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La vida en película

La Teoría del Todo aborda la vida del mundialmente famoso físico inglés Stephen Hawking, principalmente su vida amorosa y familiar.

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Escrito en OPINIÓN el

¿Cómo podemos comprimir una vida completa en una película que durará dos horas cuando mucho? ¿Qué criterios deben seguir los guionistas, directores, diseñadores de arte y actores para reflejar con realismo los eventos que marcan y determinan esa vida, que la hace digna de ser reproducida en el celuloide? Por esta razón existen un gran número de estas películas, también llamadas biopics,  dedicadas a  dos tipos de personas públicas: Los guerreros y los científicos.

 

Uno de los ejemplos más tempranos y extraordinarios de la fascinación que estos dos mundos ejercen tanto en la audiencia como en los creadores lo constituye la biografía realizada por Abel Gance del gran Corso, Napoleón en 1927. En blanco y negro, con todo el interés en la experimentación y el dramatismo de esa época es, para muchos, la mejor biografía jamás filmada ya que conjunta narración histórica con arte visual experimental. Sin embargo, y para estándares de la audiencia mediática de nuestros días es demasiado larga y por supuesto, con pocos efectos especiales.

 

Quizá por eso la biopic de Patton (Schaffner, 1970) es recordada aún como gran parteaguas de las biografías en cine. En esta realización George C. Scott encarna al que quizá sea el más famoso y duro de los generales aliados de la segunda guerra mundial y para lograr la recreación de escenarios, batallas, personajes y ejércitos no se escatiman nada en lograr al mismo tiempo realismo y glorificación del armamentismo y la guerra, encarnados en las características de Patton “el guerrero” que atemorizaba hasta al alto mando Nazi.

 

 

Pero las biopics sirven también para analizar, a través de la historia de aquellos que vivieron cerca de los protagonistas las locuras, manías y sucesos que rodean a un personaje histórico.

 

Hace muy pocos años una de estas le permitió a Forrest Whitaker elevarse con el Oscar, a pesar de que el personaje de Idi Amín que el realizó en realidad era solo la parte secundaria, pero esencial de la historia de The Last King of Scotland (MacDonald, 2006). En esta ocasión la historia del tristemente célebre dictador africano es contada a través de los ojos  de james Macavoy y no del mismísimo Idi. El tono de esta narración nos permite sentir el terror que el régimen y su loco cabecilla trasmitían pero siempre en una tercera persona. Y es cierto el dictador se consideraba a sí mismo el mayor genio militar y guerrero de la historia.

 

 

Pero ¿qué pasa cuando dejamos los ámbitos de la guerra y nos trasladamos a la búsqueda de la verdad de nuestro universo en el cine? A veces los resultados de esto son historias tan absorbentes  y reveladores del drama y la lucha de las personas como cualquier thriller biográfico dedicado a los guerreros.

 

El primer ejemplo de este tipo de películas que se  me viene a la cabeza es A Beautiful Mind (Howard, 2001), la cual lanzó a la popularidad al ganador del premio Nobel John Nash, gracias a la personificación de Russell Crowe.

 

Lo lamentable en este caso es que, en la preocupación de realizar un panegírico de su lucha contra las alucinaciones que su propia mente generaba, olvidaron mostrar al Nash que creo las teorías geopolíticas del terror, o aquél que era odiado por sus compañeros de trabajo y clase por sus crueles juegos donde demostraba la estupidez y falta de humanidad de las personas, mientras desarrollaba escenarios para la guerra fría desde las empresas dedicadas a la inteligencia para el gobierno de Estados Unidos.

 

Lo dicho, no todo cabe en una película.

 

Y esto también es cierto en el más reciente largometraje dedicado a los científicos que ha sido nominado a los premios Oscar, The Theory of Everything (Marsh, 2014).

 

La Teoría del Todo aborda la vida del mundialmente famoso físico inglés Stephen Hawking, principalmente su vida amorosa y familiar. El personaje que nos presenta el actor Eddie Redmayne en su personificación  es encantador. A pesar de ser un geek superdotado en la física es querido por amigos atletas y estudiantes, tiene el aplomo e inteligencia para ligarse a la chica que desea, es simpático y guapo y además es prolífico y amoroso como padre de familia.

 

 

Si no fuera por su padecer ELA (la enfermedad moto neuronal que generó el famoso Ice Bucket Challenge), la película sería casi sinsentido. Hawking lucha y siempre sonríe, tiene ideas geniales y es respetado por todos sus colegas, es un rockstar de la ciencia y al mismo tiempo un padre ejemplar.

 

De hecho,  casi el único momento de emocionalmente doloroso lo constituye la escena donde al tiempo que termina su libro decide darle un giro a su vida y casarse por segunda ocasión.

 

Y es que la película de verdad olvida mucha de la lucha por el reconocimiento o del esfuerzo interminable que constituye la vida de una persona con ELA y se centra en los devaneos románticos de él y su esposa. Muy telenovelesco para una biopic científica.

 

Eso, sin embargo, no quita la fantástica representación que Redmayne realiza al mostrar el avance de la atrofia a través del cuerpo de Hawking es digna de ser reconocida  por la Academia de Ciencias y Artes cinematográficas.

 

Veremos si las biopics se imponen este año.

 

eduardohiguerabonfil@gmail.com

@HigueraB