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La política monetaria: Igual que la serpiente se muerde la cola

Para los últimos tres gobiernos, ha sido mejor asumir el costo social que el económico.

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Escrito en OPINIÓN el

Menor gasto y un recorte que supera casi 50% los ajustes realizados por el gobierno federal durante 2016, es lo que le depara a la economía mexicana para el 2017. La política económica implementada para el siguiente año, será completamente restrictiva por lo que se prevé tendremos un año de menor crecimiento y una actividad económica más lenta.

 

Está claro que cuando las condiciones para generar ingresos se deterioran, obliga a los países a recortar su gasto y hacer ajustes en la manera de cómo se gastará lo poco que se logre recabar. La ecuación es simple; ninguna familia gastaría en un auto nuevo, cuando en el trabajo del jefe del hogar, se anuncia un menor crecimiento y posible recorte de sueldos.

 

En escenarios como ese, el padre de familia habla con todos los integrantes del hogar y les pide que controlen sus gastos y que eviten abusar de las compras suntuosas o innecesarias, incluso les anuncia que las vacaciones planeadas para visitar otro país se cancelarán hasta que vuelvan tiempos mejores. Lo anterior es una reacción natural que cualquier hogar, empresa o país ponen en práctica, cuando se ve amenazada su estabilidad económica.

 

El problema es que cuando la familia en cuestión, está en deuda al límite de su capacidad de pago, es decir que haya comenzado a gastar con las tarjetas de crédito asumiendo que los ingresos se mantendrían sin cambios y hasta en un momento dado, considerar un incremento que le permitiría cubrir las deudas acumuladas, eso se convierte en tragedia.

 

Un escenario como el anterior, no sólo obliga a reaccionar al jefe de familia, también exige el compromiso de cada uno de los integrantes del hogar para asumir su responsabilidad en el incremento de ese gasto y deudas contraídas. El problema comienza cuando esos compromisos se adquirieron sin planeación y se generaron por el dispendio en el que vivían todos los integrantes del hogar. En ese momento, comienzan a salir todas cuentas y facturas escondidas de bajo de la alfombra.

 

El gobierno federal perece vivir un escenario como el anterior. Si tomamos como referencia el último presupuesto del gasto público de la administración anterior y lo comparamos con el ejercido de 2016, observamos que los recortes al presupuesto en lo que va del sexenio, es de 27%. El escenario se complica, pues la deuda se incrementó 56% desde que Enrique Peña Nieto asumió la presidencia. Es decir parece ser que el gobierno incurrió en el error de comenzar a gastar antes de tiempo vía la contratación de deuda, la cual se suponía, cubriría con los recursos generados con las reformas energéticas y de telecomunicaciones.

 

De acuerdo con datos de Banxico la deuda externa en lo que va del sexenio de Peña Nieto, se duplicó pasó de 1.6 a 3.3 billones de pesos; mientras que el gasto y el presupuesto se redujeron al igual que los ingresos del sector público.

 

Un tema importante y que valdrá la pena revisar en otro momento, es el entender por qué el gobierno actual, dejó de ejercer el presupuesto durante los dos primeros años del sexenio, pues en ese periodo, se reportaron dos subejercicios que nunca se entendió a qué se debieron.

 

En otras palabras, el gobierno actual dejo de invertir en desarrollo e infraestructura desde que comenzó la administración, provocando con ello, una desaceleración de la economía interna de la que hoy damos cuenta. Es decir que al dejar de ejercer el presupuesto en 2013 y 2014, el gobierno efectuó un recorte presupuestal artificial. Es quizás esa parálisis económica que tienen tan inconforme al sector empresarial mexicano, pues este gremio al igual que muchos otros mexicanos, esperábamos o al menos intuíamos que venían años de mayor crecimiento al inicio de esta administración.

