (Natural Born Killers). Sin embargo, lo que este recuento breve del bien y el mal en el cine trata de puntualizar es que muchas veces  ver la mano de Dios o la pezuña del diablo en los eventos de la vida dependen de dónde situemos la cámara.

 

Las dos caras de la moneda se pierden en la pantalla grande y sólo nos queda a nosotros, como audiencia, ver cada obra con ánimo abierto y cuestionarnos si esos dos lados realmente son tan claros, si nosotros somos víctimas o verdugos y  sobre todo si estamos de acuerdo en que todo depende del cristal, o lente, con que se mire.

 

@HigueraB

eduardohiguerabonfil@gmail.com