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La industria editorial como entidad estratégica de la economía nacional

Tercera parte.

Por
Escrito en OPINIÓN el

El pasado 30 de julio, publiqué en este espacio la primera parte de la ponencia presentada en el marco de las consultas para la Ley General de Cultura. Va a continuación la segunda parte de ese texto:

 

Ernesto Piedras, en su libro ¿Cuánto vale la cultura? dice:

 

“Las industrias culturales agregan valor económico y social a las naciones e individuos. Constituyen una forma de conocimiento que se traduce en empleos y abundancia, consolidándose la creatividad –su "materia prima"– para fomentar la innovación en los procesos de producción y comercialización. Al mismo tiempo, son centrales en la promoción y el mantenimiento de la diversidad cultural, así como para el aseguramiento del acceso democrático a la cultura. Las industrias culturales tienen esta doble naturaleza cultural-económica y participan en la economía en términos de la creación y de la contribución del empleo al Producto Interno Bruto” (P.29).

 

Gabriel Zaid, por su parte, abunda en el tema en los diversos artículos recogidos en el libro Dinero para la cultura, de obligatoria lectura.

 

De tal manera que este rubro es no sólo importante para la cultura en términos abstractos, sino también un factor económico digno de tomarse en cuenta. Según los resultados de la Cuenta Satélite de la Cultura en México, del INEGI, la participación de la Cultura en el PIB nacional fue de 2.8% en 2014. Dentro de este porcentaje está la industria editorial.

 

Ante este panorama, es importante que las autoridades de educación y cultura (y las de economía también) propugnen para que se considere a las industrias culturales, a la editorial en específico, como económicamente estratégicas para el país.

 

Esto daría a la promoción de la lectura un cariz diferente, ya que se revelaría como un polo también de desarrollo económico, amén de su importancia en la educación y más aún como un factor determinante en la cohesión social.

 

Ahora bien, las mediciones de la participación de las industrias culturales, ahora llamadas industrias creativas, en el PIB, que generan el INEGI y otras instancias, consideran a la industria editorial como parte de este paquete.

 

De manera global, parecería que vivimos en jauja, con un crecimiento sostenido y con índices de exportación de contenidos envidiable. Pero hay una variable que no se puede dejar de lado: convivimos en el mismo apartado los creadores de contenidos, libros y publicaciones periódicas, con los desarrolladores de contenidos audiovisuales, es decir, fundamentalmente Televisa y Televisión Azteca, y con los desarrolladores de videojuegos, por ejemplo. Sería irrelevante citar aquí las diferencias existentes entre las industrias mencionadas.

 

¿Por qué es importante que la industria editorial crezca?

 

La industria editorial vive desde hace años un estancamiento importante. El repunte del crecimiento es fundamental para una cadena de valor que puede contribuir de manera relevante a la economía del país. De la mano de políticas públicas que fomenten la lectura, la industria editorial incrementaría la publicación de contenidos para el desarrollo de la cultura y educación nacionales y permitiría que el Estado y las empresas pudieran tomar decisiones acertadas de promoción de la lectura y la cultura del libro.

 

En 2015 el valor del PIB de la actividad de edición de Libros, periódicos, revistas, software y otros materiales, a precios de 2008, representó el 0.1% del PIB nacional.

 

Para el mismo año, el PIB nacional registró un incremento de 2.5%, respecto a 2014, mientras que el PIB de la actividad de edición de libros, revistas y otros impresos, registró un decremento de menos 0.9 por ciento.

 

El pasado 12 de julio, haciéndose eco de los datos mencionados más arriba, el periódico Reforma publicó un cuadro muy interesante donde menciona que el “Producto Cultural”, contribuye con el 2.8 % del PIB, y menciona que “la producción cultural en México superó a la agrícola y ascendió a 450 mil 683 millones de pesos en 2014”. (Si la industria editorial tuvo, para ese mismo año, una facturación por 10.6 mil millones de pesos, las preguntas son entonces ¿competimos? ¿Hablamos de lo mismo?)

 

Según estos datos, de ese 2.8%, el 6.6% corresponde a libros, impresiones y prensa y podemos ver que la danza de cifras confunde y no permite ajustarnos a la realidad. Sería ideal que el INEGI entregara datos desagregados, como lo hace para otras industrias.

 

La situación de la industria editorial se recrudece cuando el principal competidor es el Estado. (Y no sólo en la edición sino en la competencia de la industria gráfica y en la comercialización: el Estado es nuestro competidor más grande; incluso más grande de lo que ahora sucede con la industria petrolera) Ninguna otra industria tiene las características de que sean las instituciones estatales quienes acaparan más de la mitad de la producción.

 

En específico, el sector editorial privado en México produjo en 2014, 141.4 millones de ejemplares, que al sumarse con la producción de la Conaliteg (Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos): 164.6 millones de ejemplares dio como resultado una producción total de 306 millones de libros. (Continuará, última parte)

 

Facebook: carlos.anayarosique

@anayacar

@OpinionLSR

 

(Advertencia: La única intención de esta columna es llevar al espacio público una serie de reflexiones que buscan aportar elementos para la construcción de propuestas y alternativas de solución. Esta opinión no intenta ser criterio de verdad.)

 

 

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