 

Pero no toda la responsabilidad recae en el gobierno actual; Felipe Calderón incremento en 200% la deuda neta durante su mandato. La diferencia para salir mejor librado, radicó en los altos precios del petróleo que fueron un excelente escudo para hacer frente al pago del servicio de la deuda. Peña Nieto no contó con tanta suerte y en dos años, los precios se redujeron en más de la mitad y volvieron a tomar al gobierno mexicano con los dedos entre la puerta.

 

¿Qué significa esto? que el recorte de 239,700 millones de pesos al presupuesto para 2017, están más que justificado, como también está justificada la previsión a la baja del PIB para el próximo año y que el nuevo secretario de Hacienda ubicó entre 2 y 3%; yo agregaría y de ahí para abajo, pues el Fondo Monetario Internacional no presagia mejores resultados para la economía mundial el siguiente año y un incremento de tasas de la FED en el momento en que eso suceda, encarecerá el crédito para los gobiernos y para las empresas de todo el planeta, lo que presionara el crecimiento de la economía mundial.

 

Lo que no está justificado es la falta de pericia por parte de la Secretaría de Hacienda y de Banxico, que por evitar una espiral inflacionaria, prefirieron presionar el gasto público y con ello desacelerar la actividad económica del país.

 

La tragedia se magnifica cuando la justificación de una política como la ejercida en los últimos sexenios, refiere que es la mejor manera de no incurrir en un déficit fiscal. La realidad es que la Secretaría de Hacienda ya reconoció que las cuentas públicas observan un déficit fiscal y el Banxico, le está solicitando a esa dependencia, una política más flexible, es decir, gravámenes más bajos para que las empresas tenga margen de maniobra para seguir operando sin tener que reducir el empleo o comenzar a cerrar empresas.

 

Los gastos mal planeados generalmente diluyen el volumen de liquidez por más grande que ésta sea, es decir que si tenemos en el bolsillo dinero que nos sobró de nuestro sueldo luego de cubrir nuestros gastos del mes, generalmente buscamos la manera de gastarlo y si ese gasto no tiene ningún propósito, al final de año, sumando esos dispendios, descubriríamos que con esa cantidad podríamos comprar un seguro de vida o de gastos médicos mayores.

 

Parece que al gobierno le sucedió esto, pero insisto, no sólo es responsabilidad del actual gobierno, desde los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón, se dejó de ejercer un superávit económico que le reditúo al gobierno grandes ingresos derivados de los altos precios del petróleo. En un escenario como el anterior, en donde el dispendio hormiga de recursos es una disculpa para el gobierno, asumimos que no necesariamente se desviaron los recursos, simplemente, se diluyeron poco a poco. Por supuesto, la sugerencia anterior, es sólo un acto de buena voluntad de mi parte.

 

En estos momentos, las familias o personas que se encuentren en una situación en la  que ya no les sea posible cubrir con sus ingresos sus obligaciones crediticias, deberán hacer ajustes a sus finanzas personales y realizar los recortes de gasto necesarios desde ahora; de lo contrario, en cuatro meses habrán visto multiplicada por diez su deuda original, pues el escenario promete que aunque la FED no incremente sus tasas en el corto plazo, es muy probable que Banxico si lo haga antes de que finalice el año.

 

Aunque todavía existe la posibilidad de hacer un aterrizaje menos forzado de la economía mexicana, los buenos resultados de las variables macroeconómicas no dependerán ya únicamente de lo que hagan Hacienda y Banxico, pues un alza eventual de tasas de la FED, presionará las finanzas públicas del país.

 

En conclusión, parece que el nuevo secretario de Hacienda tendrá poca tela de donde cortar, pero lo seguirá haciendo en caso de que lo considere necesario, a costa de seguir presionando el crecimiento económico. Para los últimos tres gobiernos, ha sido mejor asumir el costo social que el económico. Al final, ambos temas son un mismo y como la serpiente, terminarán mordiéndose la cola.

 

@ijm14

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